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Ladis García, en la sede del Teléfono de la Esepranza de Oviedo. PABLO LORENZANA
Ladis García - Teléfono de la Esperanza

«La gente llama porque está sola»

Se hizo psicóloga cuando se jubiló. De eso hace 14 años. Y, desde entonces, presta su servicio en el Teléfono de la Esperanza, entidad que preside desde hace tres años

Olga Esteban

Gijón

Viernes, 27 de septiembre 2024, 11:53

Trabajó durante 42 años en el laboratorio de micro del Hospital General, «aún no era el HUCA», explica. Lo hizo siempre de mañanas porque quería estudiar. Y, cuando la jubilación se acercaba, decidió volver a la Universidad. Tenía muy claro lo que siempre había querido hacer. «Quería ser psicóloga, desde muy jovencita tenía ese deseo, pero de aquella no había Psicología en la Universidad de Oviedo». Así que, cuando los demás piensan en disfrutar del descanso ganado tras toda una vida laboral, Ladis García volvió a las aulas. Le tuvo miedo a la estadística y aún dio un rodeo más, matriculándose primero en Educación Social. Cuando acabó, entonces sí, dio el paso definitivo hacia lo que siempre quiso, la Psicología. «De los 50 a los 60 años estuve estudiando». Y el último año de carrera llegaron las prácticas... En el Teléfono de la Esperanza.

14 años después, solo tiene buenas palabras para la entidad donde, tras acabar la formación, le dieron la oportunidad de seguir desarrollándose. Original de Trubia y vecina de Oviedo, es la presidenta de la entidad en Asturias desde hace tres años. Se lo pidió el equipo anterior, que llevaba ya 25 años al frente y, pese a las reticencias iniciales por el peso de la responsabilidad, no pudo negarse. Y ahí sigue, coordinando un equipo de 88 personas (87 voluntarios y un solo contrato), que 24 horas al día, 7 días a la semana, dedican parte de su tiempo a atender las llamadas de quienes más solos están.

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–Llegó de prácticas y se quedó. ¿Qué le enganchó del Teléfono de la Esperanza?

–El ambiente. El trabajo como psicólogo lo puedes hacer ahí o en otros muchos sitios, pero aquí hay muy bien ambiente, mucha comprensión. Eso es lo que me enganchó.

–¿Cuánto escuchado en estos años?

–Muchísimo, no sé si hay medida para eso. Al principio es obligatorio pasar por el teléfono, atender llamadas. El primer año tienes que pasar por ahí, seas lo que seas, es obligatorio atender tu turno. Al principio yo estaba los fines de semana, los domingos. Luego ya pasé a dar talleres. Soy especialista en una técnica que se llama bioenergética, una terapia corporal. Eso ya lo dejé porque me siento mayor, pero ahora hago terapias individuales y otros talleres.

–¿Recuerda la primera llamada que atendió?

–Perfectamente. Mi primera llamada fue de una chica, que llamaba para darnos las gracias. Había estado muy mal los días anteriores y me dijo que le habíamos ayudado un montón. Fue muy guapo.

–Imagino que las demás no lo habrán sido tanto. ¿Alguna especialmente complicada?

–Las hay muy duras y hay temas muy desagradables. Pero no quiero contar cosas, no quiero que nadie se pueda reconocer en la historia que yo pueda contar. Prefiero no hacerlo...

–¿Cómo prepararse para escuchar esas historias?

–La preparación viene dada por la formación que tenemos, una formación muy potente. Es un año entero. Y hay mucho de cuidado de uno mismo: siguiendo la psicología humanista, para poder atender a otros tienes que estar tú bien. Así que tenemos que estar preparados. Si hay una llamada que, por lo que sea, te descoloca, porque es un tema que te atañe..., siempre hay un compañero al que acudir. En cualquier caso, también como psicóloga sé que cuando tú no estás en un buen momento, centrándote en el otro te olvidas de lo tuyo.

Poner toda la atención

–La principal misión de la entidad es escuchar. En la sociedad, ¿hemos olvidado hacerlo?

–Sí, lo hemos olvidado. Muchas veces parece que estamos escuchando al otro pero solo estamos esperando que acabe de hablar para poder hablar nosotros. Escuchar con toda tu atención es difícil. Son capacidades que tenemos muy olvidadas.

–¿Qué es lo más duro de escuchar al otro lado del teléfono? ¿Lo peor?

–Lo que más miedo me da son las llamadas suicidas. No el que te dice que lo ha pensado, que quizás... No, no. El que te dice 'me voy a suicidar ahora mismo'.

–¿Y cuál es el problema más común?

–La soledad. Lo que más hay es soledad. La gente nos llama porque se siente muy sola, porque no tiene con quién hablar. Luego hay depresiones, conflictos sociales.... Pero, sobre todo, soledad. Porque la soledad te lleva a otras cosas.

–¿Vivimos en la sociedad más conectada pero estamos solos?

–Habrá más comunidad, pero estamos más solos.

–¿Son los mayores los que más solos se sienten?

–Afecta a todos. A los mayores mucho, porque te vas quedando solo, y hablo desde la experiencia, se van muriendo tus amigas, se muere la familia... Pero la soledad afecta a todas las edades, a gente de 40, de 50... Aunque es verdad que los jóvenes nos llaman poco.

–¿Qué decirles a esos que se sienten tan solos? ¿Qué consejos dan?

–No damos consejos. Lo primero, escuchar. Y después, tratar de animar. Les hablamos, por ejemplo, del taller 'Entre amigos', que se celebra dos veces al mes, los fines de semana. Animamos a la gente a venir. El taller funciona ya desde hace cuatro años y tiene mucho éxito. Casi siempre vienen los mismos, que están encantados, pero siempre hay alguien nuevo. Es un taller terapéutico pero también lúdico. Invitamos a todos los voluntarios: es una forma de conocernos un poco más.

–Porque, en realidad, el Teléfono de la Esperanza es mucho más que un teléfono...

–Sí, hacemos talleres de todo tipo en las sedes de Oviedo y Gijón: para la depresión, la ansiedad, el duelo, la autoestima, las habilidades sociales, la asertividad, el manejo de las emociones, la resolución de conflictos...

–¿Cómo llega la gente a los talleres? ¿A través de las llamadas?

–Sí. También los anunciamos en los centros sociales y pedimos permiso a Sanidad para dar los folletos en los centros de salud.

–¿Hay algún perfil entre los voluntarios?

–Son todos de cierta edad, a partir de los 40 o los 50 años. Los más jóvenes lo dejan antes, porque están buscando trabajo, o tienen familia... Los voluntarios suelen ser gente formada y los hay de todas las profesiones. Los que hacen turnos de lunes a viernes atienden un día a la semana, 5 horas. Si lo hacen en fin de semana es cada 15 días. Y si hacen turnos de noche, que son más largos, de 12 horas, una al mes.

–¿Temen especialmente algún día de la semana, algún horario? ¿Los domingos?

–Las noches son complicadas. Son muy negras para todo el mundo. Los domingos no son especialmente malos, y cuando hace buen tiempo, tampoco.

–Pasa lo mismo en las urgencias médicas, ¿no? Como cuando hay partido de fútbol...

–Parece una broma, pero no lo es: tener interés en algo, en el fútbol, por ejemplo, te hace centrarte menos en ti.

–¿Cómo evitar llevarse a casa todo esto?

–Con la formación. Y con la selección: necesitamos a gente equilibrada, centrada. Y si te descentras, que no es frecuente pero a cualquier le puede pasar, tienes que descansar una temporada.

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