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Entre 110.000 y 120.000 personas sufren cada año un ictus en España. La mitad de ellas padece secuelas discapacitantes o falleció, según los datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Por ello, es especialmente importante conocer cuáles son las señales de alerta ante un posible ictus.
El ictus es una lesión que se produce por la interrupción del flujo sanguíneo en alguna zona del cerebro. La Federación Española de Daño Cerebral (Fedace) señala que pueden ser isquémicos, donde una obstrucción de los vasos sanguíneos impide el riego en una parte del cerebro, o hemorrágicos, causados por la rotura de ramas arteriales.
Los factores de riesgo ante un ictus son similares a los de otras enfermedades cardiovasculares, como la hispertensión, colesterol alto, obesidad, tabaquismo, sedentarismo, estrés o consumo de alcohol y drogas.
En los últimos años, concretamente entre 2002 y 2012, se ha detectado que han subido los casos en menores de 64 años, en especial a partir de los 35 años. En marzo de este año 2022 Hailey, la mujer de Justin Bieber, sufría un ictus con tan solo 25 años y este mismo viernes se ha conocido que el actor francés Alain Delon, de 86 años, ha solicitado la eutanasia tras sufrir dos ictus.
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pilar fonseca
Colpisa
Existen varias señales que pueden alertarnos de que estamos sufriendo un ictus. Cinfasalud destacan que tres de ellas son visibles de forma evidente para quienes se encuentren junto a la persona que está sufriendo un ictus en ese momento.
Estos síntomas, que se manifiestan de forma repentina, son:
1. Pérdida de fuerza o de sensibilidad en la mitad del cuerpo: desde fuera, podríamos observar que la persona tiene media cara caída, sonríe de forma asimétrica o es incapaz de sostener un objeto con el brazo de la mitad débil de su cuerpo.
2. Dificultad para hablar o para entender: quien está siendo afectado por un ictus hablará de forma ininteligible, inconexa o utilizando palabras que no encajen con el contexto. Es posible que no nos comprenda, aunque utilicemos un lenguaje sencillo.
3. Sensación de vértigo o desequilibrio: el afectado podría caerse de forma brusca.
4. Dolor de cabeza muy intenso: de inicio brusco y distinto del habitual.
5. Pérdida total o parcial de la visión, o visión borrosa.
6. Hormigueo de la cara, brazo, pierna o un lado del cuerpo.
Un ictus puede tener consecuencias que dependen de múltiples faltores, como a la gravedad o el tipo de lesión. Hasta en un 80% de los casos se producen daños resultantes denominados Daño Cerebral Adquirido (DCA), que afectan a la capacidad de realizar actividades diarias de forma independiente. Las secuelas se agrupan en:
Secuelas en el nivel de alerta: referido a los estados de coma, que tienen una duración variable según el caso, llegando a extremos en los que no se produce el despertar y la persona se mantiene en Estado Vegetativo Persistente, también llamado Síndrome de Vigilia sin Respuesta.
Secuelas en el control motor: complicaciones físicas, como parálisis (hemiplejía), disminución de fuerza (hemiparesia) o tensión y rigidez en los músculos (espasticidad).
Secuelas en la comunicación: la persona puede presentar dificultad para producir sonidos, para leer, para utilizar las palabras correctas o para comprenderlas.
Secuelas en la cognición: problemas en el pensamiento complejo, en la capacidad de mantener la atención, problemas de memoria, de desorientación y confusión.
Secuelas en las emociones y la personalidad por falta de conocimiento y comprensión: alteraciones emocionales, irritabilidad, conducta sexual inapropiada, depresión, apatía…
Alteraciones sensitivas y sensoriales: en general, relacionadas con cómo percibimos la información de nuestro entorno a través de los sentidos y con cómo percibimos nuestro propio cuerpo.
FEDACE recoge una propuesta detallada de modelo de atención al daño cerebral y un inventario de recursos de atención al Daño Cerebral Adquirido que responden a este modelo.
Desde Cinfasalud ofrecen diez consejos asociados a un nivel de vida saludable para prevenir un ictus. Según el Observatorio del Ictus se podrían llegar a evitar hasta el 80% de los casos de ictus si se controlaran los factores de riesgo.
1. Comer de forma sana y equilibrada. Una dieta rica y variada en verduras, proteínas e hidratos de carbono, sin olvidar la fruta
2. Controlar tu peso. Se puede utilizar el índice de masa muscular (IMC) como medida de orientación: deberías encontrarte entre los valores 18,5 y 24,9 de este índice.
3. Realizar ejercicio regular y adaptado a tus capacidades. Caminar, al menos, 30 minutos diarios
4. Dormir al menos ocho horas. Aumentar la calidad de tu descanso mantiene sistema cardiovascular en condiciones óptimas.
5. Vigilar la tensión arterial y niveles de colesterol. Un control regular de tu salud te ayudará a reducir el riesgo de aparición de enfermedades y a adoptar medidas en caso de necesitarlo.
6. Evitar el estrés. Utiliza el descanso y el pensamiento positivo como armas contra el estrés.
7. Dejar de fumar y evitar el consumo de alcohol. Una vida sana te ayudará a prevenir los accidentes cerebrovasculares.
8. Mantener activo tu cerebro. Aprendre nuevas cosas y realizar nuevos retos.
9. Apoyarse en la familia y amigos. Ellos son quienes mejor te conocen y pueden ayudarte a superar las dificultades del día a día.
10. Conocer las señales de alarma de un ictus. Identificarlas permitirá reaccionar rápido, avisar a los servicios de urgencia y minimizar la lesión.
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