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JAVIER BARRIO
GIJÓN.
Viernes, 24 de febrero 2023, 20:15
Uros Djurdjevic atraviesa posiblemente el que sea su momento más difícil desde que llegó a Gijón. En diciembre, cuando fue expulsado del partido contra el Numancia en Soria por una volcánica protesta, tocó de alguna manera fondo. El arrepentimiento fue inmediato. En el Sporting ... recordaban verle en el vestuario hundido, con la cabeza gacha. Pidió perdón a todos por su comportamiento y regresó en silencio. «Estaba destrozado porque no le salía nada, había dejado al equipo con uno menos. Es una persona muy competitiva, pero, sobre todo, un buen compañero», confirmaban en la plantilla.
Fue un episodio determinador de que, con la ansiedad de no haber marcado un gol en la Liga desde finales de agosto (sí festejó en la Copa en Beasain), sus enormes ganas de aportar al Sporting y de agradar al sportinguismo le están jugando una mala pasada. Una parte de El Molinón ya le recibió de uñas, con algún silbido, a la vuelta de las vacaciones de Navidad. También por aquel penalti ante el Levante que le torturó más. A perro flaco...
Su familia, como toda la vida desde que salió del pequeño pueblo de Veliko Polje para iniciar su carrera como futbolista y buscar su fortuna, está siendo su principal apoyo en esta difícil coyuntura profesional, sobre todo para un delantero con su naturaleza competitiva y voracidad. Y un carácter afable, cariñoso, pero también muy tímido fuera del campo. Poco dado a exteriorizar lo que pasa en su cabeza y en su interior. «Djuka está pasando por momentos difíciles en su carrera. La crisis de goles lleva mucho tiempo, pero no se ha olvidado de marcarlos», replica su padre Zoran, quien rebobina y considera que su mejor momento en Gijón llegó con la confianza y estabilidad que le otorgaron José Alberto y David Gallego.
«En ese momento sentía que era un jugador importante y lo devolvió en el campo. Djuka es ese tipo de jugador. Cuando ve que hay confianza en él, deja su corazón en el campo, no ahorra nada», amplía. Con Miguel Ángel Ramírez está aún por ver su rol en un once muy cambiante, especialmente en el ataque. Pese a las manifestaciones públicas y una reunión personal con el jugador, con el técnico canario solo ha jugado dos partidos como titular en la Liga. Los dos últimos. Sin fortuna ante el gol. «Necesita tranquilizarse y no comerse la cabeza con lo mismo. Tiene que hacer un buen partido antes que obsesionarse con el gol, que llegará», observa un excompañero del internacional por Montenegro.
En la balanza del corto plazo batallan su ausencia de goles temporal contra su estadística general y su alto compromiso con el club. Con el Sporting ha disputado 185 partidos y ha marcado 59 goles, siendo un jugador muy importante desde su llegada para todos los entrenadores y muy querido por un amplio sector del sportinguismo, aunque últimamente haya sido silbado en sus sustituciones en El Molinón. «No es una situación agradable ni para Djuka ni para su familia. Es un ganador nato y cada fracaso se le hace muy duro. Estaba muy triste cuando pasó lo de los silbidos. Todo lo bueno que ha hecho se olvida», lamenta su padre.
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Los Djurdjevic ven con tristeza la situación, confiados al mismo tiempo en el resurgimiento del delantero. Conocen con detalle todos los esfuerzos que ha realizado Djuka por el Sporting y repiten varias veces la misma expresión: «Es un ganador». «Ha demostrado su amor por el club muchas veces y no ha querido dejar nunca al equipo. Volverá», sintetiza su padre. Eso incluye jugar con el escafoides roto de su muñeca izquierda durante varios partidos en 2022, también con una lesión abdominal con la que compitió bajo su responsabilidad, sin olvidar sus viajes maratonianos tras jugar con Montenegro para estar disponible para el Sporting. El curso pasado aceleró tanto en uno de estos desplazamientos que pudo llegar a Gijón el mismo día del partido contra el Cartagena para liderar una victoria clave para la permanencia con dos goles y una asistencia.
«El fútbol no tiene memoria», subraya un excompañero. El pasado verano, en ese sentido, tomó una decisión clave. Sobre la mesa tenía una nueva oferta del Rayo, que volvía a la carga por él (en 2021 le ofreció un contrato a razón de 1,5 millones de euros por temporada y casi cinco millones de euros para el club, pero se truncó por falta de alternativas de la dirección deportiva del Sporting) y del LASK Linz de Austria, que quería contar con sus servicios. Terminaba contrato. Tanto su familia como el delantero, muy arraigados en Gijón, querían continuar, aunque las propuestas eran superiores. El Sporting hizo un esfuerzo, convirtiéndolo en el jugador mejor pagado, y Djuka aceptó de buen grado continuar. Su mujer Miljana y sus dos hijos, Andrea y Tadej, están encantados en Gijón y en el club.
Este mercado de invierno, el Valladolid llamó a su puerta para ampliar sus opciones de ataque tras la marcha del israelí Weissman al Granada. Había otra propuesta más. Y aunque comenzó siendo suplente para Ramírez hasta el pasado 12 de febrero, el club le cerró la puerta. Ahora, su familia cierra filas en torno a él. En lo bueno y en lo malo. «Djuka necesita confianza, buscar la forma a través de los partidos para empezar a marcar goles de continuo», sostiene Zoran Djurdjevic.
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