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JAVIER BARRIO
SORIA.
Domingo, 19 de enero 2020, 03:09
A este Sporting flaco, todo son pulgas. Solo porque es un pupas, porque derrapa exageradamente de atrás y desafina arriba, el equipo de Djukic se fue ayer de Los Pajaritos con dos tortazos bien plantados y una derrota. Le llegó el mamporro por ... un camino atípico, dominando casi todo el partido y con la sensación de que la propuesta del serbio, con mejor engrase y extras del mercado, irá a más. No anda sobrado de tiempo Djukic, pero si hay un camino para enderezar esta desastrosa temporada, es el de ayer. No siempre será el Sporting un equipo tan desgraciado, tan fallón, ni tan pusilánime en defensa como lo fue ayer, en una espiral de catástrofes que se repite, propiciando una derrota de manual. Desajustes en defensa y mala gestión del ataque, el combustible para cualquier competidor de esta categoría. Es evidente, en esto último, que necesita nuevos condimentos del mercado de invierno el preparador, sobre todo para afilar el colmillo y dejar de enredar en el área de sus oponentes.
Vaya por delante que no ha tenido Djukic ni un partido normal como entrenador del Sporting. Se confirmó ese gafe con la tempranísima lesión de Molinero, placado por Higinio en una peligrosa acción cuando no se llevaban ni diez minutos de fútbol en Los Pajaritos. La jugada, que tuvo miga, se escenificó en el área del Numancia. Cerró los ojos el videoarbitraje con la brutal embestida del delantero y se enfrió el Sporting, que había entrado bien al choque. Desorientado por la lesión del toledano, el once gijonés se comió otro gol de estrategia cuando su compañero iba camino de la enfermería en camilla para que le examinaran las cervicales. Otra pájara, otro golpe a mano abierta. El mismo Higinio, con un remate cerca del primer palo, sorprendentemente sin tráfico, batió a Mariño, recordando la tierna fase en la que se encuentra varado este proyecto. El descosido que luce el Sporting en la respuesta de los ataques paridos en el laboratorio enemigo es brutal. Y para más inri, el VAR anuló un par de minutos después un gol a Djurdjevic por una mano que necesitaba confirmarse en dos repeticiones por lo menos. Pero era mano.
El aturdimiento gijonés fue gaseoso. Serenado por ese frenesí, con Unai remendando el lateral zurdo de regreso a Soria, el Sporting se manifestó con más garbo y creciente, prosperando en la idea de Djukic. Completó, contra la aseveración del marcador, una buena primera mitad. Incluso le enseñó los dientes a Dani Barrio en un pequeño tiroteo, con un zurriagazo lejano de Aitor García y un remate de Babin en un córner. Tuvo balón, lubricó y siguió pisando con frecuencia la residencia del meta criado en Mareo. Aunque otra vez, desgraciadamente, con viento en contra y poca saña para testar el mentón soriano. Javi Fuego atornillaba al equipo y ganaba el centro del campo, completando un buen partido, liberado Pedro para conectar un poco más arriba. Otro pateo lejano de Aitor volvió a silbar en los oídos de Dani Barrio.
El Sporting, por desgracia, desembocaba su ofensiva en un embudo del que no sacaba nada de provecho. Con Manu nada fino, le faltaba seda para hilar el pase definitivo. O en los bombeos laterales, algún rematador con mala uva y más astucia. 'Djuka' estaba en todas, pero esos envíos le echaban de menos. Lo que generaba el Sporting se marchitaba sin ningún poso. Desprovisto de ese martillo y con ese madrugador derrape atrás, el equipo de Djukic se metía en la caseta con cara de pocos amigos, pese a manifestarse superior al Numancia, más apurado que de costumbre en Los Pajaritos. Con el gol de Higinio, casi finalizó su repertorio en todo el partido, hasta su segundo castañazo, ya en el desenlace de la jornada.
El Sporting se radicalizó en esa actitud mandona frente al conservadurismo del Numancia en el inicio de la segunda mitad. Algo olía a quemado en la tropa de Luis Carrión, discípulo de Djukic. El serbio olfateó la oportunidad y se echó al monte. Buscando el partido y agarrar por la pechera al grupo anfitrión, abrió el arsenal para enchironar al Numancia con el empuje de un 4-4-2 claro, con Álvaro Vázquez sustituyendo a Carlos Carmona, bastante mejor que en sus dos anteriores encuentros. Manu fue empujado a la izquierda y el riesgo subió, pese a que el Numancia seguía mostrándose acartonado. No tuvo demasiada incidencia, eso sí, el delantero catalán, al que no se cierra la puerta en el mercado invernal y se mantiene en un plano irrelevante desde su llegada.
El partido se apretó y Djukic refrescó el mediocentro dando bola a Nacho Méndez, relevo de Pedro Díaz. El Sporting apretó los dientes y no achantó. Persiguiendo el empate, Djurdjevic protestó un empujón de Calero y Sola marcó con la mano en la réplica, enfriando el VAR la alegría de Los Pajaritos y recuperando el once gijonés el pulso por puntuar. La realidad es que esta fue la única hostilidad de los de casa después del descorche de Higinio y hasta el segundo gol. Merecía el Sporting echarse algo a la boca, atechado el Numancia, sobre el que llovieron centros al área y saques de esquina. Viendo las orejas al lobo, Carrión alistó a Marc Mateu, uno de sus elementos más fiables. Un cabeza de cartel en los últimos años en Los Pajaritos para aguantar la pelota y contener al Sporting, que jugaba con la corneta en la boca y, también, con las líneas muy avanzadas.
Al aficionado del Numancia también le olía a chamusquina lo que veía, con el morro torcido por el dominio de los gijoneses. Aplaudió a su equipo para estimular a la tropa después de que Djurdjevic diera el enésimo toque de atención al Numancia, empujado hacia su campo y dedicado a tapar fugas de agua en todos los rincones de su campo, compinchado con la falta de intensidad con la que el Sporting daba las luces largas a los de casa. El ucraniano Bogdan levantó el periscopio y puso un centro en su punto de fuga por la derecha. El serbio se liberó de Derik, su carcelero, pero cabeceó fuera una ocasión pintada. Nadie llevaba cerillas en el apagón ofensivo de la cuadrilla de Djukic.
Y entonces, sucedió lo peor, esperado por otra parte en una situación interminable de amagos y amenazas de boquilla. Desnivelado el campo del Numancia hacia el área de Dani Barrio, los de casa embolsaron en la única situación que tuvieron prácticamente en toda la segunda mitad para rechistar. Un centrado despeje de Javi Fuego, sin más colaboradores para espantar el peligro a su alrededor, fue peinado por Calero al balcón del área, terminando en los pies de Curro. Con más descaro que creencia en la maniobra que iba a ejecutar, el vistoso extremo controló y lanzó un disparo en semi-volea que pilló sesteando a Mariño, mal ubicado. Descargó la grada los nervios con un grito de victoria, sabiendo el valor de un botín muy suculento y tras un partido que había jugado siempre a la defensiva. Y sufrió Djukic su segundo trastazo, con mejora de sensaciones y la impresión de que su cuadrilla crece, pero inmovilizado en la clasificación por su propio sabotaje en las dos áreas, donde se decide todo. Lo dicho, de manual.
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