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Sin paños calientes: esta es una ruta larga. Un recorrido de más de 22 kilómetros para el que conviene reservar una jornada completa. Sin embargo, no es (para nada) una ruta complicada y (más allá de que salva un importante desnivel positivo de 1.300 metros) en ella no hay escollos, pasos técnicos, cumbres afiladas ni trepadas. Lo que sí que hay es paisaje, mucho y muy buen paisaje: con panorámicas privilegiadas sobre los valles del Sella y el Güeña a Picos de Europa, la Sierra del Sueve y el mar. Un amplio y bellísimo panorama que casa perfecto con los lugares que se van pisando, los cuales conforman un estupendo combo de naturaleza, ruralidad, etnografía e historia de Asturias que vale la pena degustar sin prisa.
Tipo de ruta: Circular
Dificultad: Moderada (no hay pasos técnicos pero supera un desnivel importante, sobre todo subiendo a Següencu desde la Olla)
Distancia aproximada: 23,6 km
Tiempo aproximado: 7 horas
Desnivel aproximado: 685 m
Pero, vayamos a lo concreto. La ruta que aquí se propone tiene un nombre oficial: Ruta del Rey Pelayo. Se trata de la tercera alternativa de un circuito de recorridos de Trail ubicados en el concejo de Cangas de Onís y denominados Senderos de la Reconquista. La propuesta consta de tres itinerarios de dificultad progresiva que discurren por espacios vinculados a la historia de Cangas de Onís, de la Reconquista y de los inicios de la monarquía asturiana.
La que aquí se cuenta es la más larga de todas ellas y dibuja el periplo más completo, adentrándose en espacios naturales impresionantes y asomándose a un alto mirador tras disfrutar de un buen paseo por los vestigios y memorias de Don Pelayo y compañía.
El itinerario está bien marcado: partiendo de la capilla de la Santa Cruz (que guarda un dolmen datado en el 3000 a. C.) este sendero visita el Puentón y la réplica de la Cruz de la Victoria que portaba don Pelayo en Covadonga antes de pasarse por el Aula de la Monarquía Asturiana. A partir de ahí asciende, alcanzando los territorios salvajes del río Dobra y los altos más altos de Següencu, obsequiando con vistas impresionantes. Para rematar, el regreso lo hace por los recodos rurales de Nieda y Narciandi, admirando hórreos, casonas y lavaderos, así como el maravilloso entorno en el que están ubicados.
En resumen: que sí, que este paseo es largo y empinado; pero no tiene complicación ninguna y agasaja con paisaje, historia, tradición, tranquilidad y mucha, mucha belleza.
Tal y como ya se apuntó, este recorrido pertenece a los Senderos de la Reconquista, una propuesta del Ayuntamiento de Cangas de Onís que aúna naturaleza e historia de Asturias en tres trazados de distintas características. En el Pabellón Municipal de Deportes de Cangas de Onís cuentan con un centro de recepción de estos senderos, en el que se puede recabar información, características y puntos de interés sobre la ruta, así como usar los vestuarios y duchas del recinto en los horarios establecidos.
La ruta, pues, parte de la zona deportiva y enseguida alcanza la Capilla Santa Cruz, templo construido sobre un primitivo dolmen datado en el 3000 a. C. Fue el rey Favila (hijo de don Pelayo) quien mandó construir esta capilla (en el año 737), para guardar en ella la cruz de madera enarbolada en la Batalla de Covadonga, que acabaría convirtiéndose en la Cruz de la Victoria.
Desde este templo, se avanza por la ciudad de Cangas un trecho para visitar el Puentón, un precioso y bien conservado puente medieval del que cuelga una réplica de la Cruz de la Victoria. La cruz auténtica se custodia en la Cámara Santa ovetense y es un delicado tesoro orfebre, símbolo de Asturias, que guarda en su interior la auténtica cruz de madera portada por Don Pelayo.
Desde las inmediaciones del Puentón, siguiendo las indicaciones del R3, se comienza ya a subir: primero hacia la zona conocida como Cangas de Arriba y luego hacia el área recreativa conocida como Llanu'l Cura, un lugar sumamente agradable desde el que ya se contemplan fabulosas vistas al macizo occidental de Picos de Europa y hacia la sierra del Sueve y la costa. El sitio, ubicado en un bosque, resulta idílico para una comida o merienda.
