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Según los datos de la Unesco, uno de cada tres alumnos ha sido intimidado al menos una vez a lo largo del último mes por sus compañeros. El primer jueves de noviembre de cada año se celebra el Día Internacional contra la Violencia y el ... Acoso Escolar. Por eso hoy numerosos responsables políticos, desde Pedro Sánchez a la ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría, ponen el acento en la importancia de convertir los colegios en entornos seguros.
El mensaje de esta fecha es que el bullying es un un problema de todos, no exclusivo de quien lo padece, y por ella instan a los ciudadanos a no mirar a otro lado porque «cada gesto cuenta» frente al acoso y en la ayuda de los menores que se sientes «excluidos o amenazados».
Si bien toda la población ha de formar parte de la lucha contra el abuso de unos niños o adolescentes sobre otros, el asunto preocupa especialmente a los padres. Según un informe del Defensor del Pueblo, el 60 % de las víctimas pide ayuda a sus propios compañeros, el 14 % a las familias y sólo el 10% a los profesores.
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«Los adultos nos enteramos siempre tarde y mal; cuando ya hay mucho, demasiado, sufrimiento acumulado», concluye la asociación No al acoso escolar (NACE). Para evitar ese retraso en el diagnóstico, propone aplicar la regla de las 3C y descubrir con ella si un niño está siendo el blanco de los abusos por parte de sus pares
Se presentan comportamientos y situaciones nuevas, como la bajada de notas, la pérdida o deterioro frecuente del material escolar, un cambio de itinerario para ir al colegio, desinterés por salir o relacionarse, pérdida de amigos, moratones o arañazos en el cuerpo y descosidos en la ropa, irritabilidad o mal humor, llanto aparentemente injustificado...
Los niños presentan el síndrome del «domingo por la tarde» porque somatizan la angustia y el miedo ante el regreso al colegio. Tienen dolor de cabeza o de estómago, náuseas… La intensidad de los síntomas suele ser proporcional al tiempo que llevan padeciendo la situación y se convierte en claro indicador de la gravedad del acoso.
La expresión corporal suele ser reveladora. El niño se encoge, mira al suelo, quiere pasar desapercibido, se asusta fácilmente ante cualquier gesto, pierde la alegría y el brillo de los ojos. Puede derivar en trastornos de la alimentación y autolesiones, tales como cortes en brazos y piernas. La asociación recomienda prestar especial atención a quienes llevan manga larga, incluso cuando hace calor.
Cada una de estas 'C' no es imprescindible para revelar un caso de acoso pero cuantas más se produzcan, más probabilidades hay de que estén sufriendo acoso escolar o cualquier otro tipo de maltrato. Dejar correr el tiempo no es una una buena opción, más allá de alargar el sufrimiento del menor.
Cuanto más tiempo transcurra, peores serán las consecuencias, que van desde el estrés postraumático y la fobia social a la depresión. La asociación recomienda acudir al centro escolar nada más detectar el bullying para denunciar tanto la situación del pequeño como al agresor. La dirección tiene la obligación de atender e investigar las quejas e iniciar los protocolos oportunos.
La confianza es vital. Nace recomienda no quitar importancia al asunto, permitirle hablar y explicarlo todo: desde cuando se siente amenazado, por quienes, por qué, qué es lo que le hacen o dicen…
Esta información debe trasladarse al centro escolar pero nunca hablar con los agresores directamente ni con sus padres. Si la respuesta del colegio es insuficiente, recommienda contactar «con las instituciones necesarias»
De nuevo hay que recurrir a la confianza e intentar averiguar porqué actúa de esta manera. Los padres deben hacerle entender que el respeto hacia los demás es la clave de la convivencia, y que el acoso es inaceptable.
Una forma de intentar que no vuelva a ocurrir es llevándole a pensar cómo se sentiría si se lo hicieran a él, trabajando la empatía. Aunque sea tu propio hijo el afectado, es necesario ponerlo en conocimiento del centro escolar para trabajar conjuntamente y ayudarle.
Si tu hijo no es el agresor pero es testigo de los abusos, debes apoyarle para que rompa la la ley del silencio y alerte a los profesores de lo que sucede. Para ello, hay que insistir en que no debe temer ninguna represalia. Hay que hacerle entender que 'la unión hace la fuerza', y siempre deben estar del lado de la victima, apoyándola.
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