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EDUARDO ALONSO
GIJÓN.
Sábado, 21 de mayo 2022, 01:00
Este Sporting representa el espíritu de la contradicción. Abelardo, por imposible que parezca a priori, ha dado la vuelta a la chistera para despertar a ... un equipo desconectado, irremediablemente condenado, con un chasquido, como si de un mago se tratara, en los apenas quince días que ha tenido a los rojiblancos bajo su hechizo. Atrás, meses difíciles, dos entrenadores y demasiadas derrotas, algo inadmisible en un club, por tradición e historia, ganador como este. Nada se presenta, a priori, utópico, hoy por hoy, para este conjunto sportinguista. Tan nómada, navega según las circunstancias a las que le han obligado. Se adapta. No tiene aún un manual totalmente definido. No ha habido tiempo. Cabe que la gente espere a Djuka y Villalba y acabe rendida a futbolistas como Pedro y Gragera. Pero no por ello se le ve incómodo.
En constante exigencia tras un largo camino dubitativo precedente de la mano de David Gallego y José Luis Martí, intenta ahora, a marchas forzadas y bajo la tutela de un hombre de club, sportinguista de nacimiento, recuperar el prestigio perdido y, más allá, cumplir con una obligación como es agarrar definitivamente la permanencia. Porque el Sporting afronta esta noche (20 horas) en el Estadio Fernando Torres, el feudo de un Fuenlabrada descendido, lo que paradójicamente le convierte en un rival más peligroso -sale más motivado, como demostró la última jornada ante el Lugo (1-3) y deja en ataque jugadores descolgados-, pero rabioso y dirigido por un ex del club gijonés como Sandoval que dejó pocos amigos en Gijón, un compromiso calificado por Abelardo como 'match ball'. Y esa necesidad de ganar se cruza con la exigencia de mantener la llama que 'El Pitu' ha avivado en un estadio que será una horno -se esperan más de 30 grados al inicio-, pero que contará con una colorida presencia de aficionados rojiblancos, casi 2.000, que, probablemente, sean mayoría en la grada.
En medio de la mayor crisis deportiva de la historia del club, esta trepidante, a veces injusta, a veces irreconocible, competición ha conducido a los rojiblancos a un callejón sin salida en tierras madrileñas, aunque se mantenga el comodín de la última jornada ante Las Palmas. Pero, tras el empate ante el Huesca y el triunfo ante el Girona, el grupo que Abelardo está en vías de moldear necesita una victoria para, sin aguardar más, salir esta misma noche de Fuenlabrada con la garantía de que la próxima temporada desfilará en Segunda.
Mucho trabajo de ensayo
El regreso del técnico del último ascenso, del entrenador que siempre ha contado con el apoyo de la grada, es un bálsamo en un conjunto que, jornada tras jornada, salía por la puerta de atrás. 'El Pitu', hombre de lenguaje sencillo, pero directo, ha insistido durante la semana sobre las altas temperaturas y el trato con el balón: llegadas por banda, simulaciones de contraataques, presión siempre, velocidad en el juego, ejercicios de posesión en espacios reducidos y de circulación, finalizaciones...
El técnico ha sabido montar con buen pulso en dos semanas el puzle con las piezas de su once. Siempre le ha preocupado armar su equipo de una forma coherente. Por eso, no ha dejado demasiadas incógnitas acerca del equipo titular que visitará al Fuenlabrada, donde, salvo imprevisto, repetirá el once que ganó hace una semana en El Molinón.
La expedición rojiblanca montó anoche su cuartel en Alcorcón. Abelardo se los llevó a todos, incluido Babin, que se ejercitó junto al readaptador, y Jony -«no pasó una buena noche, a ver cómo se encuentra»-. A ellos se sumó el canterano Jordi Pola.
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