Javier López, conocido por muchos como Javi «el cura», sobre todo en el mundo de la escalada, es uno de esos escaladores de la vieja escuela al que desde bien pequeño su pasión por subirse a todos los árboles, riscos y paredes que encontraba ... a su paso le fue enganchando cada vez más a este deporte. Una inquietud que desde sus inicios estuvo muy ligada también a su vecino y amigo de infancia José «Pingüi», otras de las grandes figuras de la escalada en Asturias que tristemente nos dejó el pasado 2020, pero con quien este montañero compartió años de experiencias, viajes y escaladas y todo en una época en la que como él mismo asegura lo que realmente importaba era «ir descubriendo y aprendiendo».
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Figuras claves en la historia de la escalada en Asturias, a los que este deporte les debe gran parte de las vías de escalada de las que hoy podemos disfrutar en los sectores asturianos y que incluso a día de hoy continúan siendo un auténtico desafío para cualquier escalador. De todo ello hablamos con Javier López, quien lleva toda una vida dedicándose en cuerpo y alma a una labor tan altruista, como dura y a la vez creativa, como puede ser la del equipamiento. Un trabajo en el que tanto su familia como amigos han sido una pieza fundamental, porque como él mismo asegura: «Cuando equipas una vía o un sector de escalada no todo es meter chapas y parabolts, también son muchas horas de aseguramientos, de portear material, de acondicionar los lugares, de viajes…. Todo eso sin la familia y los amigos no sería posible».
- Comenzar a escalar en una época en la que la escalada deportiva aún no existía como tal y en la que las vías de escalada se podían contar con los dedos de una mano no tuvo que ser fácil ¿Cómo fueron para ti esos inicios y qué es lo que consiguió atraparte de este deporte?
- Vivía en un pueblo cerca de Oviedo y desde bien pequeño me atrajo subirme a los árboles, trepar riscos, paredes… Más tarde y cuando cumplí los 13 o 14 años fue cuando descubrí este deporte y cuando empecé a escalar en una cantera abandonada muy cerca de mi casa con mi vecino y amigo de infancia José «Pingüi. Él fue quien me transmitió esa inquietud por escalar y quien a su vez había traído esa inquietud del colegio en el que estudiaba en Oviedo y de otros compañeros con los que también compartimos esos inicios. Pero aquello no podría llamarse escalar como lo conocemos hoy en día, porque no teníamos el material, ni los conocimientos necesarios para saber como subir por aquellas paredes. En aquel momento lo que verdaderamente importaba era ir descubriendo y aprendiendo.
En cuanto a lo que me llevó a engancharme a este deporte, sin duda fue la inquietud por la aventura y por escalar montañas.
- ¿En aquellos inicios de la escalada que viviste en Asturias, la forma de entrenar era muy diferente a la de ahora?
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- Con uno de los compañeros con los que empezamos a escalar, Chuso Morollón, fue con quien en esa época escalé por primera vez con una cuerda, concretamente en la Aguja de Junar en Santa Eulalia y poco después en Quirós y Cuevas, donde las vías de escalada en aquel momento eran muy escasas. A estas zonas las empezamos a llamar «escuelas de escalada», y eran como una base de entrenamiento y aprendizaje para la alta montaña, ya que en aquel momento la escalada deportiva aún no existía como tal. Por aquel entonces nuestro entrenamiento consistía en caminar y escalar con el fin de poder subir paredes de varios largos, como por ejemplo podía ser la cara Oeste del Naranjo de Bulnes. La escalada deportiva, la fuimos descubriendo poco a poco.
- ¿Cómo llegó la revolución de la escalada deportiva a Asturias y qué supuso para vosotros?
- La revolución de la escalada deportiva llegó con los primeros «pies de gato», a finales de los años 70 y principios de los 80. Estos «pies de gato» llegaron a España de la mano de los hermanos Gallego. Una empresa Alicantina, Boreal, fue quien los introdujo aquí, como las famosas suelas de «goma cocida», que causaron una gran sensación en todo el mundo . Por aquel entonces ya teníamos más información, y empezamos a equipar los primeros largos, en Quirós sobre todo y después en Teverga y otras zonas. Ya no lo hacíamos solo con intención de entrenar para la alta montaña, sino que lo hacíamos ya con intención de escalar esos largos de la manera más natural posible, en libre o con algún punto de ayuda, que después gradualmente se iba eliminando. Así comenzó la «escalada libre» en Asturias, con la graduación que adoptamos de la escala Francesa y también los primeros viajes a escalar fuera del país. Recuerdo especialmente el primer viaje en el año 1982 a Francia, Gorges del Verdón. Después vendrían muchos más. Y con ellos, nuevos materiales, información en revistas especializadas, etc.
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- Gran parte de las vías y sectores que hoy se escalan en Asturias llevan tu firma, detrás de todas ellas seguro que hay muchas horas de esfuerzo e historias que contar ¿Qué vías y sectores te han marcado más?
