Villalba salva al Sporting de la quema

El Sporting viajó a Lezama con la intención de defender el liderato de la clasificación con una victoria ante el Amorebieta, pero los rojiblancos no pudieron regresar a Gijón con los tres puntos por varios factores. El primero de ellos fue un nuevo error defensivo del equipo. Berrocal suplió a Marc Valiente en el centro de la zaga después de que este último no estuviera muy fino las últimas semanas, pero el cambio no surgió efecto. El zaguero, que estrenó titularidad, cometió una grave equivocación que sirvió para que los locales se adelantaran en el marcador.

Berrocal cedió el balón con la cabeza a Mariño, pero el esférico lo interceptó Guruzeta. A partir de ahí, el portero rojiblanco se creció con dos buenas paradas ante dos disparos consecutivos. Con lo que no contaba el gallego es que después de su segunda intervención, Larru volviera a probar fortuna con un tercer disparo que terminó en el fondo de su portería. Una nueva pifia defensiva que condenaba al Sporting.

El segundo motivo por el que al Sporting se le atragantó el choque vino desde el banquillo. Gallego escoró a Fran Villalba a la banda derecha. Su mejor futbolista lo apartaba de la zona caliente del campo para que esta la ocupara un desdibujado Campuzano. El delantero, que acompañó a Djuka en el ataque sigue sin dar señales de vida. Aunque en realidad en Lezama pocos se salvan de la quema tras lo visto sobre el terreno de juego.

El nuevo sistema, que sirvió para remontar al Málaga de José Alberto, esta vez no sirvió para nada. Con el Amorebieta bien replegado en su terreno de juego, no se vio apenas fútbol. La presión alta en campo contrario, el buen toque de balón y la claridad de ideas en ataque demostrada en las últimas jornadas brillaron por su ausencia. Tan solo Pedro intentó tirar del carro, pero nadie le acompañó en ataque.

Tal fue el desastre del Sporting ante un recién ascendido que su primer disparo entre los tres palos fue a falta de diez minutos para el final del partido. El mismo remate sirvió para que los rojiblancos sellaran el empate cuando muy pocos creían que los rojiblancos pudieran salir vivos ante un Amorebieta que se encontró con el gol inicial y que un minuto antes de que Villalba empatara, pudo sentenciar la contienda en un claro mano a mano entre Orozco y Mariño. El meta, prodigioso, le rebañó el balón cuando la afición local ya se relamía con el segundo tanto de su equipo.

Pero unos minutos antes de que Villalba salvara los muebles, David Gallego reaccionó. El preparador dio entrada a Aitor García para retirar del campo a Campuzano. Con el Sporting perdiendo, el entrenador quitó a un delantero para dar entrada a un hombre de banda. Y por muy extraño que parezca, fue la mejor decisión que pudo tomar.

La permuta sirvió para que Villalba recuperara su posición natural. Esa que tantas alegrías está dando en Gijón. Por detrás de Djuka y más cerca de Pedro Díaz, el equipo ganó en soltura en el ataque. Encerró a su rival y encontró el empate tras un rechace en el área que Villalba no perdonó.

Quedaban diez minutos para el final cuando la igualada en el marcador dio paso al mejor Sporting. Puma Rodríguez en la izquierda y Aitor en la derecha ofrecieron profundidad. Este último firmó una jugada por la banda que estuvo muy cerca de terminar en gol si no llega a ser por una mano salvadora de Santamaría. El rechace le llegó al Puma, pero su cabezazo no encontró a Djuka en el área pequeña.

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La mejor noticia, sin duda es el punto sumado en un partido en el que el Sporting estuvo desdibujado. Defensivamente volvió a equivocarse gravemente pese a que Babin se mostró tan sólido como suele hacer. Mariño fue de los mejores con sus paradas, mientras que Pedro Díaz y Villalba resucitaron a su equipos gracias también a la participación de los extremos.

Los experimentos vuelven a dejar claro que si las cosas funcionan no hay motivos para cambiarlas. Tan claro quedó en Lezama que Mariño tiene que jugar en la portería como que Villalba tiene que actuar como mediapunta. Todo lo que sea apartarlo del centro será un grave error cometido por el entrenador. Al menos se reaccionó a tiempo.