Carlos y Margarita, en el Templo del Loto, en Delhi.

«Nos miran como si fuésemos el mismísimo coronavirus»

El asturiano Carlos Jiménez está atrapado en la India con su novia rusa, embarazada de pocas semanas, que no podía volar con él en el avión fletado por España

M. F. ANTUÑA

GIJÓN.

Miércoles, 15 de abril 2020, 02:02

A Carlos Jiménez Gago, avilesino de 25 años, la declaración de la pandemia por coronavirus le pilló de vacaciones en la India. Vive desde hace un año en Bangkok y desde hace ocho meses comparte casa y facturas con Margarita Ulianova, una ... rusa de 29 años que antes vivió en China. Juntos volaron de Tailandia a India para visitar Agra, Delhi, Jaipur y acabar en Goa. El 28 de febrero llegaron y el 12 de marzo tenían previsto volver a casa, pero ese día ya no pudieron volar. Y el día 14 tomaron rumbo a Goa de nuevo, un lugar más tranquilo para esperar. Y eso hacen desde entonces, esperar y desesperar. Porque si bien España y todos los países europeos han repatriado a sus nacionales, Margarita no podía entrar en ninguno de esos aviones. Pero es que Rusia ha cerrado la puerta ya a los suyos y les dará 300 dólares para ayudarles en su estancia exterior. Así las cosas, pese a que España fletó un vuelo desde Delhi que paró en Goa, Carlos dijo que no volvía a casa sin ella. «Yo no contemplo dejarla aquí sola». No solo por las miradas y gestos de desprecio y rechazo hacia los extranjeros -«Nos miran como si fuéramos el mismísimo coronavirus»-, es que además se encuentra embarazada de cinco semanas. El caso es que como no había manera de que ella saliera de Goa, él decidió quedarse a su lado. Y eso que hasta la posibilidad de casarse han barajado, pero el consulado más próximo está en Bombay, la ceremonia tiene que ser presencial y tampoco serviría de mucho a estas alturas de la película. La opción más factible ahora mismo es que el consulado español le dé un visado por razones humanitarias, pero tendrán que esperar a que se reanuden los vuelos comerciales para volver a España.

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De modo que no les queda otra: allí siguen, en un apartamento barato con wifi, agua caliente y cocina en un pueblecito llamado Mandren, y en la cuarentena india, que es más dura que la española. «Cuando llegamos era mucho más difícil comprar comida, había un grupo de españoles que llevaba una semana pasando hambre, ahora carne no, pero verduras sí que se pueden encontrar», revela. Lo peor es que el confinamiento, supuestamente, no permite salir ni para comprar: «Para la comida se habilitaron unos números para que te traigan suministros básicos, pero en la práctica hay que salir a las tiendas y si te pilla la policía te puede pegar y hasta puedes acabar preso». Pero es que además los indios les miran con un enorme recelo: «Yo aquí no digo que soy español, digo que soy latinoamericano, aquí hay españoles que viven acosados, pero es que incluso están echando a los médicos de sus casas porque creen que ellos son los culpables».

La cuarentena en el país presumiblemente se extenderá hasta el 3 de mayo, así que al menos hasta entonces difícilmente habrá vuelos comerciales para poder salir del país. Otro problema añadido son las grandes carencias sanitarias. «Yo estoy preocupado por la salud, el hospital más cercano decente está a una hora, así que si te pasa cualquier cosa estás perdido, yo el otro día quise ir hacer unos análisis de sangre pero la policía no me dejó pasar». Solo queda esperar para poder volver al Quirinal, su barrio en Avilés, o pisar la calle Gascona de Oviedo, donde vivió durante años.

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