Batalla por mar y aire

Mucho más cerca del nivel del suelo, pero muy lejos de tierra firme, buques de inmenso tonelaje y grandes dimensiones avanzan dejando tras de sí cantidades ingentes de agua. Navíos grandes, difíciles de manejar y que no tienen trayectos sencillos mar adentro. Algo así como el Real Oviedo que capitanea José Ángel Ziganda, que lleva años peleando contra viento y marea. Sobre todo estos dos últimos, en los que ha luchado contra sí mismo.

Luis y Nacho Bedia, oficiales de la Marina Mercante, alternan dos meses en tierra y dos en alta mar con la misma naturalidad ya con la que su 'Oviedín' entra con buen pie en los derbis. «Espero que eso no genere una presión añadida y se mantenga la dinámica», apunta el primero, que lo verá en tierra firme. «¿Qué temo del Oviedo? Al propio Oviedo, pero, aun así, apostaría por él», añade el segundo, que lo seguirá en las costas portuguesas.

¿Avión de combate o buques inmensos? El Eurofighter es un prodigio volante que necesita, sin embargo, de unas manos delicadas, de una gran experiencia de vuelo y de una mente privilegiada. «Llama la atención lo rápido que pasa todo en su interior y la cantidad de decisiones que tienes que tomar en un plazo tan pequeño. Exige mucha cabeza».

El capitán Borja Entrialgo, piloto de pruebas de este modelo en la Base Aérea de Torrejón de Ardoz, ha visto cumplido su sueño. Sportinguista de cuna, ahora piensa en ver al equipo de su vida de nuevo en lo más alto y, mientras llega ese momento, disfruta de su ritmo, intensidad y de cómo crece sobre los cimientos que ha levantado una nueva brillante generación de canteranos. «Estos chavales tienen identidad y te enchufan. Me recuerdan los años de los ascensos de Preciado y Abelardo», hace hincapié.

Borja Entrialgo, de 31 años, es todo sentimiento cuando habla del Sporting. Le viene de familia. «No nos lo esperábamos. Empezamos con unas expectativas bajas y con la incertidumbre de un entrenador nuevo, pero nos hemos llevado una auténtica sorpresa. Incluso con jugadores como Djuka, que no acababa de funcionar y que se está saliendo», explica este gijonés, residente en Madrid, para el que el derbi de mañana es un ancla sentimental con la vida que dejó atrás -fue abonado hasta los 18 años, cuando se trasladó fuera de Gijón-. «Solo pido que salgan a comerse al rival, con ganas, con convencimiento, y que recuperen las sensaciones que mostraban hasta hace tres jornadas. Hay que ganar y hundir al Oviedo», dice el piloto del Principado.

Nieto de Roberto Entrialgo, el que fuera directivo de filiales con Ángel Viejo Feliú y directivo también con Manuel Vega-Arango en su primera etapa y con Ramón Muñoz -«me da mucho envidia porque él vivió la etapa de un Sporting importante, que tuteaba a los 'grandes' de España y jugaba en Europa»-, se formó en el Instituto Calderón antes de incorporarse a la Academia Aérea de San Javier.

Morón fue su primera parada con el título de piloto de combate. Ahora trabaja como piloto de pruebas del Eurofighter. «Son como un Iphone. Llegan nuevas actualizaciones de software y hardware y alguien tiene que probarlas antes de introducirlas en la flota. Mi trabajo está ahora más enfocado al tema de la ingeniería y desarrollo», explica el gijonés, que este año no verá, como solía hacer, el derbi con alguna de las peñas de la capital por el tema de la covid, sino en su casa.

«¿Un resultado? Diría un 3-1, con dos goles de Djuka y otro de Pablo Pérez», contesta, con voz firme, Borja desde la distancia. No queda demasiado tiempo de competición. Quizás incluso menos de lo que quisiera el Sporting. Y con una primera parada marcada por una rivalidad añeja que va más allá de lo deportivo. «Del Oviedo le puedo decir cero. Solo lo veo en el derbi y cuando miro la clasificación para saber si están en descenso...», dice. «No sé ni siquiera quién es el entrenador», puntualiza mientras esboza una sonrisa.

Siempre fiel, agradecido a sus colores, vuela consciente de que las últimas experiencias de duelos regionales han dado la espalda al Sporting. «Ellos están dedicando sus esfuerzos a ganarnos a nosotros, pero después no les va bien», apunta Entrialgo, que, no obstante, da un paso más: «Vendo incluso perder de paliza si conseguimos nuestro objetivo, que siempre tiene que ser el ascenso, y ellos, no».

Los Bedia Rodríguez (Oviedo, 1992) llegaron al mundo a la vez y con sus destinos irremediablemente unidos. Y no solo por esa pequeña circunstancia, sino porque, con el paso de los años, estos hermanos han acabado compartiendo vocación y afición.

Ambos trabajan como Primer Oficial de Puente de la Marina Mercante y, aunque nunca han embarcado juntos -Luis navega el Mediterráneo y Nacho el Atlántico-, lo cierto es que, de los kilómetros que recorren en tierra, gran parte han sido para poner rumbo a los partidos del Real Oviedo. «Nos hemos ido tras él a León, Madrid, Ourense, Lugo, Santander, Bilbao... Seguimos al equipo siempre, estemos embarcados o no. La diferencia es que a bordo debemos dejar organizado el trabajo y adelantar tareas para dejar hueco, y no siempre es posible», explica Luis, que ve los partidos en diferido en cuanto logra conexión y rehuye los mensajes hasta entonces.

A Nacho el derbi le pillará navegando en aguas portuguesas y a Luis, a solo dos días de embarcar. Ambos son abonados y accionistas, y han renovado su compromiso a la par desde 2006. Lo que tienen más complicado es coincidir en alta mar, por lo que el Tartiere, su equipo y su ciudad siguen siendo puntos de encuentro. «Nunca hemos embarcado juntos porque ambos trabajamos en cubiertas y las empresas son reticentes a tener familiares navegando juntos. Nos hablamos a diario y el Oviedo es uno de nuestros temas estrella», reconoce Luis, Primer Oficial de Puente en un buque quimiquero canario, plagado de aficionados del 'Tete'. «La vida del marino va de extremos. Más de dos meses fuera y otros dos en casa, trabajando jornadas de entre 10 y 14 horas y sin descansos. Sin embargo, en las vacaciones, junto al deporte, conocer lugares y estar con los tuyos, siempre entran los duelos del Oviedo», añade su hermano, cuyo buque transporta combustibles.

A pocos días de embarcar -lo hará el próximo lunes-, Luis a lo que teme es a Djuka, a su don para echar el ancla en el área. Sin embargo, tanto él como su hermano confían en un triunfo carbayón y en que Leschuk, Sangalli o Tejera puedan batir a Mariño para dar el golpe de timón que necesita el equipo. «Estamos en un punto en que o sacan magia los que la tienen o no hay soluciones. Aun así, tenemos más experiencia que ellos en puestos importantes y eso cuenta mucho».

Ambos andan ya con pies de mar, esa habilidad que tienen los marineros para matenerse en pie pese a los balanceos del buque. Ahora toca que los de Ziganda mantengan a flote el barco carbayón tomando primero el puerto de El Molinón, tal y como hicieron la pasada temporada.