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paula de las heras
Viernes, 3 de abril 2020, 11:57
La última palabra la tiene Pedro Sánchez y la pronunciará a lo largo de los próximos días, pero pocos son quienes en el Gobierno y el PSOE no dan ya por hecho que no va a quedar más remedio que volver a solicitar al Congreso ... una prórroga del estado de alarma y, por lo tanto, de las medidas de confinamiento impuestas a los españoles para tratar de controlar la pandemia de la COVID-19. Lo que fuentes muy cercanas al presidente descartan de plano es que se pueda subir un escalón para reclamar a la Cámara la declaración del estado de excepción en el que, según el PP, ya nos encontramos «de facto».
El jefe del Ejecutivo tiene en su mano decidir por cuánto tiempo más alarga el encierro y en qué condiciones, si se abre algo la mano -Italia ha permitido esta semana, por ejemplo, que los niños puedan salir con sus padres a dar un breve paseo por los entornos de su domicilio-o no. Pero todo dependerá, según han insistido en los últimos días distintos ministros, de cómo evolucione la transmisión del virus y de las recomendaciones de los expertos. Lo dijo el miércoles el titular de Transportes, José Luis Ábalos, el jueves el del Interior, Fernando Grande Marlaska y esta misma mañana en la cadena Ser la de Trabajo, Yolanda Díaz. «Las medidas que estamos tomando son durísimas y tienen este único cometido que es bajar la curva de contagios y salir rápidamente de la situación», dijo.
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La última prórroga aprobada por el Congreso extiende sus efectos hasta el 11 de abril. De modo que, como apuntan en el gabinete del presidente, si se opta por pedir su ampliación habría que hacerlo antes de esa fecha para que no haya vacío jurídico. Aunque, formalmente, el Ejecutivo podría solicitar a los diputados que den su visto bueno a la extensión del estado de alarma por más tiempo que otros quince días lo probable es que Sánchez opte, por el momento, por quedarse ahí, es decir, por mantener las restricciones a la libre circulación y la subordinación de todas las administraciones públicas a los criterios del Gobierno hasta el 26 de abril, y analizar nuevamente la situación antes de que se alcance esa meta volante.
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Está por decidir también si, efectivamente, los límites a la actividad productiva e industrial impuestos el pasado domingo, en medio de una enorme polémica por la falta de claridad del decreto aprobado, la tardanza en su publicación y la falta de consenso con las comunidades autónomas y el resto de partidos políticos, se levantan el 9 de abril o no. Desde el primer momento, el Ejecutivo trató de apaciguar los ánimos asegurando que no se trataba de un cierre de la actividad sino de anticipar, simplemente, los ritmos productivos de la Semana Santa. Lo cierto es que el decreto no se ha enviado aún al Congreso para su convalidación, lo que da margen para añadir modificaciones.
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El ministro de Sanidad y hombre fuerte del Gobierno en esta crisis, Salvador Illa, transmitió ayer, en todo caso, un mensaje de optimismo. Y aunque admitió que aún quedan semanas duras -España ha superado ya las 10.000 muertes por el coronavirus-, aseguró que ya se ha llegado al fin de la «fase de estabilización» de la curva de contagios y que ahora se entrará en la de ralentización. Eso invita a pensar que al menos el polémico refuerzo del confinamiento no se prolongará. Pero el Ejecutivo prefiere ser cauto y no alentar falsas expectativas entre los ciudadanos.
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«De momento las medidas están dando resultado -apuntó también Ábalos en RNE-; se están cumpliendo las hipótesis de los expertos. Lo normal es que podamos controlar la epidemia pero la salida no va a ser acostarse, levantarse e ir a las terrazas o salir a la calle con todo igual que antes. Tendremos que ir quitándonoslas progresivamente hasta el final». El también secretario de Organización del PSOE insistió además en que no es posible dar hoy una fecha a partir de la cual se podrán relajar las órdenes vigentes.
A modo de comparación, Italia, que va una semana por delante en cuanto a efecto de la pandemia, podría ampliar el confinamiento durará al menos hasta el 2 mayo y que la apertura gradual de las actividades podría llegar después del 16 de ese mes, según ha señalado este viernes Angelo Borrelli, jefe de la Protección Civil italiana.
Los socialistas, por otro lado, empiezan a sentir cierta preocupación ante el clima político de los últimos días. Tanto la oposición como los que hasta ahora eran sus socios son muy críticos con el modo en el que se están gestionando las cosas. No hay temor por que el Congreso tumbe la eventual solicitud de prórroga del estado de alarma. Pero otro cantar son los decretos vinculados a ella.
Este jueves, Ábalos y la vicesecretaria general y portavoz parlamentaria del PSOE, Adriana Lastra, enviaron una carta a sus parlamentarios en la que instan a defender de manera activa al Gobierno. «Esta hora grave de España, en la que la tragedia y la incertidumbre han pasado a formar parte de nuestra vida cotidiana, debe ser también la hora del compromiso personal incluso del arrojo de todos vosotros -les dicen-. Un compromiso que tiene que ser más fuerte que nunca ante la campaña de desestabilización permanente que está llevando a cabo la derecha política en todos los espacios de conversación pública».
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