«No hay mayor innovación que buscarse la vida»

-¿En qué anda metido ahora?

-A nivel de formación cumplí en Mallorca lo que tenía en mente: pasar por la Liga Nacional juvenil y la División de Honor, que ya exige más cosas y toca un poco el rendimiento. Al final de la temporada pasada decidí no continuar en la formación. Ya me empieza a llamar el rendimiento y me focalizo en esto. He tenido alguna cosa de Primera RFEF, pero no cuajó, de Segunda RFEF...

-Y de su Sporting.

-Hubo conversaciones para incorporarme, pero llegó el proceso de venta. Ya estuve en Gijón este año para conocer a Gerardo (García), a Pedro (Menéndez), y fenomenal con todos. Las puertas nunca se cierran. Pero sí sé que al 100% no quiero estar ya en la formación. Es una etapa que creo que ya he cubierto. Quiero centrarme en el rendimiento. El Sporting es mi casa y no sé dónde estará el futuro. Ser entrenador es ser entrenador, independientemente de que cada uno pueda tener unas preferencias.

-Luis Enrique dijo en su día que nadie le llamó cuando empezaba. ¿A usted le llaman mucho?

-Estoy teniendo mucha reunión con directores deportivos. Algunos preguntan y otros, no. No hay mayor innovación que buscarse la vida. Yo voy por ahí. Si como jugador tuve que buscarme la vida, como entrenador, también.

-Turón, Marino, Ceares, Pájara Playas... Usted no fue un jugador de academia.

-Por eso esto es natural. No tuve la suerte de estar en un filial y que me dijeran: «mañana vas convocado con el primer equipo». No lo viví. Yo viví el pico y pala. Currármelo cada año. Irme a una categoría, intentar ser el mejor, irme a otra, intentar ser el mejor. Progresar de una manera muy individual. Me encantaría tener opciones de entrenar a un filial y, más tarde, a un primer equipo, pero no lo he vivido. Yo entiendo el trabajo como mi forma de vida. Si pretendo estar en casa tomando un café y que me llamen... En eso no creo.

-Tomó sus decisiones como jugador sin ceder a imposiciones. ¿Cómo técnico es así?

-Como entrenador debo ser adaptable. Tener todos los registros dentro de una esencia que ya tengo: ocupar espacios, atacar espacios si es necesario, ser protagonista con el balón si puedo. Pero no voy a poder elegir el equipo al que voy, ¡eh! Tendré que adaptarme. Y todos los modelos de juego tienen que ser adaptables. ¿La esencia? Quiero que el jugador se sienta cómodo, protagonista. El fútbol es de los jugadores. Yo no puedo decir que juego solo de 'x' manera. Voy por la adaptabilidad, aunque me encanta ser protagonista con el balón. Crear.

-¿Cuánta demagogia hay en el culto al balón? Hay equipos que generan muy poco con posesiones muy exageradas.

-La posesión da que mientras la tienes no te atacan. ¿Qué más? En teoría te acerca al gol. Pero esto te lo va a marcar el perfil de jugadores. A mí me encanta tener la posesión, jugar en campo rival, pero a lo mejor tienes un equipo que no es capaz de bascular dos veces de lado a lado. Hay que adaptarse y buscar recursos para potenciar a los jugadores que tienes. En lo que no creo es en que si no estás apretado, le pegues arriba como principio para mandarla al campo rival y tratar de ganar la segunda jugada. Dicho eso, con cualquier idea el jugador tiene que entender lo que hace.

-¿Usted encajaría en su fútbol?

-Yo me pondría las pilas a mí mismo. Creo que tenerme en mi equipo sería un reto para mí. Fui muy individualista.

-¿Complicado para los técnicos?

-Claro. Pero tiene sentido con lo que estamos hablando. Si yo me tuve que buscar la vida, ser el mejor en Tercera, en Segunda B, en Segunda... Yo crecí con una individualidad del fútbol quizás errónea. No siempre tienes que ser el mejor. Ni tocar el balón siempre. Ni finalizar la jugada.

-¿Se ve entrenando este curso?

-La opción de la Primera RFEF estuvo ahí, pero no surgió. Intento no caer en coger cualquier cosa para entrenar. No tengo prisa. Sé lo que soy como entrenador, sé hacia dónde quiero ir y tengo las ideas muy claras.

-¿Quién le inspira?

-Luis Enrique. Me encanta. En el Barcelona era vertical de cojones. Y con el fútbol que hizo en la Selección, y ojalá pueda decírselo algún día, logró la excelencia. Quizá en un mundial no era tan necesaria esa excelencia, aunque España era para mí la que mejor jugaba. Pero la resolución de problemas y toma de decisiones en determinadas zonas no fueron acertadas en algunos momentos.

-¿Por qué se ha llevado tan bien siempre con Ángel Torres, su padre deportivo? ¿El carácter?

-La gente no me conoce realmente. Tengo un carácter fuerte porque soy muy competitivo y más como entrenador, que quiero ganar, pero soy muy prudente para no dejarme pasear por los sitios. Ángel es una bellísima persona. Un tío de carácter, hecho a sí mismo. Se merece levantar una Copa del Rey. Ha currado mucho y se puede permitir el lujo de decir lo que le da la gana.

-¿Se ve identificado en él?

-Admiro a la gente que se curra las cosas, que pasa por momentos complejos, que se levanta y cae, que avanza con pico y pala. Y luego recoge. Yo creo en eso.

-¿Sintió rencor hacia el Sporting porque no apostase por usted de chaval?

-¿Cómo voy a tener rencor al Sporting? Imposible. Viví mil historias en Mareo desde pequeño. Volver al Sporting fue cerrar el círculo para mí. Que me hayan echado de niño o lo que haya pasado, sirvió para que estuviera años después en El Molinón. La gente pasa, pero el sentimiento está ahí. El Sporting está por encima de las personas que no me quisieron en su día y que ahora, a lo mejor, ni se dedican al fútbol. Aquel mercado de enero, cuando vi las ofertas que tenía, la del Sporting era la que peor pinta tenía, pero cómo no iba a volver. No hay rencor, todo lo contrario.