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Las altas temperaturas no son agradables para nadie y además tienen efectos negativos para nuestra salud, desde deshidratación, calambres, golpes de calor, síncope, arritmias, hasta el agravamiento de enfermedades previas. Tanto el calor seco como el húmedo nos pueden dificultar las actividades diarias, ... sin embargo, este último es el que más afecta a la sensación térmica al dificultar la transpiración, lo que provoca que nuestro termómetro interno, el que regula la temperatura corporal, no funcione correctamente. Por ejemplo, 30ºC con humedad del 90% es igual que tener 40ºC sin ella.
A diferencia de los ambientes secos, la sensación de calor nos persigue incluso a la sombra, ya que la humedad sigue estando en el aire y nuestra capacidad de sudar, y así eliminar ese calor sobrante, es limitada. La piel se mantiene húmeda más tiempo, ya que las gotas de sudor no se evaporan fácilmente y por eso se empapa la ropa. En este caso, si tenemos un ventilador cerca, podemos utilizarlo para hacer una corriente de aire y facilitar el proceso.
«Nuestro cuerpo sufre más si a una elevada temperatura (más de 27ºC) le sumamos una humedad relativa de consideración (por encima de 45%)», explica la doctora Natalia Jiménez, especialista en dermatología en el Hospital Ramón y Cajal. Por lo tanto, el calor que podemos aguantar tiene mucho que ver con la humedad.
Por lo tanto, en ambientes secos el cuerpo resiste mucho mejor las altas temperaturas al funcionar perfectamente el sudor para refrescarnos. Sin embargo, en los lugares con mucha humedad, a partir de 40º, el calor puede ser insoportable. Además de provocarnos sensación de bochorno, es importante saber cómo combatir el calor y evitar posibles consecuencias que impacten en nuestra salud.
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Cuando el organismo se calienta mucho en verano, los vasos sanguíneos se dilatan, el pulso se acelera, cuesta respirar y pueden aparecer los mareos y la fatiga por la fiebre, para evitar un golpe de calor es importante seguir estos consejos:
- Evitar el consumo de bebidas alcohólicas , café, té, refrescos azucarados y las comidas copiosas, ya que facilitan la pérdida de líquidos y la consiguiente deshidratación del organismo.
- Beber más agua para mantenerse bien hidratado. En días calurosos para reponer la pérdida de líquido producida por el intenso calor y evitar la deshidratación, se aconseja tomar agua cada 15 a 20 minutos.
-No exponerse al sol entre las 12 y las 16 horas. Es el periodo del día en que los rayos solares llegan más verticalmente y la radiación es más intensa.
- Utilizar protección solar de factor 30 mínimo cuando el sol incide directamente en nuestra piel.
- Vestirse con ropa holgada de colores claros y fibras naturales , permitirá la transpiración. Además, protégete la cabeza con un sombrero o gorra.
-Refrescarse con una ducha o baño , una toalla húmeda o esponja.
- Mantener tus medicinas en un lugar fresco; el calor puede alterar su composición y sus efectos.
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