JAVIER BARRIO
GIJÓN.
Viernes, 3 de abril 2020, 02:41
Vigilancia al detalle. Medida cada recomendación desde el primer párrafo al último. «Desde su llegada a la ciudad deportiva hasta su acceso al terreno de juego, los futbolistas deberán portar mascarillas y guantes». «Una vez finalizado el entrenamiento solitario, el jugador deberá dirigirse automáticamente a ... su vehículo, limitando al máximo su paso por las instalaciones». Estas son algunas de las directrices, tal cual han sido redactadas, que recoge el primer boceto del protocolo elaborado por la Liga para la reincorporación a la normalidad de todos los equipos. El Sporting, como informaba ayer EL COMERCIO, ya lo tiene entre sus manos desde hace unos días, visualizando lo que puede ser el fútbol 'precompetición' si se logra controlar la crisis del coronavirus.
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En sus campos de entrenamiento de la ciudad de Gelsenkirchen, el Schalke 04 alemán volvió ayer a los entrenamientos en una estampa inédita. Los jugadores, por parejas. Y entre uno y otro, distancia de seguridad. Ese será el pan nuestro de cada día del Sporting si se cumple la agenda de la Liga, que ve como un escenario posible recuperar la competición para junio. Si el fútbol vuelve, el protocolo confirma que habrá quince días de pretemporada, algo que demandaban todos los profesionales para readaptarse al ritmo de la competición y reducir riesgo de lesiones articulares y musculares. Estas dos semanas estarán estructuradas en cuatro fases de trabajo, hasta llegar al entrenamiento colectivo, para mantener a raya el coronavirus.
En la Liga son conscientes de que, si se reanuda la competición, la aparición de nuevos casos positivos abriría la puerta de forma clara a la cancelación del curso. Ya no habría margen para el encaje. De ahí que el protocolo destaque por su tono imperativo, más que de recomendación.
A la espera de ver si el planteamiento se afina más en estas próximas semanas o incluye nuevas obligaciones, las posibilidades que otorga Mareo permiten al Sporting cumplir con lo exigido, teniendo que redefinir su funcionamiento ordinario para crear una atmósfera próxima a un búnker. De hecho, el club tendrá que realizar una selección de personal previa para ver quiénes serán los trabajadores que compartirán el día a día con los jugadores, teniendo que estar acreditados en función de su grado de responsabilidad y, por supuesto, cumpliendo con las recomendaciones sanitarias. Hay personal con un cometido sumamente delicado, como el cocinero o la persona responsable de la lavandería. Las instalaciones, que llevan cerradas desde el viernes 13 de marzo, también tendrán que ser desinfectadas y delimitadas para el trabajo del primer equipo, que deberá someterse a dos test para descartar positivos por coronavirus. Ellos y los familiares con los que vivan.
A partir de ahí, en la fase de trabajo solitario, el Sporting tendrá que organizar un cuadro de asistencia para que solo dos jugadores coincidan en un mismo campo, con ocho en toda la instalación al mismo tiempo. Los técnicos seguirán el trabajo a distancia. Estas fases desembocarán en los entrenamientos colectivos, con una estampa más habitual, pero se mantendrán las medidas. Los jugadores, en ese sentido, deberán ser especialmente cuidadosos. Tendrán prohibido salir de sus casas, salvo por una causa de fuerza mayor. Y llegarán a Mareo con la indumentaria de los entrenamientos e incluso, en la segunda fase, con guantes y mascarillas. Medidas extremas ante circunstancias extremas.
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