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Un grupo de barranquistas adentrándose en una de las rutas por las que Fernando Labra ejerce de guía M.LL
barranquismo con guía en Asturias
CANGAS DE ONÍS

Quince barrancos para conocer Asturias desde otra perspectiva

«Caminar y avanzar con los medios disponibles por el cauce alto de un río». Esta es una de las definiciones de barranquismo, una actividad de montaña diferente que Fernando Labra conoce a la perfección y que en Asturias tiene decenas de escenarios ideales

Miércoles, 27 de julio 2022

Faltan poco más de dos horas para que el reloj marqué el mediodía pero en la zona de Viboli, en pleno corazón del Parque Natural de Ponga, parece que el amanecer se haya quedado enganchado de las rocas y los árboles.

La humedad, intensa, juega a hacer reflejos en los múltiples tonos verdes que invaden el paisaje: estamos en el inicio de la Foz de los Andamios, un tajo profundo excavado por el río en piedra caliza, y -cerca del puente Carmina- un hombre de aspecto joven se esmera en colocar sobre el mullido tapiz de césped mosquetones, cuerdas, arneses y cascos. Se trata de Fernando Labra, técnico y guía de barranquismo, que prepara los útiles necesarios para adentrar a un pequeño grupo en el noble arte de explorar un río por su cauce alto.

Fernando no tiene dedos suficientes para contar las veces que ha hecho este trayecto y, no obstante, se muestra emocionado –como si de su primera vez se tratase-, tanto con el paisaje circundante como con el agua cristalina, la aventura y las sensaciones que está a punto de experimentar. Será que no hay mejor receta para ser feliz que dedicarte a aquello que te apasiona. O será, simplemente, que como oriundo de la zona sabe bien del privilegio que supone estar aquí, en medio de una Reserva de la Biosfera, a punto de iniciar una expedición acuática única por uno de los cañones más bellos y salvajes del Principado de Asturias.

Toboganes, rápeles, saltos, cascadas, pozas profundísimas… esperan un poco más allá, dispuestos para despertar adrenalina y sentimientos profundos en aquellos que los crucen. Porque, no hay duda, el barranquismo es un deporte de montaña ideal para despertar emociones fuertes. Y, si se practica en lugares tan profundos y agrestes como los de Asturias, bien acompañado por un guía titulado y enamorado de la zona, las satisfacciones se multiplican.

«Yo siempre le explico a la gente que hacer barranquismo es como ir a un parque acuático pero natural, sin toboganes de plástico. Se trata de una actividad ideal para todo tipo de público, cien por cien sostenible, que puede hacerse en todas las estaciones del año y, desde luego, cien por cien disfrutona en todos los sentidos, porque consigue despertar la adrenalina y es divertida pero, a la vez, relaja y regala un contacto profundo con la naturaleza, con la montaña, muy distinto y especial», cuenta Fernando, echando ya a andar mientras relata que lleva cerca de veinte años en este oficio y que cada vez le gusta más.

La historia de amor de Fernando y los barrancos comenzó cuando él tenía 18 años, y empezó a formarse en Cangas de Onís (su lugar natal) como técnico deportivo. «Me gustaba la montaña y me metí en ese ciclo superior buscando un camino laboral agradable. Fue ahí cuando visité por primera vez la cueva del Tinganón, que me robó el corazón. A partir de eso fui probando, moviéndome, aprendiendo todos los barrancos de la zona, enamorándome de todos y decidiendo que, definitivamente, este era mi oficio».

Tras aquella experiencia formativa, vinieron muchas más. Y también prácticas y trabajo, aprendiendo de la experiencia de otros guías veteranos, paso a paso, curtiéndose a base de descender mil veces, con mil anécdotas, por el cauce de los ríos de toda la zona de Picos de Europa, de Pirineos, del centro de Asturias…

Desde sus inicios, han pasado casi dos décadas y ahora Fernando Labra tiene una sólida experiencia y una empresa de actividades de aventura propia (Picos Aventura) en la que puede presumir de tener la mayor oferta de barranquismo de la región, con 15 rutas por barrancos disponibles en su carta (una de ellas nocturno) adaptadas a todas las edades y tipos de experiencia.

«Hacemos barrancos de todos los niveles y procuramos siempre conocer muy bien a la gente para llevarles al que mejor se adapta a ellos y en el que más pueden disfrutar. Llevamos desde familias enteras, con niños y abuelos incluidos, hasta gente con experiencia en barranquismo que quiere caña y conocer sitios nuevos», cuenta sonriente, apostillando que uno de sus santos y señas para el descenso de cañones es no tener nunca prisa, ni horarios rígidos que constriñan la actividad: «Es una actividad única y hay que darse tiempo para disfrutarla. Nuestro compromiso es con la seguridad y el disfrute de la gente y para eso nunca convienen las prisas».

El resto- asegura- lo hace el paisaje de Asturias. Él sólo se dedica a guiar, procurando la comodidad y las buenas sensaciones de todos, pero el verdadero secreto, lo que de verdad les roba el corazón a aquellos que se atreven a hacer barranquismo, son los paisajes en los que la actividad trascurre:

«Asturias es una tierra de contrastes, maravillosa para este tipo de deportes de aventura. Puedes estar en Amieva, descendiendo un barranco por la mañana y a mediodía estar comiendo en la playa, tirado al sol tranquilamente. Y luego, claro, los lugares que recorremos son solitarios, salvajes, profundos y con mucha belleza… no es una actividad masificada y, además, discurre por sitios bellísimos con tramos de bosques increíbles o pozas de aguas turquesas como sacadas de cuento…», explica, ya calzándose el casco y sonriendo con picardía, una señal de que ha llegado el momento de echarse al agua.

La enorme foz de los Andamios, excavada por el río Viboli nos espera. Fernando da instrucciones precisas, pendiente de todos, y antes de comenzar la aventura repasa con el grupo los aspectos más importantes. No hace falta mucho, con unas nociones mínimas de natación, amor por los espacios naturales y unas pocas ganas de diversión, es suficiente para probar la aventura del barranquismo.

Una manera distinta de hacer montaña (más alocada, vertical y acuática, pero completamente segura si se hace con un guía experimentado), muy recomendable para conocer por dentro Asturias, que lleva aparejados saltos, descensos por toboganes naturales, chapoteos, inmersiones, rápeles, adrenalina y estampas de naturaleza desde otra perspectiva: la del recorrido salvaje de un río.

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