A. S. GONZÁLEZ
Oviedo
Miércoles, 31 de agosto 2022
Hay miradas cómplices, indiscretas, miradas que matan y otras que valen más que mil palabras. Según una discoteca australiana, también hay miradas que acosan. El local ha introducido nuevas medidas para asegurarse de ser un «espacio seguro» que exigen el «consentimiento previo» incluso para otear a alguien desde la distancia.
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«Como club nocturno, te animamos a interactuar con extraños, pero cualquier compromiso debe comenzar con un consentimiento verbal. Esto también se aplica si, por ejemplo, estás mirando a alguien desde lejos. Si la atención que prestas a alguien no es deseada, se considera acoso», explica el negocio en el comunicado que ha colgado en redes sociales anunciando la actualización de su protocolo de seguridad.
La discoteca Club 77, en Sidney, ha decidido que un guardia de seguridad, que llevará un chaleco rosa de alta visibilidad, estará destinado dentro del local, para gestionar las quejas y preocupaciones. A él deben dirigirse las personas que se sientan acosadas o que reciban «atención no deseada».
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EL Comercio
M. ROJO / AGENCIAS
Si el responsable recibe informes sobre «cualquier comportamiento que haya hecho sentir a alguien incómodo», la persona denunciada será retirada del recinto y se llamará a la policía. Con una política de «tolerancia cero frente al acoso de cualquier tipo», los responsables tomarán estas medidas «para que todo el mundo se sienta seguro» y para que los clientes se sientan «cómodos dirigiéndose al personal si algo les ha hecho sentir incómodo».
Club 77 cree que la creación de un «espacio seguro va más allá de la aplicación de prácticas para hacer frente a los incidentes después de que hayan ocurrido» y se siente en la «obligación de educar a los nuevos asistentes a la discoteca y ayudarles a entender lo que se considera un comportamiento inaceptable dentro del local y en la pista de baile».
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«Nos esforzamos continuamente por crear un espacio más seguro y verdaderamente abierto para nuestros clientes, artistas y empleados», defiende. La actualización del protocolo es también una reacción a incidentes ocurridos previamente y a «algunas personas» que han visitado el lugar pero que «no comparten» sus «valores y nuestra ética en lo que respecta a la cultura del club, el consentimiento y el acoso».
Muchos seguidores del local aplauden la decisión, pero también ha habido críticas. «¿Puedo mirar al DJ o me van a echar?», pregunta un usuario mientras otro preconiza el final de la interacción social e incluso el cierre del negocio. Más de uno cree que se trata de una broma.
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