Borrar
El pistolero de Tarragona en una imagen anterior a su ataque a la empresa en la que trabajaba E. C.
Por qué el derecho del pistolero de Tarragona a recibir la eutanasia prevalece frente al de sus víctimas
SENTENCIA JUDICIAL

Por qué el derecho del pistolero de Tarragona a recibir la eutanasia prevalece frente al de sus víctimas

La Audiencia permite la muerte asistida del hombre que disparó contra tres excompañeros y se atrincheró en una masía

A. S. González

Sábado, 6 de agosto 2022, 03:44

Fue un suceso de película, con disparos, fuga, persecución policial a toda velocidad y atrincheramiento. Un ex vigilante de seguridad que aguardaba «rencor» a su antigua empresa arremetió contra sus excompañeros e hirió a tres de ellos, además de a dos Mossos de Esquadra durante su huida. Él recibió un balazo que le causó una lesión medular irreversible.

Primero, fue ingresado en el Valle de Hebrón de Barcelona; después en prisión preventiva en el hospital penitenciario de Terrassa (Barcelona). Desde allí, pidió la eutanasia, cuyo derecho le concedieron después de que el equipo el equipo médico concluyera que reunía los requisitos para acabar con su vida voluntariamente. Se fijó una fecha: 28 de julio.

Sin embargo, los dos mossos heridos recurrieron ante el juez la autorización. Alegaron vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva. Querían que fuera juzgado antes de morir de los delitos de los que ha sido acusado, tentativa de homicidio, atentado a la autoridad y tenencia ilícita de armas.

El juzgado 5 de Tarragona rechazó inicialmente el ruego de los dos agentes, pero posteriormente ordenó la detención del proceso «hasta la resolución de los recursos de apelación interpuestos contra el auto de fecha 6 de Julio de 2022». Entraba en debate el conflicto entre dos derechos enfrentados, el de una muerte digna y el de tutela judicial.

Según el recurso presentado por el abogado de los Mossos, el proceso penal y el derecho de las víctimas a ser resarcidas primaba sobre el de la muerte asistida. La juez ya advirtió entonces que la ley que regula la eutanasia «no atribuye competencia alguna al juez instructor para decidir acerca del proceso de eutanasia». La decisión «corresponde a los médicos» y a la Comisión de Garantía y Evaluación.

La magistrada descartó además un conflicto entre el derecho a la integridad física y moral, el derecho a la dignidad, el derecho a la libertad y a la autonomía personal de quien decide poner fin a su vida, frente al «derecho a un juicio justo» por parte de las víctimas. La Audiciencia de Tarragona es ahora clara al respecto:

«Debe preponderarse el derecho a la dignidad y a la integridad física y moral del investigado frente al derecho a la tutela Judicial efectiva de los denunciantes», concluye el auto dictado ahora por la Audiencia de Tarragona que da luz verde a la eutanasia.

El pistolero de Tarragona padece tetraplejia, por la que precisa asistencia continuada y no puede recibir sedantes para el dolor. Ello le produce «sufrimientos físicos y psíquicos constantes e insoportables sin posibilidad de alivio, con un pronóstico de vida limitado, en un contexto de fragilidad progresiva», recoge la sentencia, y aplazar su voluntad de morir supondría «una intolerable afectación a su dignidad y a su integridad física y moral, inherentes a la persona».

El espectacular tiroteo

Eugen M. S, de 46 años y origen rumano, fue despedido, o no renovado, de la empresa de seguridad en la que trabajaba. Había amenazado a sus exjefes con correos electrónicos, en los que adjuntaba fotos suyas con armas. En la mañana del 14 de diciembre, tomó su arsenal y pasó del dicho al hecho.

En torno a las 11.15 horas, vistiendo un chaleco antibalas y cargado con cinco pistolas y un fusil semiautomático, además de abundante munición, entró en la delegación de la empresa Securitas en la que había estado empleado y abrió fuego contra el gerente y a otros dos antiguos compañeros. Previamente, discutió con ellos.

Huyó primero a la carrera y luego en coche. Ahí empezó la persecución policial. En su huida, el pistolero se saltó un control policial en una rotonda y disparó contra un agente. Se atrincheró a unos 20 kilómetros, en una masía abandonada a las afueras de la localidad de Riudoms. La unidad de secuestros y extorsiones trató de disuadirle pero se negó a negociar y entregarse.

No tenía miedo de afrontar un «combate» a disparos con los agentes. Sabía cómo hacerlo porque desde hacía 15 años pertenecía a un club de tiro. Tras un intercambio de balas, fue finalmente abatido con la intervención de los Geos. El helicóptero lo trasladó en sentido crítico al hospital.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio Por qué el derecho del pistolero de Tarragona a recibir la eutanasia prevalece frente al de sus víctimas