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ANDRÉS MENÉNDEZ
GIJÓN.
Miércoles, 8 de enero 2020, 02:40
Desde el anuncio de su contratación, Djukic insisitió en el concepto de «marcar filosofía y crear mentalidad». Ayer, en La Romareda, casi sin tiempo para plasmar sus ideas, los errores groseros, tanto individuales como colectivos, sobre todo a nivel defensivo, condenaron su puesta en escena. En su debut, el Sporting tuvo dos tiempos bien distintos: una primera parta floja a nivel general y un segundo tiempo en el que el Sporting fue a por el partido. La primera parte pesó en el encuentro y en el resultado final.
Los rojiblancos, sobre todo a partir del 2-0, se volcaron sobre el área de Cristian, aunque a la reacción, tardía, le faltó gol, un mal que viene de atrás. A pesar de la diferencia en el marcador, los gijoneses no le perdieron la cara al partido y tuvieron ocasiones claras en el segundo tiempo, nueve en total.
Desde su llegada, Djukic ha insistido en la «solidez defensiva». En La Romareda, las ausencias de Marc Valiente, lesión, Borja López, gripe, y en el transcurso del partido de Damián mermaron las posibilidades del equipo. El Zaragoza, por delante en el marcador, destapó la fragilidad rojiblanca y el equipo tuvo errores (groseros) individuales y colectivos que costaron caro.
La «agresividad», otro de los conceptos repetidos en todos los mensajes del preparador, se dejó notar en La Romareda. Los rojiblancos, voluntariosos, aunque precipitados, cometieron diecinueve faltas, once más que el equipo de Víctor Fernández, vieron dos amarillas (Cordero e Isma Cerro) y una roja directa (Molinero) casi en el tiempo de prolongación.
Además, en sus primeras sesiones, el preparador insistió en trabajar la salida de balón desde atrás y en que tres jugadores se junten para facilitar el juego. Si bien en el primer tiempo, los errores individuales lo impidieron, en el segundo tiempo, tras la entrada de Hernán Santana, Javi Fuego, liberado, bajó entre los centrales para tratar de ayudar a sacar el balón limpio, sin rifarlo. Alguna vez lo consiguió.
Otro concepto que se vio en La Romareda estuvo en los cambios de orientación de un lado al otro del campo entre los extremos, que ayer acudieron al centro para que los laterales recibieran más abiertos pegados a la cal. En los minutos finales, con todo perdido, el equipo ganó un punto más de verticalidad y de presencia en el área.
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