Los cientifícos alertan de la disminución de insectos

Todo lo que nos incordian cuando estamos al aire libre es directamente proporcional a lo necesarios que son para que el planeta siga siendo habitable.

Los insectos son fundamentales para el futuro y el presente del planeta. Entre otras cosas ayudan a mantener las plagas bajo control o descomponen la materia orgánica liberando nutrientes en el suelo. Además, los insectos voladores son los principales responsables de la polinización de miles de especies vegetales, entre ellas de los principales cultivos alimentarios del ser humano, desde las frutas a las especias o el cacao.

Y, sin embargo, no dejan de crecer los informes científicos que ponen el foco en que el número de insectos no para de disminuir de manera drástica en todo el planeta, lo que es muy alarmante.

El Centro de Investigación de la Biodiversidad y el Medio Ambiente del University College London ha realizado una de las mayores evaluaciones sobre la disminución de insectos en todo el mundo, ha tomado tres cuartos de millón de muestras de más o menos unos 6.000 lugares distintos a lo largo y ancho del planeta.

Han detectado que la disminución del número de insectos es mayor en las zonas agrícolas de alta densidad sobre todo de los países más tropicales donde los efectos del cambio climático se suman a la pérdida de hábitats.

Se calcula que la mayoría de las 5,5 millones de especies de todo el mundo viven precisamente en estas regiones, lo que se traduce en que precisamente las zonas con mayor abundancia de insectos del planeta son las que podrían estar sufriendo ya un colapso sin que de momento nos estemos dando cuenta.

Ya se ha confirmado que 87 de los principales cultivos del mundo son total o parcialmente dependientes de los insectos polinizadores. El cacao por ejemplo, es polinizado principalmente por los mosquitos que como todos también están desapareciendo.

La pérdida de biodiversidad pone en peligro las funciones ecológicas vitales de los insectos y amenaza los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria de las personas a nivel mundial.

Otro estudio publicado hace poco en la revista Nature coincidía en apuntar que las tierras de cultivo intensivo, por término medio sólo tienen la mitad de ejemplares de insectos y un 25% menos de especies que las zonas donde se conserva el hábitat natural incluso dentro de los paisajes cultivados.

Reducir la intensidad de la agricultura se sabe que mitigaría algunos de los efectos negativos de la pérdida de hábitat natural y del cambio climático. Es una de las acciones que antes podríamos poner en práctica para tratar de atajar el problema de la desaparición de los insectos mientras todavía se trate de un problema reversible.

Sólo en el continente europeo se tiene constancia de que han disminuido las mariposas entre un 30 y un 50%.

Hace poco, un estudio reveló que la población de abejas de las orquídeas que viven en los bosques de Brasil había caído en torno al 50%. Una especie que sólo se encuentra en América y que son vitales para la polinización de estas flores pero ya sabemos que el problema de las abejas no es algo local sino que se está dejando sentir en todo el mundo, con todo lo que esto lleva implícito.

Para ponérselo un poco más fácil y contribuir a aumentar la biodiversidad de los insectos en los entornos locales se pueden plantar jardines variados con los que atraerlos, al mismo tiempo que se reduce el uso y la cantidad de pesticidas utilizadas en los huertos y en los jardines y algo tan sencillo como bajar la frecuencia con la que se siegan los pastos o el césped de los parques urbanos puede servir de ayuda aunque no solucione del todo el problema.

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