Secciones
Servicios
Destacamos
A. S. GONZÁLEZ
Oviedo
Domingo, 27 de noviembre 2022, 18:44
6 de agosto de 1989. Joaquín Ferrándiz arrolla con su vehículo a una joven de 18 años que circula con su moto y, solícito, le ofrece llevarla al hospital para curar su tobillo herido. Parece un incidente fortuito pero él mismo ha urdido el plan para conseguir que se suba su coche por voluntad propia. La lleva a un lugar apartado y la viola.
El juez dicta sentencia y le condena a 14 años de prisión por los delitos de violación e imprudencia temeraria. Sale en libertad condicional solo seis años después. Muchos, convencidos de su inocencia, piensan que ha sido víctima de un error judicial. Es, además, un preso modelo: estudia, participa en el grupo de teatro, escribe…
Los funcionarios de la prisión lo describían así: «Emocionalmente estable, buena capacidad para contener la ansiedad, respeta y acepta la autoridad, no se considera delincuente. No se observaron anomalías psicológicas ni factor de relevancia criminógena». Solo tres meses después de abandonar el penal comenzaría a matar.
Joaquín Ferrándiz fue condenado a 69 años de cárcel por cinco asesinatos y el 27 de julio de 2023 saldrá definitivamente de prisión al cumplir los 25 años que como máximo puede permanecer un reo en España en la cárcel. Entretanto, ya ha gozado de sus dos primeros permisos penitenciarios, de cuatro y seis días de libertad y el temor ha calado entre los vecinos de Valdepeñas, localidad en la que se aloja cuando sale de prisión.
Noticias Relacionadas
Su primera víctima mortal fue Sonia Rubio. La joven volvía a casa después de una noche de fiesta en Benicassin rodeada de amigos cuando él se ofreció a llevarle en coche. Apenas le quedaba medio kilómetro para llegar a su casa. Aceptó. Según el testimonio de Ferrándiz, recabado años después, la amordazó, le anudó al cuello sus bragas y le puso un saco de cemento sobre su cara.
El cadáver tardó meses en encontrarse escondido entre unos arbustos pero la desaparición fue muy mediática. Mucho menos sonoros fueron sus tres siguientes crímenes. Asesinó a tres prostitutas, Natalia Archelos Olaria (24), Mercedes Vélez Ayala (29) y Francisca Salas León (24). En octubre de 1995 ya había acabado con la vida de cuatro mujeres pero los policías no habían hallado aún el vínculo entre todos los asesinatos.
Volvió a actuar el 14 de septiembre de 1996, tras un año de aparente calma y ejemplaridad. Inteligente y atractivo, de nuevo fichó a una joven en la noche, esta vez a Amelia Sandra García; de nuevo le ofreció acercarle a casa y de nuevo la estranguló; en esta ocasión, le aplastó los dedos para que no pudieran identificar el cadáver por las huellas dactilares. Cinco meses después, la encontraron y su caso sí fue vinculado con el de Sonia Rubio. Era el mismo modus operandi.
Entremedias, un camionero fue apresado y encarcelado por los crímenes de las prostitutas. El destino del asesino se torció en febrero de 1998. Una víctima escapó a su intento de agresión sexual y le identificó. La policía le interroga y le deja en libertad. Todo apunta a que los agentes han creído su versión de los hechos pero en realidad no es así.
Comienzan a seguirle, bajo la sospecha de que es un asesino en serie, y constatan sus extraños hábitos nocturnos. A última hora de la noche, los días de fiesta, se queda solo, parece que al acecho de alguna víctima potencial. Le ponen cebos pero no pica. Hasta que le pillan con las manos en la masa.
Una noche, los agentes le ven manipulando el coche de una joven. Busca provocar un accidente y de nuevo rescatar a la víctima para que caiga en su trampa. La joven pierde el control de su vehículo, él la recoge inconsciente pero esta vez aparecen las autoridades. Juntos la llevan al hospital y él acaba entre rejas. Meses después, revelaría detalladamente sus cinco crímenes.
El asesino confeso fue condenado a 69 años de prisión y, de nuevo, ha sido un preso modelo durante más de dos décadas. Ni un solo parte disciplinario, educado, colaborador. La Fundación Prolibertas, que lo acoge durante sus salidas, ha enviado un comunicado en el que defiende su firme posicionamiento a favor de la reinserción social de las personas privadas de libertad.
Aún así, la organización comprende y respeta «el dolor e incluso la indignación» por la liberación del reo entre las personas cercanas a sus víctimas. «Sus pérdidas son irreparables y como sociedad debemos acompañarlas y arroparlas en todo momento», asume.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.