El Oviedo, por el camino del orgullo y la garra

El partido transcurría por donde se esperaba hasta la expulsión de Alonso Aceves, con el Granada con el balón, pero sin crear muchas ocasiones. Luego, el Oviedo tuvo que ponerse el mono de trabajo y los jugadores se vaciaron en el esfuerzo, en especial Hugo Rama, que ha dado un paso al frente y que ayer fue uno de los destacados. Los oviedistas salen así de la zona de descenso antes del parón de la Liga por la primera eliminatoria de la Copa del Rey.

El once inicial de los azules presentó un par de novedades. Una de ellas, de calado. El cambio en la portería, con el estreno del francés Quentin Braat en sustitución de Tomeu Nadal. Además, David Costas entró por Rodri Tarín en el centro de la defensa.

El partido despertó con un guión muy parecido al que Álvaro Cervera habría diseñado, con el balón en las botas de los granadinos en zonas en las que no creaban peligro y con los suyos saliendo a la contra. Los ovetenses tenían claro en la zona en la que presionaban al rival y lo hacían bien, por lo que no permitían aproximaciones al área de Braat.

Además, las dos primeras ocasiones fueron para los locales. Primero, con un disparo cruzado de Obeng y, en el saque de esquina posterior, David Costas estrelló el balón en el larguero.

Los carbayones manejaban bien el partido, le metían intensidad a todas las acciones y ganaban duelos en todas las zonas del campo, lo que les permitía no sufrir, pese al dominio de la posesión que manejaban los de Karanka. Otra vez Hugo Rama estaba metido en el partido y ofrecía soluciones a los compañeros en la salida de balón, además de ayudar a Alonso Aceves a cerrar la banda izquierda.

El partido no tenía sobresaltos para los oviedistas, a los que solo les faltaba un poco más de precisión en los últimos metros para poder generar ocasiones de mayor peligro. Pero una pérdida de balón en el centro del campo la aprovechó el Granada para salir al contraataque. Callejón inició la carrera con Alonso Aceves, que le derribó, y el árbitro le mostró la roja al mexicano. Fue una decisión muy protestada por entender que no se trataba de ocasión manifiesta de gol y que debía ser tarjeta amarilla. El daño pudo ser mayor, ya que en lanzamiento de la falta, Callejón estrelló el balón en el poste.

El escenario del encuentro cambió por completo, ya que con un jugador menos los azules tuvieron que recomponer el equipo, mandando a Bretones al lateral izquierdo, mientras que Obeng pasó a la banda derecha del centro del campo. El primer reto del Oviedo era llegar al descanso sin encajar, ya que el Granada dio un paso al frente para tratar de adelantarse. Con bastante sufrimiento, los de Cervera llegaron al término de la primera parte con el empate en el marcador. El técnico dejó en el vestuario a Obeng y dio entrada a Jimmy, que ocupó la banda derecha del centro del campo.

Los azules dieron un paso atrás y comenzaron a ejecutar un ejercicio de orden y trabajo para defenderse del monólogo de posesión de los visitantes, que tenían el balón, pero no eran capaces de crear ocasiones de peligro. Los azules esperaban en su campo y allí maduraban al rival. No obstante, el balón duraba muy poco y por eso Cervera decidió sustituir a Borja Bastón por Sergi Enrich en busca de frescura en la delantera, lo que al final dio sus frutos.

El paso de los minutos propició que la desesperación visitante se tradujera en un par de pérdidas de balón y de los correspondientes contraataques azules, pero siempre con pocos efectivos. Sin embargo, en una de esas acciones, con el equipo en campo contrario, Lucas robó un balón en la frontal del área y combinó con Sergi Enrich, que le devolvió el balón al lateral. Lucas avanzó y centró al área, donde Sergi Enrich, con un espectacular taconazo, mandó el balón al fondo de la portería. Los ovetenses se ponían por delante en el marcador, haciendo lo que parecía más difícil.

El Granada se quiso volcar sobre la portería local, pero lo hizo con grandes dosis de precipitación, lo que facilitó la defensa ovetense. No obstante, tuvo un par de ocasiones en las que Braat se mostró seguro y dio confianza al equipo. Hasta el final, el equipo se defendió como gato panza arriba y, aunque sufrió, acabó llevándose los tres puntos y con el consiguiente estallido de alegría en la grada y en el campo.