El Sporting, con un 70% de posesión y más ocasiones, pero sigue sin ganar

'MAR' evitó la liquidación del sistema de los tres centrales, que pervivió contra algún ensayo de la semana. Y Djuka, esta vez sí, fue alistado para el comienzo. Tocó y tocó el Sporting en su campo, con la zancada de Marsà de palanca en alguna iniciación. En la trinchera, Cristo y Otero (más el canario, que bajaba muchas veces a lubricar la posesión) exploraban zonas interiores para dar carrete a los carrileros. Una falta lateral, rosca cerrada de Cote, presentó al Sporting en el partido. Salió fuera, pero fue la mejor ofensiva de un equipo previsible en el despertar de la tarde. Chato arriba, sin conectar con Djuka. Retórico otra vez con el balón. Murmullaba El Molinón, tenso con los tres centrales encajonados junto a Cuéllar para arrancar. Receloso y expectante. Algún silbido se escapó antes del cuarto de hora.

Ziganda, conocedor de lo que se cocina siempre en El Molinón, ordenó una presión alta, buena faena de repliegue y salir disparado a la contra. Insua trazó un cortafuegos rápido para desactivar una contra de Kanté, pero Izquierdoz llegó tarde al siguiente corte. Falta. Y en ese primer vistazo a Cuéllar, el Huesca embolsó de falta directa con un golpeo de Sielva por el exterior de una escuálida barrera, con Cristo respaldando el salto de sus compañeros con su cuerpo tumbado.

La colleja picó en El Molinón, malhumorado por la plana puesta en escena de los suyos. El Huesca olía sangre e inclinaba poco a poco el campo. Un control perdido de Marsà no terminó en tragedia porque al veloz Joaquín le faltó tacto en el pase de la muerte a Kanté. Siguió igual de desteñido el Sporting, acelerado por alguna individualidad. Casi siempre de Valentín. Arrancó en una explosivo y estuvo a un tris de equilibrar. Detuvo Andrés Fernández y no cargó la bayoneta a tiempo Djuka.

La necesidad apretaba a los de casa, que aumentaron la presencia en los alrededores de Andrés Fernández. El Sporting terminó más frontal, directo, evitando los empachos de posesión en su campo. Empotrando al Huesca por aire y cualquier situación a balón parado. O con las estampidas de los carrileros. Sobre todo de Valentín, el más intentón del once de casa. No le quitaba ojo desde el banquillo su hermano mayor Gerard. Así, el Huesca cedió y derrapó cerca de su área. Una falta pintada para un especialista mediante. Un regalo para una pierna de cirujano como la derecha de Pedro. Y un calco del primer gol. También tumbó Ziganda a uno de sus futbolistas. No sirvió de nada. Su barrera se rompió por arriba. El Sporting cantó el empate y buscó la victoria hasta el intermedio. Un centro de Insua no lo cabeceó bien Djuka para terminar de resetear un primer tiempo con mucho gris.

El once de 'MAR' regresó más intimidante de la charla, con un gol cantado errado por Otero. Aunque el colombiano estaba en fuera de juego. Zarfino dio más vidilla a El Molinón con otro remate abortado por Andrés Fernández. El Sporting empezaba a romper líneas con algún pase de Pedro al espacio y más población de ataque. Ni Ais Reig ni el VAR detectaron penalti en una mano clara de Cristian Salvador tras un despeje de Kanté. Tampoco dieron validez al bingo de Cristo, lanzado por un estupendo pase de un omnipresente Pedro, por un milimétrico fuera de juego. Por el hombro. El Huesca de Ziganda goteaba en todas las zonas del campo. Y el Sporting, ahora sí, era un equipo con mando y garbo. Abrasivo. La posesión tenía sentido. El qué y el cómo. Ramírez refrescó piernas arriba. Al banquillo se fueron Otero y Djuka por Aitor y 'Milo'. 'MAR' también atornilló esa posición intermedia de Cristo con Jordan Carrillo, con un hilo más directo con los centrocampistas. No salió bien parado el Sporting del intercambio de cromos. Perdió gas y vigor. Y el Huesca, a los pies de Kento, empezó a hilar más fino. Pasó el Sporting a defensa de cuatro. Sin Marsà y con Varane, recién entrado con Queipo, de ancla.

A falta de cinco minutos para el final, el Huesca se destapó y se quedó en inferioridad. Pulido vio la segunda amarilla en el primer eslalon de Jordan Carrillo y el árbitro amplió a siete la prolongación. El Sporting se echó al monte y enchironó al once de Ziganda con un buen surtido de saques de esquina y entradas por banda. Con la lengua fuera, ya no le daba para más al Huesca, que solo dejaba libre al oviedista Obeng y a Javi Martínez como su mensajero. El resto, a defender. Así terminó el partido. Sin vencedores, ni vencidos.