Sporting - Iván Cuéllar

A un partido de igualar a Sión

Es un portero rápido bajo los palos, con mucho carácter y que en los partidos se crece. Compite muy bien». Con estas palabras define Diego Mariño a Iván, 'Pichu', Cuéllar, un guardameta que llegó en 2008 al Sporting después de pasar por el Mérida, el Atlético de Madrid y el Eibar y que este fin de semana puede hacer historia rojiblanca igualando como tercer portero con más partidos en el club gijonés a Manuel Álvarez Sión, un mito de la década de los cincuenta del siglo pasado.

La trayectoria de Cuéllar en el Sporting da para mucho. Nueve temporadas en una primera etapa y dos más en la segunda en las que ha acumulado 245 partidos, a solo uno de un guardameta que marcó una década en El Molinón. Si este sábado sale a jugar en Ipurúa ante el Eibar, igualará a Sión y pondrá su nombre junto a los de Jesús Antonio Castro (471 partidos) y Juan Carlos Ablanedo (458). «Sería algo muy bonito para él, poder formar parte de la historia de un club como el Sporting, estar entre esos pedazo de nombres», reconoce Mariño, que fue compañero de Cuéllar en sus dos etapas en el club. La guinda al pastel sería poder jugar también en El Molinón ante la Ponferradina en el partido que cerrará la temporada y que supondría para el emeritense superar a Sión.

El futuro de Cuéllar es ahora incierto. El club no le ha puesto sobre la mesa una oferta de renovación, aunque el jugador ha manifestado su intención de jugando y su predisposición a hacerlo con la camiseta del Sporting. «Me dije a mí mismo que quería estar hasta los 38 años compitiendo al máximo nivel, pero viéndome a esta edad ahora quiero llegar a los 40», afirmó en noviembre. La pasada semana, antes del derbi, el cancerbero dejó claras de nuevo sus intenciones. «Siempre pienso que puede ser mi último partido con el Sporting. Hago muchísimo hincapié en lo que puedo hacer a día de hoy para divertirme y sobre todo saborearlo».

Sin oferta rojiblanca aún sobre la mesa, la renovación no está descartada, más después de su buena temporada, aunque se antoja difícil. Fuentes de su entorno sostienen que su objetivo es seguir jugando, ya sea con la elástica rojiblanca o con otra y que ofertas no le van a faltar.

El recorrido de Cuéllar en el Sporting ha sido hasta ahora el de un portero que siempre ha peleado por hacerse con un hueco, que nunca ha bajado los brazos. Cuando llegó al club rojiblanco, con 24 años y el equipo en Primera, Iñaki Lafuente y Sergio Sánchez contaban con más experiencia bajo los palos. Su entrega le hizo ganarse un hueco, llegando a los 18 partidos en toda la temporada, por delante de sus dos compañeros.

La llegada de Juan Pablo Colinas en la siguiente campaña le relegó al banquillo. Procedente del Numancia, el leonés se hizo con la titularidad y la confianza de Manuel Preciado, que le mantuvo en la portería hasta la temporada del descenso. Ya en Segunda, en la 2012-2013, Cuéllar inició la etapa más activa de su carrera. La competencia con Juan Pablo fue dura, pero el emeritense acabó la temporada jugando 27 partidos, por los 20 del leonés. Desde ahí, y hasta su marcha en 2017, Cuéllar mantuvo la titularidad en el Sporting.

Si hubo una temporada en la que los números le avalaron fue la del Sporting de los 'guajes', la 2014-2015. Con Abelardo Fernández al frente, Cuéllar se convirtió en un seguro para la portería y, resguardado por un equipo que concedía muy poco, se alzó con el trofeo Zamora como portero menos goleado de la categoría.

La explosión de júbilo fue entonces enorme. El club volvía a Primera División y lo hacía con un equipo lleno de gente joven y de la casa arropados por un puñado de veteranos, entre los que se encontraba el propio Cuéllar.

Tras lograr la permanencia, en la temporada 2016-2017 el emeritense cruza por primera su camino con Diego Mariño. «Nos habíamos enfrentado antes y además sabía de él por conocidos comunes». Lo que se encontró el meta vigués al llegar a Mareo fue con un «muy buen compañero, algo peculiar, pero muy noble y abierto».

Mariño tenía que competir con un portero que acumulaba ocho temporadas con la camiseta del Sporting, que era uno de los capitanes y que llevaba años guareciendo la meta rojiblanca. «Era uno de los jugadores más respetados del vestuario», recuerda.

Aquella temporada fue dura. Las cosas no salían en el campo, los nervios atenazaban las piernas y hacía falta carácter para tratar de sacar adelante la situación. Cuéllar ejerció entonces como un líder, el papel que le tocaba jugar como veterano, «tratando de levantar el ánimo de la gente. Destaco mucho su mentalidad. Es una persona que ve siempre el vaso lleno, lo que le hace ser muy positivo y tener una ambición muy grande».

El descenso supuso también el fin de la primera etapa de Cuéllar en el Sporting. «Mi salida es lo mejor para todos», susurró tras salir de las oficinas de Mareo la jornada que se oficializó la rescisión de su contrato. Un día después, se despedía emocionado desde la sala de prensa. «Quiero seguir creciendo en lo más alto. La decisión es únicamente profesional. En ningún sitio voy a estar mejor que aquí», reconocía entre lágrimas.

Durante las cuatro temporadas que pasó en el Leganés, la última en Segunda, no era raro verle de vez en cuando en Gijón, ciudad con la que no perdió la vinculación y que en 2021 viviría el regreso del que había sido uno de los jugadores más importantes del club en los últimos años. Con 37 años, su situación ya no era la misma. Diego Mariño se había consolidado en la portería y Cuéllar tuvo que esperar al último tramo de la temporada para volver a vestirse de corto en El Molinón. Una lesión del vigués le dio la oportunidad de recuperar una titularidad que no soltó hasta que acabó el campeonato. «Cuando volvió lo noté mucho más tranquilo, no tan proactivo como antes. Tenía otra edad y otra forma de ver las cosas. Seguía teniendo ese gen competitivo, pero también una actitud más calmada. Antes ayudaba, siempre ayudó, pero en ese momento más si cabe», recuerda Mariño.

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