Fernando J. Pérez
Martes, 6 de octubre 2020, 12:12
Alex Txikon ha cambiado en los últimos meses la cumbres heladas por el ordenador y la sala de montaje. El alpinista vizcaíno ha aprovechado el confinamiento de la pandemia para hacer realidad un viejo proyecto: escribir un libro y producir una película ... sobre su ascensión al Nanga Parbat, la primera absoluta en invierno a 'La Montaña asesina', que ayer presentó en Bilbao.
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– Han pasado casi cinco años desde vuestra cumbre en el Nanga Parbat. ¿Qué recuerdos le quedan de aquel día, de aquella expedición?
– Cada año que pasa los recuerdos son más buenos, más bonitos. Por suerte el ser humano tiene memoria selectiva y los malos momentos los vamos guardando en un rincón mientras que mantenemos vivos los buenos. Desde luego fue muy dura, como todas las expediciones invernales, y pasamos momentos malos, pero al final te quedas con la satisfacción del trabajo bien hecho, la recompensa a todo el esfuerzo realizado, los buenos ratos en el campo base, la alegría de la cima…
– Va camino de una década realizando expediciones invernales, prácticamente todas a ochomiles. ¿Con esa experiencia acumulada, qué porcentaje del éxito de una expedición invernal se la da al trabajo y la planificación y cuál a la suerte?
– La suerte desde luego es muy importante. La diferencia con una expedición en primavera es que en invierno no hay margen ni para el error ni para la improvisación. Tú no puedes decir «Ay, que se me ha caído un guante, cuando llegue al siguiente campamento cojo otro». En invierno eso significa perder la mano en unos minutos. En primavera te puede salir un día de cumbre con vientos de 50 km/h y aguantas un poco y la consigues, pero en invierno si lo intentas en esas condiciones estás muerto. La suerte en una expedición invernal se llama meteorología favorable. Tú puedes llevarlo todo perfectamente planificado y ser el tío más fuerte del mundo, que como no tengas una ventana de buen tiempo, en invierno no haces cima. Y cuando hablamos de buen tiempo que nadie piense que lo que pedimos son condiciones primaverales en pleno invierno. Simplemente que no haga viento. Nuestra experiencia nos ha demostrado que podemos soportar temperaturas de 50 grados bajo cero a ochomil metros, pero si va acompañadas de vientos de más de 30 o 40 k/h, se acabó. Eso no hay quien lo aguante sin congelarse.
– Pero los polacos escalaron por primera vez la mitad de los catorce ochomiles en la década de los ochenta, hace casi cuarenta años. ¿Tanta suerte tuvieron?
– Para nada. Para empezar fueron una generación irrepetible, probablemente la más dura que ha dado la historia del himalayismo. Y desde luego se curraron cada metro de cada ochomil a sangre y fuego. Pero también creo sinceramente que la meteorología ha cambiado mucho. El cambio climático se está notando especialmente en el Himalaya y el Karakorum con una meteorología más impredecible que antes, más extrema. Las expediciones invernales son muy muy jodidas y muy desagradecidas. Solo hay que ver mi porcentaje de éxito, con un ochomil en siete intentos, o en general las cimas invernales que se han conseguido en los ochomiles en el último lustro, apenas dos o tres en más de una treintena de intentos.
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– Sin embargo parece que se han puesto de moda. Cuando realizó la primera en 2011 apenas hubo dos o tres expediciones a otros tantos ochomiles y el pasado invierno hubo casi una decena a media docena de ochomiles.
– Se ha puesto de moda porque en los últimos años ha quedado demostrado, por si quedaba alguna duda, que subir un ochomil en primavera por una ruta normal tiene muy poco valor alpinístico. Y la hazaña de Nirmal Purja el año pasado de subir los 14 en poco más de siete meses lo remató. Así que muchos han dicho «Ah, pues lo subo en invierno y así tendré más repercusión». Yo por supuesto respeto a cualquier alpinista que quiera intentar un ochomil en invierno, pero el problema puede ser que muchos que lo intenten no tengan la experiencia suficiente ni sepan muy bien lo que se van a encontrar.
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– ¿Qué va a ver el espectador en la película sobre tu ascensión invernal al Nanga Parbat?
– Creo que vamos a sorprender al espectador. La gente va a ver una película de verdad, auténtica, donde va a disfrutar, porque además es una película para todos los públicos, y me refiero a gente montañera y no montañera. Donde se narra nuestra expedición, donde se ve realmente cómo es una expedición invernal, donde se narra la autenticidad y la dureza de las expediciones de este tipo. Donde narramos un viaje a lo desconocido, porque entonces el Nanga en invierno era completamente desconocido.
– ¿Y en el libro qué se va a encontrar la gente?
