Madeleine McCann, quince años de incógnitas y un paso adelante

A las diez de la noche, la madre comprueba que la primogénita no está en su cama. Cunde el pánico. Comienza una infructuosa búsqueda y la misteriosa desaparición es seguida con consternación por medio mundo. Su foto sale a todas horas en las noticias. La policía portuguesa se vuelca en la investigación. Su cuerpo nunca aparece.

Madeleine McCann debería haber celebrado el año pasado la mayoría de edad. A punto de cumplirse 15 años de la trágica noche en Praia da Luz, Alemania acaba de inculpar, a petición de la justicia portuguesa, a un hombre como supuesto responsable de la sustracción de y asesinato de la menor.

Se trata de Christian Brückner, pedófilo reincidente que cumple condena por la violación de una mujer estadounidense de 72 años en 2005 en el Algarve. Las autoridades alemanas afirman desde 2020 que disponen de pruebas de que este depredador sexual acabó con la vida de 'Maddie', cuyo rostro angelical aún permanece en la memoria de quienes siguieron el suceso hace más de una década.

Supuestamente, él mismo se habría jactado frente a un amigo de saber qué había ocurrido al visionar un documental en el décimo aniversario del suceso. El día de los hechos, casi quince años atrás, estaba frente al resort que alojaba a la familia McCann. Una larga llamada telefónica lo confirma. Transfirió su coche un día después de la desaparición de la niña y dos años antes había violado a la mujer en el entorno.

Un testigo le sitúa muy cerca de los apartamentos y le habría identificado como el hombre que vio aquella noche de lejos con un niño en brazos. El cuerpo de la menor podría haber sido arrojado a alguno de los pozos de la finca en la que un satélite localizó la furgoneta de Brueckner días después de la sustracción.

El imputado no es el primer sospechoso del mediático caso. Los propios padres fueron señalados. La policía barajó diversas hipótesis que les inculpaban, desde un accidente violento a la administración de medicinas o tranquilizantes. Unos perros entrenados en Reino Unido habrían detectado pequeños restos de sangre y olor de cadáver en el apartamento. La policía filtró el hallazgo de restos biológicos de la niña en un coche que alquilaron después de su desaparición pero un laboratorio lo desmintió.

Las pruebas forenses no fueron concluyentes y, tras tensiones diplomáticas, se abandonó esa línea de investigación. Portugal acusó Reino Unido de actuar como una potencia «imperialista». Reino Unido acusó a Portugal de dejar de lado en primera instancia la hipótesis del secuestro para mantener a salvo la actividad turística del Algarve.

La opinión pública, sin embargo, dictó sentencia. Los padres, en el imaginario popular, habían dado un somnífero a la pequeña. Se pasaron con la dosis y trataron de esconder su crimen con una frialdad prácticamente inhumana.

Un popular reportaje de Netflix abunda en esta teoría en ocho horas de metraje y la desmonta punto por punto, analizando los condicionantes psicológicos que llevaron a establecer un juicio paralelo. Los lusos también pusieron en su punto de mira a Robert Murat, un británico divorciado de 35 años que vivía a 100 metros del apartamento.

La hipótesis de que la pequeña cayó en una red de pederastia parece ahora la más factible. Sus padres «aún confían» en que pueda estar viva y las autoridades británicas mantienen el expediente como el de una persona desaparecida ante la falta de «pruebas definitivas» sobre su posible fallecimiento. La policía alemana, sin embargo, hace dos años que dio como «probable» la muerte de la pequeña.