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JAVIER BARRIO
GIJÓN.
Domingo, 17 de octubre 2021, 01:36
Enchironado el Alcorcón, noventa minutos con la persiana bajada, Djuka reventó el candado con un gol agónico, que entró llorando de camino a la prolongación. Coreado por todo el sportinguismo, que hoy se despertará otra vez con la corona de Segunda. Fue un martillazo descorchador ... de un batallador insobornable. Con un pelín de potra, pero recompensador con los méritos de unos y otros. Poesía. No merecía un botín tan suculento el Alcorcón, rácano, dedicado a la pérdida de tiempo y la destrucción. Todo lo contrario que el Sporting, meritorio hasta la última carrera. Ejemplar y terco a por el gol, rebelado al morro torcido del partido y el embotellamiento alfarero. Pleno en El Molinón, donde no tiene rival. Cinco de cinco. La obra de Gallego.
Sporting
Mariño; Bogdan, Babin, Berrocal, Kravets; Gragera (Nacho Méndez, m. 80), Pedro, Aitor (Berto, m. 85), Gaspar Campos (Puma Rodríguez, m. 64), Fran Villalba y Djuka.
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Alcorcón
Jiménez; Víctor García (Carlos Hernández, m. 87), David Fernández, Gorosito, J. Hernández (Asencio, m. 87), Moyano, Juanma, Fornies, Arribas (Hugo Fraile. m. 77), Lucho (Marc Gual, m. 59) y Al Badaoui (Córdoba, m. 59).
Gol: 1-0: m. 90, Djuka.
Árbitro: De La Fuente Ramos. Amonestó en el Sporting a Djuka, Kravets; y en el Alcorcón a Víctor García, Gorosito, Moyano, además de expulsar a Marc Gual con tarjeta roja directa.
Incidencias: partido disputado en El Molinón ante 14.146 espectadores.
Hubo que recorrer todo el partido para alcanzar esa explosión y jolgorio. Porque Jorge Romero, nuevo entrenador del Alcorcón, planteó una faena de pico y pala para el Sporting. Con tres centrales, cerrando con cinco, ahogando el pasillo interior del Sporting. De carcelero, con marcaje personal a la antigua usanza, Moyano no le quitaba ojo a Fran Villalba. Así, con tráfico en hora punta y atrincheramiento, el partido pedía a gritos paciencia y precisión en los metros finales. Con sombra y todo, el valenciano cogió el mando a distancia del equipo, que perdonó el gol madrugador por un pelo y Dani Jiménez. Villalba apretó el interruptor de dos situaciones pintadas, finalizadas por Djuka y Aitor, que se regalaron el último pase. Primero uno y, después, otro. Enterrado el hacha de guerra tras el derbi.
Más Sporting
JAVIER BARRIO
arienza / a. garcía
Fue un partido tramposo desde la charla del camerino, una huerta de minas antipersona. Y un árbitro permisivo con la gresca forastera para coronar, aunque luego se disparó con las tarjetas. Al internacional por Montenegro, avinagrado por las patadas y los agarrones, lo tuvo que enfriar Gallego después de ver la amarilla por pura impotencia. El Alcorcón traía la lección aprendida. Sabía que tecla apretar, emplomando el choque todo lo que podía y más. El visitante Lucho enseñó el diente en una pérdida de Gragera, corregida por una parada de Mariño. Arribas volvió a asomarse al rancho del meta poco después. Paliducho el equipo con demasiado parón y un contendiente callejero, el balón no fluía. Solo en los pies de Villalba, estupendo a cuentagotas, muy marcado. Romero le quería fuera. Aunque sin ser la repera, el Sporting mereció mejor cosecha en el primer acto. Dani Jiménez voló para sabotear un zurdazo de Aitor con el que ya se relamía la grada. Pero el encuentro se fue a la caseta con el corcho puesto y una bronca de aúpa de El Molinón. Sucedió que De la Fuente Ramos cerró los ojos en una refriega entre Djuka y Gorosito, en alerta amarilla. El balcánico, con la posición ganada y en pleno baile con el central, se fue al suelo. La grada clamó por la roja. Los decibelios se los llevó pegados a los oídos el árbitro vallisoletano. El Sporting, agarrado por dentro, necesita volar por fuera. El 0-0 reafirmaba al Alcorcón, amarrategui y saboteador de fútbol.
Pudo brindar pronto el equipo por el descorche nada más asomar la cabeza. Pero Dani Jiménez volvió a rebotar un remache de Djuka, utilizando un pase lanzadera de Pedro. Sin ese primer gol, aperturista, la trama era la conocida. Y ni Pedro ni Gragera tenían el día. Ni Berrocal, con el pie torcido. Sí lo tenía Aitor, hiperactivo y voluntarioso. El Alcorcón, descamisado, se entregaba a torpedear el fútbol sportinguista, con poco lubricante. Cundía la impaciencia. Murmullos y silencio, termómetro ambiental del nerviosismo. Villalba rompió el atragantón en una individualidad que pateó fuera. Seguía tapiado el Alcorcón, suertudo en una colección canija de méritos. Jorge Romero tuneó su ataque, metiendo a Marc Gual, viejo conocido de Gallego, y a Córdoba. El primero se fue expulsado.
Tan feo pintaba el panorama que Gallego tuvo que reclutar de urgencia a 'Puma' Rodríguez para intentar armar la revolución. El extremo casi no había tenido tiempo de deshacer la maleta de su viaje transoceánico. La entrada del panameño fue un toque de corneta. Pasó a jugarse en el cuello de botella que ingenió el Alcorcón ante Dani Jiménez. Villalba volvió a relamerse con el gol, pero el balón salió acariciando el poste. Y el Alcorcón trató de apagar el incendio con pachorra. 'Puma' y Aitor, en su mejor partido de este año, lo intentaron. También Djuka, que chocó con sus guantes otra vez. Gallego acabó de ventilar el once con las piernas frescas de Nacho y Berto. Y llegó, sobre la bocina, Djuka. Con suspense y ayuda de Gorosito, pero con gol de oro.
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