– Sobre todo autenticidad, porque lo he escrito yo de mi puño y letra. Para lo bueno y para lo malo. Quizás su estilo no sea muy literario, porque yo desde luego no soy escritor, pero a cambio la gente va a leer mis sentimientos, mis alegrías, mis preocupaciones, mis enfados en primera persona, sin filtros ni adornos. Es un libro que nada tiene que ver con los libros de montañas al uso. Y en la parte del diseño, el lector va a encontrar noventa fotografías de esa expedición que refuerzan el relato. Estoy realmente satisfecho con el resultado. Espero que a la gente le guste también.
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– ¿Cómo ha vivido alguien tan activo como Alex Txikon el confinamiento?
- Pues lo he vivido de puta madre. Triste, desde luego por todo lo que hemos y estamos viviendo, pero a mí me ha venido de perlas. Tanto que ha sido el desencadenante de que desempolvara el proyecto que tenía de escribir el libro del Nanga. Sin confinamiento no lo hubiera logrado. En otras circunstancias, eso de estar días enteros encerrado en casa escribiendo creo que hubiera sido imposible.
– Su relación con esa montaña ha sido muy intensa. El primer año se quedaron a cien metros de la cima, al siguiente lo consiguieron y dos años después volvieron para buscar –y encontrar sin vida- a Daniele Nardi y Tom Ballard. ¿Cómo definiría su relación con esta montaña? ¿Qué sentimientos le produce el Nanga Parbat?
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- Son sentimientos contrapuestos, pero que sobre todo me han hecho madurar mucho por su intensidad. Porque en todo caso, han sido situaciones que me han marcado, que han dejado muesca en mi vida. Pero yo destacaría el sentimiento de empatía que me ha dejado, de empatía hacia el que tienes a tu lado, hacia el que se cruza delante de ti en un semáforo, aunque no le conozcas,porque no sabes la carga personal que lleva encima.
– El Nanga Parbat es conocida como 'la montaña asesina' por todas las tragedias que acumula desde principios del siglo XX. ¿Es una montaña noble o traicionera?
– Mi experiencia me dice que es una montaña no tanto traicionera como peligrosa. Es una montaña que no te da respiro, ante la que no puedes bajar la guardia nunca. Tú piensas que la llevas dominada y nada más lejos de la realidad. En cualquier momento de puede dar un susto. Hasta que no consigues estar de vuelta en el campo base no tienes nada ganado. Pero a la vez es una montaña mágica, de una belleza increíble, sin otros ochomiles a su alrededor, con esas tres vertientes brutales de más de cuatro mil metros de desnivel... Y su gente, tan salvaje como la montaña… El Nanga Parbat es una montaña que abruma, que impone. Y creo que en la película y el libro hemos conseguido que se vea.
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– ¿Vamos a ver a Alex Txikon en la cumbre de otro ochomil en invierno?
– Ojalá. Ojalá sea así. Pero también te digo que no queda mucho tiempo para que eso pueda suceder. Porque los años van pasando y la motivación es diferente. Sigue siendo mucha, pero el esfuerzo que supone cada año organizar una expedición de este tipo te va minando poco a poco. Y, sinceramente, tampoco estamos teniendo la suerte que merecemos, por lo que hemos hablado antes de la meteorología en invierno. Y sin suerte en una expedición de este tipo, apaga y vámonos.
– ¿Cuando habla de cansancio se refiere más al físico, al metal o a los dos a partes iguales?
– Es un cansancio sobre todo de tener que pelear todos los años por conseguir el presupuesto necesario. Un cansancio más por la pre-expedición que por la expedición. Es tan esclavo…Y sí, desde luego es un cansancio más mental que físico. Y que conste que no lo digo como queja, ¿eh? Soy consciente de todos los deportes y todas las actividades que hay, y todos tienen el mismo derecho que yo a busca y lograr el apoyo de un patrocinador. Hay competencia y eso es bueno. Y luego está la situación económica, que ya ves la que nos viene encima… Y que conste que no estoy desmotivado. Al revés, cada día tengo más ganar de hacer más cosas y los proyectos fluyen en mi cabeza, pero es lo que nos ha tocado vivir.
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– Y con todo esto que cuenta, ¿habrá expedición de Alex Txikon a un ochomil el próximo invierno?
– Habrá, habrá. O al menos me gustaría que la hubiese, porque la incertidumbre existente por el coronavirus es absoluta. Hablar de la posibilidad de irnos a Nepal o Pakistán dentro de un par de meses cuando están confinando a ciudades con millones de personas en España y Europa puede sonar a temerario. Pero el proyecto desde luego está ahí.
– ¿De nuevo Everest, K2…?
– De momento vamos a dejarlo en que es un ochomil que no se ha subido nunca en una expedición íntegramente invernal.
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