- Todas han llevado muchas horas de esfuerzo que serían incalculables y muchas historias detrás, pero todas las zonas de escalada y vías han sido especiales en cada momento. Cada nueva zona era un aliciente y cada vía un reto. Por esto precisamente la labor de equipar en la escalada era y sigue teniendo como objetivo crear para disfrutar. Como historia reseñable, recuerdo dos momentos que por su influencia tuvieron mucho que ver con el desarrollo de la escalada en Asturias. Por un lado, en el año 1984 nos visitó de manera casual y por mediación de un amiga un escalador Británico, John Redhead, cuyas escaladas en el Reino Unido daban mucho que hablar, pero nosotros aún no lo conocíamos, ni habíamos oído hablar de él. Lo llevamos a escalar a Quirós, allí probó unas vías que aún estaban sin encadenar y con una absoluta maestría subió a vista hasta la misma cadena, dándonos una clase magistral. Ese día, nació una vía mítica en Quirós, «la placa del John» en su nombre y «Cada día es diferente», que también hizo a vista. Años después y en compañía de Francisco Blanco, apareció por Asturias, una de las figuras claves de la escalada Americana, Ron Kauk, dejándonos alucinados con su forma de escalar.
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- En aquel momento también fuisteis unos auténticos visionarios en el sistema de abrir vías desde arriba ¿Cómo vivisteis esa época?
- Ese modo de apertura, facilitó mucho las cosas. Nos permitía subir por sitios que de otra manera sería poco menos que imposible. Todas las paredes estaban sin equipar, todo era territorio virgen. Teníamos un mundo de posibilidades en nuestras manos, así que fueron años de una actividad frenética y de mucha motivación.
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- ¿Disfrutas más escalando o equipando?
- Ambas cosas para mi son indisociables, equipo para escalar todas las vías que pueda y para que los demás también escalen.
- Equipar es una labor dura y a la vez totalmente altruista ¿Qué es lo que buscas al idear una vía de escalada?
- Equipar es una labor muy creativa y resolver sus movimientos y «encadenarla», es el fin de esta gratificante labor. Siempre he sentido una gran atracción por las líneas. Hay vías que las ves desde el suelo y te llaman profundamente la atención, sus colores, sus formas, las longitudes... Y también por su dificultad. Actualmente sigo equipando, aunque llevo otro ritmo debido a las lesiones de espalda.
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- ¿Qué diferencia ves de esos inicios equipando vías que tú viviste con respecto a las nuevas generaciones?
- Antes, por la abundancia de roca y por el desarrollo de la escalada, se equipaba más de todo. Ahora puede haber escaladores que equipen algunas vías, únicamente pensando en la máxima dificultad, pero la realidad es que siempre habrá otra más dura.
- ¿Tienes algún sistema para acordarte o para apuntar todas las vías que has equipado y escalado o simplemente le dejas ese trabajo a la memoria? ¿Sabrías decir cuántas llevas solo en Asturias?
- Pues lo cierto es que no llevo mucho cuenta de todo lo que equipo. Nunca lo anoto, así que no puedo decir un número exacto. Pero seguro serán algunos cientos de vías, en Asturias, Cantabria y alguna por el sur de España. En líneas generales he equipado sectores completos, pero no sé cuántos y vías en casi todos los sectores asturianos. Pero para toda esta labor de equipamiento, quiero resaltar que siempre he contado con la colaboración y ayuda de mi familia y también de mis amigos. Porque no solo se trata de meter chapas y parabolts. Al final son muchas horas de aseguramientos, de portear material, de acondicionar los lugares, de viajes... Todo eso sin la familia y los amigos no sería posible.
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- ¿La escalada te ha llevado a viajar muchas veces fuera de Asturias? ¿Cuáles han sido esos viajes que más te han marcado?
- Desde el año 82 que fui por primera vez al Verdón, los viajes han sido continuos. Principalmente y de manera más continua, por toda Francia. Después también Alemania, Suiza, Cerdeña, Grecia… Por España he conocido muchas zonas de escalada deportiva, aunque seguro me quedan muchas otras por conocer.
- ¿En qué notas desde tu experiencia que ha podido cambiar la escalada a nivel de España y sobre todo a nivel de Asturias?
- Actualmente la escalada se ha especializado mucho en general. Aunque en Asturias, creo que ahora mismo no hay muchos escaladores compitiendo a nivel nacional o internacional, pero existe una buena cantera. Ojalá pronto veamos algún Asturiano en el Ranking. A cualquier nivel, la escalada ha cambiado mucho, se nota sobre todo en la mayor precocidad en este deporte. También en los métodos de entrenamiento, con técnicos deportivos, competiciones, rocódromos, boulder... Todo esto antes no existía y todo ello ha dado lugar a que hoy haya niños y muchos jóvenes, haciendo vías de grados de 8c, 8c+ o 9a y compitiendo a nivel internacional.
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- ¿Cuál dirías que es tu motivación para seguir equipando y escalando?
- Mi motivación sigue intacta. Equipo como labor creativa y escalo siempre buscando la superación para seguir evolucionando.
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