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Urgente Francisco Álvarez-Cascos, absuelto del delito de apropiación indebida
Mirando al norte, hacia la sierra del Sueve y el mar, desde las alturas del Porru Furacu M.LL
Ruta a los picos Porru Furacu y Cunio desde Ambingue
Ponga

Ruta a los picos Porru Furacu y Cunio desde Ambingue

Dos sierras, los verdes territorios ponguetos y un sendero entre laderas que conduce a dos balcones con estupendos regalos visuales: la ruta al Furacu y al Cunio es potente y preciosa

Jueves, 8 de febrero 2024

Dos sierras (la del Furacu y la de Tameces) y dos modestos picos de grandes vistas, a 1200 metros de altitud, son los protagonistas indiscutibles de esta potente y bella ruta de senderismo por territorios ponguetos.

La excursión, siendo sencilla y sin obstáculos técnicos, recorre un total de 14 kilómetros a modo circuito y salva un importante desnivel de 900 metros, perdiéndose sin cesar por senderos dibujados en las faldas montañosas hasta hallar un lugar privilegiado en el que sentarse a otear bellezas.

La cercana silueta escarpada de los Picos de Europa es una estampa constante en esta bella ruta por Ponga M.LL

Datos de la ruta

  • Tipo de ruta: Circular (aunque también puede hacerse de ida y vuelta para hacerla más sencilla)

  • Dificultad: Moderada

  • Distancia aproximada: 14,53 km

  • Tiempo aproximado: 6 horas

  • Desnivel aproximado: 846 metros

Pero, no menos protagonistas que las cumbres que se conquistan son las vistas que se alcanzan durante todo el trayecto, mostrando diferentes perspectivas de montañas tan reconocidas como el Tiatordos, el Vízcares, el Pierzu, la Mota Cetín, el Pienzu o el Recuencu; sin olvidar la visión hacia los Picos de Europa, cerrando la estampa de una postal de cumbres maravillosa.

Para rematar, la totalidad de la ruta avanza por un territorio que combina alfombras de verdes con tupidos tramos pedregosos, entre bosques, colladas y laderas vestidas con música de agua y aires puros. Y como el desnivel a salvar para engolarse en el Cunio conlleva una colección de metros importante, la mejor recomendación para esta excursión es hacerla con tiempo, sin prisas, recreándose en el increíble paisaje que rodea al caminante e inhalando la paz, la soledad y los enormes silencios que caracterizan esta zona.

La Mota de Cetín en primer plano y la sierra del Cuera detrás: M.LL

El primer paso para conquistar los picos Porru Furacu y Cunio es acercarse hasta Ambingue, pequeño pueblo pongueto con mucha solera que reside en una empinada ladera, sobre el rio de Valle Moru.

La ruta se inicia andando por la carretera, haciendo un leve zigzagueo entre las casas hasta dar a parar en el barrio más alto del pueblo. Una vez ahí, toca desviarse a mano izquierda, a la altura del depósito de agua, cogiendo un sendero calzado que, en pocos pasos, se convierte en una pista y se lanza, sin demora, a subir por las faldas de la sierra del Furacu.

Numerosas majadas y colladas forman parte también de este recorrido, sembrado de verdes alfombras en las que sentarse a mirar el paisaje M.LL

Desde los primeros pasos, acompañan visiones hacia el picu Pierzu (señor de las tierras de Ponga), con los Picos de Europa, detrás de éste, resaltando maravillosos.

Pierzu y Picos de Europa desde Ambingue M.LL

A medida que avanza la pista, las distintas cumbres de la rodeada van saliendo a la superficie, para acompañar durante todo el camino mostrando sus distintas caras y ángulos en un baile que encandila.

La Llambria, Peña Ten, el Tiatordos, Pileñes, el Recuencu, el Pierzu o la bella sierra del Sueve destacan durante este primer tramo de trayecto, que sigue avanzando por pista durante unos dos kilómetros, siempre cuesta arriba, hasta encontrar un cierre ganadero.

Cruzando la zona de la portilla, un nuevo sendero se abre camino hacia adelante, sin perder nada de la altura ganada,avanzando ahora por el declive sureño de la sierra hasta alcanzar una zona de cabañas. Es la collada Viores, con estupendas vistas hacia el Tiatordos, al que -desde luego-llaman «la montaña perfecta» por algo.

