El Molinón se pagará con ayudas estatales, el desarrollo urbanístico y un nombre comercial

En su intervención por videoconferencia ante los grupos municipales el empresario evitó concretar los costes de una operación que algunas fuentes cifran en torno a los 300 millones de euros e hizo hincapié en el impacto que tendría no solo para Gijón, sino para toda Asturias, poniendo como ejemplo la transformación de ciudades como Bilbao e incidiendo en que la obra no solo pretende lograr un estadio para el campeonato del mundo, sino dejar un legado para el futuro.

Legado que, por supuesto, también incluiría una parte económica, pasando por la duplicación de la superficie comercial, que pasaría de los 6.000 metros cuadrados actuales a 12.000, dentro de una idea de dotar esta infraestructura de actividad prácticamente las 24 horas del día y los 365 días del año. El presidente Ejecutivo del club, David Guerra, indicó que ya se han iniciado contactos con los actuales concesionarios de los bajos (el grupo Cafento) e Irarragorri abogó por trabajar de forma conjunta tanto con esa empresa como con Mercadona, que pretende construir un supermercado en la parcela situada entre el estadio y la calle Ezcurdia, «porque si nos unimos, habrá una mejor manera de avanzar para todos, no en el corto plazo, sino en el largo».

Legado también se pretende que sean las nuevas zonas verdes que se generarían en torno a un estadio que, según remarcó David Guerra se pretende que sea «sostenible» a la par que «viable desde el punto de vista económico». Se ganarían 2,5 hectáreas que según remarcó el arquitecto Fernando Sordo, autor del proyecto «no vinculante» que ha puesto sobre la mesa el grupo Orlegi, «serán una extensión del parque Isabel la Católica», de modo que el estadio «no sea una frontera, sino una conexión con el río Piles».

El aparcamiento pasaría a concentrarse en el entorno del estadio, con 1.200 plazas distribuidas en dos plantas, una de ellas subterránea pero tan solo a 1,5 metros de profundidad dada la complejidad geotécnica de la zona por su proximidad al río y a la playa. Y si en un futuro más lejano esos aparcamientos no se consideraran necesarios porque la ciudad incida en su apuesta por el transporte público, el arquitecto indicó que «podrían convertirse también en espacio comercial, por ejemplo para un supermercado».

Sordo garantiza que el estadio mantendrá «la misma orientación que siempre ha tenido» y seguirá «en su lugar histórico», aunque admite que la intención es «moverlo un poco» por los beneficios técnicos que representa para la ejecución. Por su parte David Guerra puntualizó que se trabaja con la idea de que las obras sean compatibles con la práctica del fútbol, por lo que el Sporting podría seguir utilizando el campo mientras se reforma. Añadió que se pretende incluir guiños a su historia y su esencia como el estadio más antiguo de España, con partes inspiradas por ejemplo en la antigua puerta de El Molinón.

Los responsables del Sporting eludieron ahondar en cuestiones como las relativas a la pretendida construcción de dos torres en la parcela en la que ahora está previsto que construya Mercadona, incidiendo que aún están «aterrizando» un proyecto «que está en evolución». Añadieron a este respecto que aún siguen trabajando en el estudio de impacto económico, si bien Guerra admitió que «una de las fuentes de financiación también podría ser la cuestión inmobiliaria».

Por el momento el Sporting se marca como próximo hito el mes de noviembre, cuando esperan conocer las primeras sensaciones de la Federación, y principios del próximo año, cuando la FIFA confirme los requerimientos para el Mundial. Y no será hasta 2024 cuando se sepa si España y Gijón albergarían el campeonato. Los grupos municipales también se citaron para un próximo encuentro en el que analizarán los presentado en una sesión que incluyó un vídeo de Joaquín mostrando el proyecto de Orlegi.