![El devastador testimonio del alpinista Elia Saikaly sobre su experiencia en el techo del mundo](https://s1.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/202105/19/media/cortadas/everest-testimonio-elia-saikaly-kL9-U140420722210qfE-1248x770@El%20Comercio.jpg)
![El devastador testimonio del alpinista Elia Saikaly sobre su experiencia en el techo del mundo](https://s1.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/202105/19/media/cortadas/everest-testimonio-elia-saikaly-kL9-U140420722210qfE-1248x770@El%20Comercio.jpg)
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La cepa india continúa extendiéndose con rapidez por Nepal y todo en una primavera en la que el gran descontrol de contagios se ha producido en los campos base de las principales montañas, como es el caso del Dhaulagiri y del Everest, donde el coronavirus se ha convertido estas últimas semanas en el peor de los contratiempos provocando numerosas evacuaciones de los campamentos con demasiados casos positivos. Una situación que, aunque desde las fuentes oficiales no se comunicó desde un primer momento, sí que ha estado muy presente a través de las redes sociales de muchos alpinistas en estas últimas semanas, como Carlos Soria desde Dhaulagiri o Alex Txikon, que hace unos días renunciaba a la ascensión exprés que tenía programada hasta el Everest sin oxígeno artificial.
Es precisamente a la montaña más alta del planeta donde, además de las largas colas de montañeros, un año más se ha unido la llegada de un gran número de turistas que han pagado directamente para llegar al punto más alto de la Tierra y sin importar que haya que hacer una parte del camino en helicóptero o que a sus espaldas queden montañas de basura.
Una lamentable situación que no ha dudado en denunciar a través de redes sociales también el alpinista y cineasta Elia Saikaly, que hace apenas unas semanas mostraba con desconcierto cómo los helicópteros trasladaban hasta el campo 2 del Everest y a unos 6.500 metros de altitud a varios clientes. Una forma de facilitar más el camino a la cumbre evitando así una de las partes más complicadas de la ruta que es la Cascada del Khumbu.
Cumbre del Everest que Elia Saikaly ha vuelto a pisar esta primavera por cuarta vez, pero en esta ocasión con una sensación en la cumbre alejada de lo que debería sentirse al pisar el lugar más alto del planeta, algo que él mismo se ha encargado de explicar a través de sus redes sociales:
«Querido Chomolungma (como se conoce a esta montaña en tibetano), te pido disculpas desde tu cima. Es la cuarta vez que estoy aquí, pero en todas las anteriores estaba demasiado ocupado haciendo fotos para los patrocinadores de los escaladores como para admirar toda la belleza del Tíbet desde aquí. Esta vez lo hice, imaginando lo que sintieron Tenzing y Hillary antes de que las cosas se descontrolaran», comienza el alpinista en Instagram.
«Te pido perdón en nombre de los 'montañeros' por la pila de basura que está bajo mis pies. El lugar más sagrado de la Tierra es ahora un vertedero. Hay banderines de las expediciones comerciales tirados aquí arriba y acabo de ver a un escalador dejando su lata vacía de una bebida energética aquí mismo. Mi colega Scott le ha gritado por hacerlo», continúa.
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Alba Llano Olay
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Una denuncia en la que Elia Saikaly va un paso más allá y en la que también critica la masificación y el poco respeto de los turistas a esta gran cima: «Había un muerto cerca del Paso Hillary al que todos hemos pasado por encima. No creo que eso aparezca en las historias de las redes sociales. Además, casi me congelo por culpa del atasco de escaladores inexpertos que van dejando su basura mientras yo cargo con una bolsa de basura en mi espalda tratando de minimizar mi propia huella en la montaña».
«Vine aquí para trabajar y ganarme la vida a pesar de prometer que nunca regresaría. Vi demasiado en 2019. La codicia y la arrogancia están en todas partes, solo importa la cima, aunque el Covid-19 esté desenfrenado. Acepté volver para ayudar a hacer una película sobre los héroes del Himalaya. Mientras observaba a mis amigos sherpas, algunos que llevaban hasta 9 botellas de oxígeno del campo 2 al campo 4, me disgusté conmigo mismo porque sabía que se necesitaba oxígeno valioso para salvar vidas en las tierras bajas y en Katmandú«, añade.
Una denuncia en la que el propio alpinista termina reconociendo que estuvo «hechizado y ciego durante muchos años», pero que ahora ha conseguido ver esta situación «con los ojos bien abiertos».
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