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JAVIER BARRIO
Domingo, 19 de abril 2020, 04:04
El 19 de abril de 1970 fue fructífero para el fútbol. En Madrid, el Atlético se proclamaba campeón de la Liga. En Gijón, el Sporting lograba un espectacular ascenso, con una victoria sentenciadora ante el Salamanca para dar el salto. Y ese mismo día, entre celebraciones y remates de 'El Brujo', nacía Abelardo, que hoy cumple cincuenta años. Uno de los mejores jugadores que ha cultivado Mareo. Un entrenador decisivo para regatear sobre la bocina el 'crack' económico sportinguista del 2015.
Debutante en Primera con apenas 19 años, nada menos que en el Bernabéu, su vida está salpicada de éxitos con el balón. Aquel partido, curiosamente, lo jugó como interior por la banda izquierda, marcando a Míchel. Decisión de Aranguren. Cuentan sus compañeros de la época que el extremo 'merengue' le buscó todo el partido para picarle, sin que el 'Pitu' se inmutara. «Nene, ¿por qué no me das una patadita?», le espetaba en algún roce.
«El debut con el Sporting era un sueño. Yo venía a El Molinón, estaba en la zona de máxima animación y vivía el fútbol de forma muy forofa», recordaba hace unos años. El gen sportinguista lo tenía antes de llegar a Mareo desde el Xeitosa, de la mano de su 'hermano' Luis Enrique. Perduraría después de que el Sporting le cediera a La Braña y al Estudiantes. Y lógicamente crecería a raíz de que Carlos García Cuervo frenase en seco su marcha al Caudal, convencido de que el 'Pitu', que entonces atacaba por el centro del campo y anunciaba un gran rematador, iba a más.
«El Sporting es mi club. Aquí he vivido mis mejores años. Es donde más me he emocionado. ¿Por qué? Porque lo siento como mío. Soy del Sporting y de Gijón. Lo vivo como tal. El club sabe que me tiene para lo que quiera», subrayaba antes de cumplir los cincuenta. Aunque debutó con Aranguren, García Cuervo fue el entrenador que verdaderamente le dio carrete. Tanto que instó a la directiva a poner en el mercado al internacional irlandés Kevin Moran, llegado del Manchester United, para dar vuelo a ese prometedor chaval de Pumarín.
En Gijón fue de menos a más. Jugaría cinco temporadas con el primer equipo, en pleno 'boom' de los 'yogurinos'. Participó en 234 partidos y marcó 16 goles. Hizo tanto ruido que el Barcelona se empeñó en su fichaje, sabedor, además, de que terminaba contrato. No obstante, Abelardo hizo un último servicio a la causa y renovó antes de salir. Y aceptó subir el importe de su cláusula de rescisión, que tuvo que abonar el Barça en 1994. Dejó en caja 275 millones de las antiguas pesetas (1,65 millones de euros), en una operación que llevó su agente de siempre, Alberto Toldrá.
Antes de su traslado a la Ciudad Condal, eso sí, ya se había asegurado un sitio en el Olimpo del fútbol. Con otra generación inolvidable se colgó el oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. Para el recuerdo quedará esa final ante Polonia (3-2), abriendo la cuenta de España con un certero cabezazo. «De ese partido conservo tres imágenes imborrables: la de mi gol, la del gol de Kiko que nos dio la victoria y la ceremonia de entrega de medallas, con el himno», rememora. Vicente Miera, otro icono sportinguista, era el seleccionador entonces. Llegaría a ser internacional 54 veces, participando en dos mundiales y dos eurocopas.
En el Barça tocó techo: dos Ligas, dos Copas, dos Supercopas de España y, a nivel internacional, una Recopa y una Supercopa. Convenció a Cruyff, Rexach, Robson, al Van Gaal de la primera época, a Serra Ferrer... Hasta su salida en 2002, con la vuelta del holandés. En ese camino dejó calentando banquillo a Popescu, Fernando Couto, Blanc, Pellegrino o Bogarde. Un año después, jugando ya para el Alavés, anunció su retirada después de catorce años. Torturado por su rodilla izquierda, renunció al año de contrato que le quedaba. «No se lo merece el Alavés», aseguró.
Ahora, soplando las velas de los cincuenta, su trayectoria como entrenador todavía tiene muchas crónicas que escribir. Tres intensísimos años en el Sporting, con un ascenso memorable, una permanencia a juego y una salida dolorosa. Otras dos temporadas para recordar en el Alavés, al que dejó en una zona más que confortable. Y, desde diciembre, el más difícil todavía en el Espanyol.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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