Mirando el Tiatordos, la peña Taranes y la Llambria desde Viores M.LL

En la misma collada, el sendero gira para ir en busca de la majada Viores, donde toca abandonarlo para empezar a subir, a mano derecha, a través de laderas vestidas con brezos y piedras, en busca de la crestería de la sierra del Furacu para, enseguida, conquistar el picu Porru Furacu.

Es esta una cima muy modesta, un cerro más que una cumbre, pero con vistas espectaculares: hacia el norte el mar, con la sierra del Sueve tumbada ante el Cantábrico disfrutando de brisas saladas hilvanadas con verdes. Al sur, un terreno sinuoso, un mar inmenso de montañas en el que destaca la Mota Cetín (techo del concejo de Parres) con la sierra del Cuera detrás, así como todos los montes y montañas de renombre que ya se veían en la ascensión y que, de nuevo, parecen haber virado postura.

Vistas al Sueve desde Porru Furacu
Vistas hacia el Cuera y la Mota Cetín desde Porru Furacu

Desde el Porru Furacu también se atisba otra cima: la del Cunio, hacia la cual se dirige ahora la excursión. Para alcanzarlo, toca seguir de frente, dejando atrás el cerro que hacía de balconada para pasar ahora junto a la tajada natural que da nombre a esta sierra: un ojo de buey en la piedra, un furacu en la falda del monte o una puerta de piedra como entrada a una zona de bosques.

Ojo de buey o furacu que da nombre a la sierra y al picu Porru Furacu

Tras admirar el pétreo agujero, toca alcanzar el Collau Espinu. Para hacerlo, hay que rodear el Porrón de Fonticielles por su base sur, haciendo un pequeño circuito a los pies de este monte para llegar, por ladera entornada y pedregosa, hasta el mencionado collau, que espera tranquilo mirando los Picos de Europa.

Collau Espinu

El pico Cunio está ya muy cerca. Ahora toca avanzar por la falda del pico La Bandera. Puede que este avance sea más complicado debido al gran número de rocas y matorrales que copan el lugar, que también se adorna de pequeñas manchas con bosques de acebo. Sin complicaciones, se alcanza el collado Cunio, bella pradería a 1200 metros y a los pies del pico buscado.

Un gran bosque de hayas cubre la vertiente este y, en contraste, la cara norte aparece limpia de floresta, adornada de sutiles matas, hierba y piedras pero mostrando un camino despejado que, en muy poco tiempo, conduce directo a la cumbre del Cunio, magnifica atalaya que no se cansa de admirar las montañas que habitan los concejos de Ponga, Piloña y Parres.

Pico Cunio, ya muy cerca desde la majada Cunio
Cima del Cunio, adornada con una cruz instalada por el grupo de montaña piloñés Vízcares

Llegados a este punto de la ruta hay dos opciones: una pasa por dar la vuelta, reanudando el recorrido seguido hasta volver a Ambingue. Y la otra pasa por seguir haciendo un circuito circular que, aunque conduce a nuevos paisajes y nuevas vistas a valles encajonados y montañas, tiene largos tramos de sendero muy embarrado.

Con cualquiera de las opciones, el primer paso para el regreso es volver al Collau Espinu.

Collau Espinu, mirando hacia la Llambria

Ya desde Espinu, se puede regresar a Ambingue por el camino ya hecho al subir o, si se quiere, completar el circuito y transitar nuevos lugares. Para esta segunda opción, hay que girar a la izquierda para bajar, a través de una gran campera, hasta la majada Tameces. Desde ella, sale una pista que hay que se sigue durante unos pocos metros para (al llegar a una gran curva) abandonarla por la izquierda para seguir de frente, bajando de forma pronunciada y entre tramos de matorral hasta la collada Resollados, preciosa y con estupendas vistas hacia los Picos de Europa.

Majada Resollados

Desde aquí, al frente, está el Collado Medandi, hacia el que hay que dirigirse cogiendo un camino muy embarrado y complicado de andar. Una vez en Medandi, hay que dar un giro a mano izquierda sorteando la peña Medandi para alcanzar otro collado más, el de Tras de Sierra.

Un marcado camino desde el collado lleva a la Cuesta del Tinteru, que hay que bajar completa hasta dar alcance a una pista que, con vistas hacia la Mota Cetín y en unos 4 kilómetros de caminata, devuelve hasta Ambingue.

Y es muy probable que, al regreso y a pesar de la larga caminata emprendida, se tengan ya ganas de regresar a Ponga: un territorio embrujado, salvaje y bello que nunca defrauda.

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