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LAURA MAYORDOMO
GIJÓN.
Miércoles, 13 de mayo 2020, 02:33
Aún serán necesarias un par de semanas para tener una aproximación de cuál ha sido la extensión de la pandemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 en el Principado. Será cuando se tengan los primeros resultados del estudio de seroprevalencia iniciado la semana pasada con las personas que viven en casi un millar de hogares de la región. Lo que sí se sabe es que la enfermedad se ha manifestado en unos 23.000 asturianos. Los algo más de 2.400 y 900 casos confirmados respectivamente por una prueba PCR o test de anticuerpos y los cerca de 20.000 a los que, en su mayoría, no se llegó a hacer la prueba pero, por su clínica, fueron considerados enfermos de COVID-19. Al tratarse de casos leves que no requierieron hospitalización, se les indicó aislamiento y se les realizó un seguimiento telefónico por profesionales de Atención Primaria. De esos 20.000 casos sospechosos de haberse contagiado, unos 4.000 siguen en estos momentos en vigilancia, según precisó ayer la gerente del Servicio de Salud del Principado (Sespa), Concepción Saavedra.
Los nuevos protocolos dictados por Sanidad obligan, ahora sí, a realizarles también a ellos las pruebas que confirmen el contagio. La toma de muestras debería haber comenzado este lunes en los dispositivos de Atención Primaria de todas las áreas sanitarias, pero su generalización no será posible hasta la próxima semana. «Hubo algún problema con el material y la logística», argumentó Saavedra.
Después de tres semanas en las que el número de nuevos contagios ha sido «muy bajo» -según Ismael Huerta, jefe del servicio de Vigiliancia Epidemiológica, demuestra que la 'fase 0' de la desescalada no ha tenido «ningún impacto sobre la enfermedad»- llega ahora una «fase de transición» que, al menos en lo que respecta al Servicio de Salud del Principado, se prevé «más crítica y complicada». Y ello porque la atención a los pacientes con COVID-19 coincidirá en el tiempo con una progresiva recuperación de la actividad sanitaria que había sido aplazada desde el pasado marzo.
Esa vuelta a la normalidad se aprecia también en decisiones como la adoptada ayer por el Sespa en una resolución por la que vuelve a permitir al personal sanitario el disfrute de permisos, licencias y vacaciones. Estas últimas se podrán disfrutar por quincenas o mes completo, preferiblemente en verano y siempre que se mantenga un 50% del servicio como mínimo. No se autorizarán las vacaciones en diciembre. Del mismo modo que se pretende graduar el disfrute de los días de permiso para garantizar, especialmente en el último trimestre, la cobertura de los servicios y que se pueda contar con recursos humanos suficientes para hacer frente a un posible repunte de la pandemia en otoño o invierno.
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