Desde el Llanu'l Cura el camino sigue hacia arriba: primero pasa junto a un depósito ubicado en un lugar de grandes vistas y, poco después, tras otro pequeño trecho de subidas y repechos comienza a bajar: va hacia el guapo pueblo de Tornín, que se divisa desde las alturas con Pierzu al fondo.
El descenso concluye en el pequeño pueblo, plagado de callejuelas estrechas y casas bien cuidadas, muy cerca de la orilla del río Sella. Tras cruzar la zona, se empieza a subir de nuevo, hasta alcanzar una banda de cuadras. Hay que estar pendiente: enseguida toca abandonar el camino que se seguía desde Tornín para bajar (a través de una gravera) hacia la orilla del río Dobra: una auténtica maravilla.
Aquí el ambiente cambia: se impone la humedad, el ruido de las aguas y el color turquesa con el que visten. Hay que remontar por el sendero, en dirección opuesta a la corriente del hipnótico y bello río.
Durante todo el trayecto, cada orilla y recodo llaman la atención: el Dobra es un espectáculo. Un monumento natural que es mejor disfrutar en épocas no estivales, cuando se adorna de soledad. El camino (que asciende de forma suave, paralelo a la orilla, entre árboles y praderías) se va estrechando lentamente hasta concluir en un lugar con mucha magia: la olla de San Vicenti, una redonda poza de agua helada y transparente en medio de la espesura. Un sitio cargado de fuerza y energía que debiera conservarse cual tesoro.
Parados en la Olla de San Vicente, este es un lugar perfecto para coger fuerza: toca afrontar la subida más dura de la jornada, la que va hacia Següencu y hacia su magnífico mirador. Es todo por pista, subiendo y subiendo, sin descanso pero también sin pérdida. Una opción para evitar esta gran subida sería dar la vuelta, y regresar a Cangas de Onís cogiendo una senda que baja por la orilla del Sella desde el pueblo de Santianes de Tornín, en la orilla de enfrente a Tornín.
Si estamos dispuestos a seguir camino, toca andar pista empinada desde la Olla hacia arriba. Aunque se pueden ir cogiendo atajos. Eso sí, sin olvidar nunca esa máxima montuna que reza que «no hay atajo sin trabajo», lo que quiere decir que acortar pista puede conllevar más pendiente o algún escollo que otro. De cualquier forma, tras una prolongada subida con maravillosas visiones aéreas hacia el recodo en el que se ubica la Olla, el esfuerzo concluye en el Mirador de Següencu, un alto de buenísimas vistas.
Por hoy, ya no se sube más. Así que este es un lugar estupendo para coger bien de aire, descansar y –sobre todo-disfrutar: los Picos de Europa relucen desde esta altura, así como la sierra del Sueve y los valles a los que mira. El mar cantábrico, los míticos montes más bellos de Ponga, los altos de Parres… el mirador de Següencu es un lugar para sentarse, respirar y mirar. Una actividad que podemos llevar a cabo el tiempo que consideremos necesario antes de emprender un regreso intenso, acorde con la última subida.
Las señales marcan el rumbo, enviando al que camina por un sendero que baja prolongadamente hasta el pueblo de Nieda, a 3 kilómetros de distancia de Cangas de Onís. Este lugar cuenta con medio centenar de casas y muchos detalles que admirar, como hórreos, lavadero y casas tradicionales. Desde ahí, el periplo de bajada continúa avanzando y recala en Narciandi, también con medio centenar de casas y en un enclave maravilloso
Desde aquí, distan unos dos kilómetros y medio de recorrido más que concluyen en la Plaza del Mercáu canguesa, un lugar que cada domingo congrega un animado ambiente y un variado escaparate de productos tradicionales de la zona. Muy cerca, está la Plaza de la Iglesia, con una estatua dedicada al Rey Pelayo. Desde ahí, la capilla de Santa Cruz y la zona deportiva están a muy pocos pasos, poniendo fin a esta larga pero entretenida ruta por los Senderos de la Reconquista de Cangas de Onís.
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Lucía Palacios | Madrid
María Díaz y Álex Sánchez
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