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«Los estadios de fútbol son las nuevas catedrales y se han convertido en una extensión del espacio público. Aquí tenemos el parque, el 'Kilometrín', el río y quisimos un estadio de la gente, de la Mareona, con su interesante procesión desde la playa al ... estadio». Así encontró la inspiración el arquitecto Fernando Sordo Madaleno para proyectar un nuevo Molinón de color rojo, como adelantó EL COMERCIO, y abierto a la afición, que fluirá hacia su interior a través de diez rampas de acceso que rodean la estructura ovalada del campo a modo de serpentina. En la fachada, una estructura ovalada de hormigón rojo y acero, predominan los espacios semiabiertos y la vegetación para buscar su integración en el entorno.
Lo explicó ayer el arquitecto mexicano en la presentación en público del nuevo planteamiento de reforma en una mañana intensa, en la que la plana mayor de Orlegi Sports y del Sporting, con Alejandro Irarragori a la cabeza, realizó hasta tres actos distintos. Al primero iba a acudir el presidente de la gestora de la Federación Española (FEF), Pedro Rocha, que también estaba invitado al derbi, pero circunstancias personales le obligaron a abandonar al ciudad a primera hora. María Tato, miembro de la Comisión Técnica para el Mundial de la FEF; Juan María Carnicer, director del gabinete de la Presidencia del Consejo Superior de Deportes; José Ramón Cuetos Lobo, presidente de la Federación Asturiana; Vanessa Gutiérrez, viceconsejera del Gobierno asturiano, y los concejales de Urbanismo, Jesús Martínez Salvador; Relaciones Institucionales, Jorge González-Palacios, y Deportes y Educación, Jorge Pañeda fueron los primeros en conocer el proyecto.
En la segunda presentación de la mañana fueron los ediles de los distintos grupos políticos del Ayuntamiento de Gijón los que tuvieron la oportunidad de escuchar las explicaciones de Sordo Madaleno y los dirigentes del club.
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Por último, llegó el momento de hacer público el proyecto, para lo que la sala de prensa del estadio se llenó de invitados del Sporting, que quiso hacer partícipe a representantes de todos los estamentos del fútbol regional, así como de otros clubes deportivos y organizaciones empresariales y sociales.
El presidente ejecutivo del Sporting, David Guerra, abrió el acto con un repaso de los pasos que se habían dado hasta llegar a este momento. «Entrar en esta carrera fue una de las primeras decisiones que tomamos y lo conseguimos en el último minuto gracias a vuestro apoyo y también conseguimos que Gijón y Asturias estuvieran en igualdad de condiciones con los grandes estadios de este país», argumentó.
Guerra recordó que, en un primer momento, presentaron un proyecto pensado para el desarrollo de la ciudad y del estadio «que iba hasta los 300 millones de euros». «Después de los cambios en las instituciones, escuchamos a los representantes de los ciudadanos y a las autoridades y conseguimos aterrizar el proyecto a la mitad de inversión, pero que conservara la antigüedad del césped como el más antiguo del fútbol español». «Estoy convencido de que será el más antiguo también en albergar partidos de una Copa del Mundo», añadió.
Tras la intervención de David Guerra, tomó la palabra Sordo Madaleno para desgranar los detalles de su propuesta de renovación del estadio, que ampliará su aforó hasta las 42.650 localidades para el Mundial y que después se reducirá a 33.650 asientos definitivos, con la posibilidad de ampliar su aforo para cualquier evento que así lo requiera.
«No queríamos que la inversión de ese espacio de ampliación no se usara en otras cosas y como se trata de un espacio en una cota de 30 metros de altura tendrá vistas panorámicas a toda la ciudad, por lo que se podrá hacer un espacio cultural itinerante para exposiciones a lo largo del año enfocados, sobre todo, a artistas asturianos», explicó Sordo Madaleno.
De los asientos actuales, el arquitecto aseguró que serán unos 17.000 los que se podrán conservar. La ampliación del aforo se conseguirá mediante 6.000 nuevas plazas en los fondos Norte y Sur, la creación de una nueva 'Tribunona' con capacidad para 10.550 localidades, así como 9.000 asientos temporales en la última planta ocupando todo el perímetro del edificio. En total, el estadio amplía su superficie, a lo ancho y a lo alto, en 44.460 metros cuadrados, de los que 12.600 se sumarán para aumentar su oferta gastronómica, comercial o cultural.
El arquitecto también quiso destacar como aspectos fundamentales la integración de El Molinón en su entorno y la accesibilidad. «Las rampas que serán una prolongación del Kilometrín», comentó. «Habrá ascensores, pero además las rampas tendrán un 6% de pendiente y las gradas y todos los espacios de estadio serán accesibles a todo el mundo», señaló.
Después de que Fernando Sordo Madaleno mostrara en imágenes toda la distribución de espacios ideada para la cita mundialista, con un amplio mirador de 500 metros cuadrados en la cota más alta de la zona suroeste destinado a usos hosteleros, como ya había adelantado este periódico, tomó la palabra el presidente del Sporting, Alejandro Irarragorri.
El empresario mexicano repasó la importancia para la ciudad y la región de una oportunidad como la de ser sede de un Mundial y quiso dejar claro que «nosotros no somos constructores y no venimos a hacer desarrollo inmobiliario». «Serán las empresas asturianas las que obtengan esos beneficios», señaló. «Nuestro beneficio está en la razón de participar en el fútbol como generador de valor, un valor emocional y aspiracional, y la capacidad que tiene de generar derrama económica y oportunidades en la comunidad donde estamos y esta es una oportunidad enorme», argumentó.
Irarragorri quiso mostrar públicamente el regalo que le habían hecho a María Tato, de la Comisión Técnica de la FEF. Se trató de una almohadilla original del Mundial 82, en la que figuraban todas las sedes de la fase de grupos, entre ellas El Molinón y el Carlos Tartiere. Con ello, quiso ejemplificar que si en aquel momento Asturias contó con dos sedes, «cómo les explicaremos a nuestros hijos y nietos, que en esta nueva oportunidad no tengamos ni una». «Esto es de todos, hace tiempo que dejó de ser del Sporting y es responsabilidad muy grande que tenemos todos de agregar algo para que sea realidad», zanjó para finalizar el acto.
Con su almohadilla bajo el brazo abandonó María Tato la sala de prensa de El Molinón, esquivando a la prensa y muy amablemente contestó a EL COMERCIO que «me están gustando todos los proyectos», mientras se disculpaba por no poder hacer más comentarios.
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