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ARANTZA MARGOLLES
Sábado, 17 de febrero 2024, 01:12
De la firma de la escritura para la construcción del edificio de Correos hace ahora un siglo, y, por tanto, en 1974 se hacía medio. Decíamos por entonces que desde aquellos inicios, el emblemático edificio había cumplido, sin interrupción, «la función para la que fue creado». El tiempo pasaba, para bien, pero como un arma de doble filo, ya que aquellos cincuenta años habían representado mucho «en esa misma vida, en la técnica, en los medios de comunicación, que a lo largo del tiempo transcurrido desde entonces, se han visto perfeccionados al máximo y han colaborado a un mejor desenvolvimiento del quehacer de los pueblos». En otras palabras: que el edificio de Correos se nos hacía viejo y no sabíamos «si en su interior se puede desarrollar sin grandes dificultades el trabajo de los funcionarios», si era insuficiente para las necesidades de la segunda mitad del siglo. Fuera como fuese, desembocase en lo que desembocara, el viejo edificio necesitaba, en opinión de EL COMERCIO, de un adecentamiento de sus fachadas y «una limpieza de sus piedras». Lo otro, ya se verá.
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