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Una mujer hace una de las camas en una pensión de la ciudad. :: MARIO ROJAS
Dormir en el centro por 20 euros
Oviedo

Dormir en el centro por 20 euros

Hostales y pensiones sobreviven a la crisis y a los hoteles con precios asequibles y buena situación

JOSÉ CANTELI

Domingo, 28 de agosto 2011, 10:17

Corren épocas difíciles para todos los negocios, el círculo de la economía es voraz. Los hostales y pensiones tradicionales no son ajenos a esta circunstancia, que preside la mayoría de conversaciones y tertulias. Es más, tienen en su contra la proliferación en los últimos años de hoteles en la ciudad.

Actualmente hay unos 26 establecimientos en Oviedo con categoría de hostal o pensión. Suelen ser negocios de recorrido amplio, heredados de padres a hijos o traspasados después de una larga trayectoria. Muchos tienen página web con fotos e información detallada y también ofrecen wi-fi gratuita. Los precios de las habitaciones oscilan entre los 25 y los 50 euros, dependiendo de la pensión, de la época del año y de que sea individual, doble o triple. En verano, una doble suele costar 40 euros de media: 20 por persona. La ubicación es uno de sus puntos fuertes: muchas de ellas se localizan en las principales arterias urbanas, próximas a las estaciones de tren y bus, y a los monumentos y áreas más comerciales. Además, se han reformado y disponen usualmente de cuarto de baño privado, o al menos lo incluyen entre las opciones. Casi todos cuentan con un solo empleado, dos como mucho, y la clientela se divide en dos tipos: trabajadores por un lado, turistas y peregrinos por el otro. La estancia media varía entre una noche y cuatro días.

El número de habitaciones va desde seis hasta 14. Los costes de mantenimiento no suelen ser demasiado altos, según indican algunos de los propietarios. La factura de la comunidad junto con reparaciones y sustitución de materiales, como ropa de cama o colchones, son los gastos más relevantes a los que tienen que hacer frente.

Juanjo Álvarez lleva el Hostal Romero, abierto en 1985, desde hace casi una década. Asumió las riendas después de que su padre se jubilara. La ocupación media se sitúa entre el 70 % durante el año, y el lleno de agosto. Su clientes son principalmente gente joven los fines de semana, y trabajadores entre semana. «Extranjeros, pocos, básicamente alguno que viene a hacer el Camino de Santiago», afirma Álvarez, aunque en septiembre suelen alojarse muchos Erasmus que están buscando piso.

«Luego tenemos una serie de clientes un poco mayor. Como los Vega estaban antes aquí enfrente, siguen viniendo a revisión y vienen todos los años». Señala que «se crean relaciones bastante más personales», aunque «no es como era antes», en referencia a los tiempos en que los estudiantes pasaban el curso en pensiones. «Entonces la relación era más íntima», aunque ahora «sí hay una relación más directa con el cliente».

Otro de los cambios reseñados por Álvarez es que la gente ya no aparece tanto en la puerta de improviso, sino que hace las reservas más por teléfono e incluso por internet. Respecto a la crisis, asegura que este es el primer año que la perciben y que ni 2008, 2009 o 2010 fueron peores.

Vicente Fidalgo también recogió el testigo del negocio paterno, el Hostal Fidalgo, hace unos 15 años. «En invierno ha estado fastidiado y en verano han sido dos semanas de llenar». En su caso la crisis ha afectado bastante. «En invierno no te entra nadie por semana y por fin de semana muy poco. Lo hago yo todo, la limpieza, las camas, la ropa, es la manera de poder tirar un poco con el tema», dice.

Sin excesos

Según señala, el negocio da para vivir sabiendo controlarse y sin excesos, pero «es esclavo». En lo tocante a la gente, Fidalgo anota que «somos casi de la familia; muchos vienen por otros que ya han estado». Uno de sus últimos clientes fueron unos italianos que estaban de camping y que, tras empezar a llover, optaron por pasar la noche bajo un techo firme.

La ocupación media anual del Hostal Oviedo, negocio igualmente familiar, se sitúa entre el 60 y el 70 %, y en verano, entre el 80 y el 90 %. Su encargada resalta que «esto es muy familiar, hay una relación muy cercana, un trato muy cercano; al ser familiar el cliente se encuentra como en su casa y nosotros le damos esa confianza». Recibe normalmente trabajadores y turistas. Además, se hospedan muchos peregrinos que hacen el Camino primitivo, destacando ingleses, alemanes y franceses. Afirma haber notado la crisis no tanto en la ocupación como en los precios, que han tenido que bajar para poder competir y facilitar que el flujo de personas no disminuya. «Todo el mundo tenemos que bajar los precios, tenemos que solidarizarnos con la crisis», apunta la encargada.

Mención aparte merece La Casina, una pensión de 6 habitaciones en una casa de una sola planta, situada en La Corredoria. Su propietario, Ángel Álvarez, informa de que «en invierno es todo comerciales, trabajadores de empresa, técnicos de alguna materia que vienen a trabajar, y luego en las épocas estivales prácticamente turistas». Subraya que últimamente ha aumentado la afluencia de extranjeros, «por lo cual deduzco que los extranjeros siguen viajando pero con menos dinero». Para él, estar en el extrarradio es un hándicap «porque los clientes suelen querer sobre todo en época estival centro», aunque haya comerciales que lo eligen por aparcamiento, cercanía del trabajo o proximidad de las autopistas. Afirma que el balance, tras 12 años, es positivo.

María del Carmen, del Hostal Belmonte, declara que con la crisis «somos los más perjudicados», puesto que los hoteles «han tirado los precios» y ello les ha colocado en una difícil situación. En su negocio, el peregrino es una figura corriente. En verano y en San Mateo acostumbra a estar casi completo, pero el resto del año, quitando fines de semana, la ocupación se sitúa en torno al 30 por ciento. En su caso, hace años los Premios Príncipe se dejaban notar, pero ahora ya no.

María Teresa Berdasco, hija de la propietaria de la Pensión Berdasco, relata que su familia lleva con ella desde hace 27 años. En agosto se llenó, pero el resto del año no pasa mucha gente. Cuenta que hay una serie de clientes habituales que antes venían con mayor frecuencia y que siguen haciéndolo pero en menor medida y que de hace 3 años para acá el bajón ha sido grande.

Comidas

Ninguno de los negocios consultados sirven comidas. En cambio, algunos sí lo hicieron en su día, cuando eran otras las costumbres y los estudiantes de fuera vivían en ellas. Juanjo Álvarez explica que en los años 70 las pensiones sí solían ser de pensión completa, pero que en los 80 los estudiantes empezaron a coger pisos como residencia.

Como quiera que sea, hostales y pensiones resisten, aunque tengan que lidiar con la coyuntura financiera y la presión del aumento de plazas hoteleras en la ciudad. Trato cercano, buena situación y precios asequibles son sus bazas. Además, se han modernizado para ajustarse a las preferencias de la clientela, en un mundo donde la movilidad es una exigencia y donde dormir fuera de casa se ha convertido en algo rutinario.

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