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JORGE MURCIA
Sábado, 4 de septiembre 2021, 01:34
El encarecimiento de los precios de la energía tiene múltiples consecuencias indeseadas para los consumidores. No sólo porque cuesta más encender el interruptor de la luz, abrir el gas para calentar el agua o llenar el depósito del vehículo: también repercute en lo que ... se paga por buena parte de los productos que conforman la cesta de la compra. Así lo atestiguan los datos del Índice de Precios al Consumo (IPC) que cada mes publica el Instituto Nacional de Estadística (INE). El pasado mes de agosto la inflación se situó en el 3,3% -cuatro décimas superior a la de julio-, la cifra más alta desde septiembre de 2012.
El elemento tractor que ha elevado los precios a tales niveles es la electricidad, destaca el órgano estadístico. Es una constante en lo que va de año, periodo en el que la energía -luz, gas y carburantes- se ha encarecido hasta límites alarmantes, a tal punto que ya es uno de los principales quebraderos de cabeza del Gobierno. A falta de conocer la letra pequeña de la inflación en agosto -el dato era el IPC adelantado-, sabemos qué productos de la cesta se han encarecido más desde enero hasta julio, último mes con los datos completos.
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En lo que va de año el grupo de productos incluidos en el IPC que más ha visto subir sus precios ha sido el de transporte (+7,9%), seguido de la vivienda (+7,3%). La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) denunciaba en una nota de prensa cómo las subidas del coste de la energía estaban empezando a afectar también a la producción y transporte de productos de alimentación. Así, el grupo de alimentos y bebidas no alcohólicas se ha encarecido un 1,5% desde enero hasta julio.
Un dato que la organización considera «preocupante», en tanto afecta directamente a las economías más vulnerables, «y más ahora cuando el 45% de los hogares ha sufrido una pérdida de ingresos durante el año pasado», marcado por la crisis de la covid.
Dentro del grupo de alimentos y bebidas no alcohólicas, las partidas cuyos precios se han elevado con más fuerza son los aceites y grasas (20%), el agua mineral, los refrescos y los zumos (7,4%), la fruta fresca (4,6%), los huevos (3%) y la carne de ave (3%). Son pocos los productos alimenticios que se han abaratado en los siete primeros meses de 2021. Entre ellos figuran las legumbres y hortalizas (-1,3%) y el pescado, tanto fresco como congelado (-1,2%).
El encarecimiento de los alimentos y bebidas no alcohólicas no ha sido uniforme en todas las comunidades autónomas. Donde más han subido los precios de estos productos ha sido en la ciudad autónoma de Melilla (2,6%), Galicia (2,3%), Cantabria (2,1%) y Navarra (2,0%). Los menores incrementos se han registrado en la ciudad autónoma de Ceuta (0,3%), Islas Canarias (0,6%) y La Rioja (0,9%). En Asturias, el precio de la energía también ha encarecido la cesta de la compra, que sube un 1,9%.
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El único grupo de bienes consumibles que se ha abaratado durante los siete primeros meses del año ha sido el de vestido y calzado, con un -14,9%. Buena parte de esta bajada de precio está relacionada con la época de rebajas, que colocó el IPC mensual de julio de este tipo de productos en el -12,4%. De hecho, si se compara con los precios con los del mismo mes de 2020, subieron un 1%. Dentro del grupo de vestido y calzado, la rúbrica (valor concreto) cuyo precio ha bajado más entre enero y julio es la de prendas de vestir de hombre (-17,7%), mientras que las de mujer lo han hecho en un 16,2%.
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