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MARÍA SUÁREZ
OVIEDO.
Jueves, 1 de septiembre 2022, 00:56
Los mercados estivales son la verdadera piedra de toque de las direcciones deportivas, y el primero de Tito Blanco en el Real Oviedo llega a su último día con el trabajo prácticamente hecho. De incorporarse algo más será «una operación de bajo coste» y orientada ... a aportar llegada desde una posición concreta: la de extremo. Siempre están ahí las oportunidades de última hora, pero lo cierto es que la tarea del alicantino se ha ido cerrando de manera paulatina con el fin de que Jon Pérez Bolo tuviera al grueso de la plantilla antes del arranque liguero. Y así ha sido.
Ese suele ser el objetivo de todo director deportivo, aunque en el Real Oviedo no siempre se ha podido trabajar con esos márgenes. Solo hay que remontarse al pasado verano, con el aterrizaje también de nuevas de Rubén Reyes en el club, para analizar una última jornada de mercado más movida de lo que se espera que sea la de hoy en las oficinas del Tartiere. El gijonés, por aquél entonces en el despacho que hoy ocupa Tito, estuvo pendiente de la situación de Cristóforo casi hasta esa última jornada de mercado. Sin el uruguayo, se accionó a última hora una operación que era clave en el esquema -dotar al equipo de un mediocentro llamado a ser titular- y que acabó siendo diferencial a lo largo de la temporada. Ese último fichaje fue, nada más y nada menos, que Gastón Brugman. El también jugador charrúa entró en tiempos en lo que a acuerdo e inicio del trámite se refiere, pero no fue hasta el día siguiente cuando se pudo confirmar su inscripción en la competición como jugador del Real Oviedo. Ese último día de mercado, en el que mucho oviedista se fue preocupado a la cama, se cerró a mediodía otro fichaje que no salió como se esperaba, pero que estaba motivado por la misma inquietud que hizo a Reyes fichar a Borja Bastón: la de recuperar a un jugador de talento, como lo era un Jorge Pombo que no atravesaba su mejor momento.
Ambos refuerzos llegaron sobre la bocina, sobre todo el de Brugman, pero esa no venía siendo ni mucho menos la tónica habitual de los últimos años en el club. La temporada anterior, con Francesc Arnau a los mandos de la confección de la plantilla, la dirección deportiva llegó a esa última jornada de mercado con el doble objetivo de dar salida a Diegui Johannesson y apuntalar la plantilla con un lateral izquierdo o un atacante para completar la plantilla. La baja del internacional islandés no llegó a materializarse -de hecho, aunque apenas jugó fue clave por su gol en el derbi ante el Sporting- y la búsqueda de refuerzos en las posiciones que lo demandaban tampoco dio los frutos esperados. Con el cierre de mercado, Mossa siguió siendo el único lateral izquierdo específico de la plantilla y en ataque nadie se sumó a un cartel en el que Ziganda contaba con Obeng, Rodri Ríos, Blanco Leschuck y Mujica. El argentino y el canario eran refuerzos de ese mismo verano, mientras que Ríos -también fichaje de Arnau- había llegado unos meses antes, en el mercado invernal.
Tirando aún más del hilo se llega hasta un verano de 2019 en el que era el ex jugador azul Michu quien asumía el reto de confeccionar la primera plantilla. Lo hacía, eso sí, bajo la supervisión y mando del mexicano Joaquín del Olmo. Michu llegaba por aquel entonces a un club del que había salido pocos meses antes Martín González rumbo al Getafe, y se encontraba con un importante grupo de jugadores con contrato en vigor. No solo eso, también tenía llamando a la puerta a una generación de canteranos que buscaba su momento en el primer equipo: Jimmy, Lucas Ahijado, Borja Sánchez y Edu Cortina.
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Con el ovetense dieron el salto contractual los cuatro, y tres de ellos -tres años más tarde- no solo siguen en el club sino que se han reivindicado como jugadores importantes campaña tras campaña. A Michu le quedó poco margen para incorporar efectivos dado que Martín González había acometido varias operaciones importantes como el fichaje de Joselu o las renovaciones de hombres como Carlos Hernández, Mossa o Folch. Aún así, el ahora director deportivo del Burgos, cerró la plantilla con tres jugadores más de los que había el año anterior. Incorporó a Javi Fernández, Nieto, Sangalli, Arribas y Ortuño en un año en el que el mercado para los azules acabó también días antes del límite que estipula el calendario. Ni se cerró una salida para Diegui -que iría cedido al Cartagena en el mercado invernal de ese mismo año- ni se logró apuntalar la plantilla con un nuevo lateral izquierdo u otro atacante. La llegada de Ortuño, casi tres semanas antes del cierre de mercado, fue el último movimiento de ese verano.
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El escenario ahora es bastante diferente. En el que ya es el primer proyecto con Pachuca como máximo accionista del club azul, Tito ha logrado confeccionar la plantilla casi al completo antes del arranque liguero. Solo Koba llegó con la competición iniciada, pero lo hizo con el ritmo suficiente como para haber podido debutar tras solo dos sesiones de trabajo. Todos los puestos están duplicados, y tras confirmarse la continuidad de Javi Mier, solo faltaría encontrar una guida no demasiado cara para el pastel de Jon Pérez Bolo.
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