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ANA RANERA
CADAVEDO (VALDÉS).
Sábado, 3 de septiembre 2022, 00:28
La lluvia, la sidra y el confeti salpicaron ayer Cadavedo, en cuanto los vecinos se enteraron de que habían sido elegidos Pueblo Ejemplar 2022. Nadie daba por allí crédito a que, en su segunda candidatura, ya hayan conseguido hacerse con el reconocimiento. Aunque, ... a decir verdad, tiene toda la lógica, porque «la vida aquí es maravillosa y el pueblo es espectacular, con juventud y mucha alegría», tal y como cuenta Sara García.
Y tiene razón. Basta con darse una vuelta por sus caminos para encontrarse a unos cuantos forasteros, que ya se sienten valdesanos, por amor al paisaje y al paisanaje. Es el caso de Juan Carlos Guerrero, asturiano «de Cangas del Narcea», que lleva nueve años por esas tierras porque «me enamoré de Cadavedo», promete. Aquí hizo su vida, con su grupo de música y su clínica de masaje deportivo.
Porque, por esos lares, hay juventud como la de Daniel García quien, a sus treinta años y después de un tiempo en Madrid, este verano decidió volver a casa. «Mis amigos y mi familia están aquí, al final, todo lo que quiero está en este sitio», resume. «Este pueblo es un encanto y por eso regresé».
Parece que, en su retorno al hogar, trajo consigo la suerte, porque el mes que viene tendrá, paseando por sus caminos, a la Familia Real, y eso le produce «una gran alegría», asegura, sin ocultar su deseo de que los Reyes y sus hijas vean «el paisaje, a la gente y la unión que tiene el pueblo».
Porque es verdad que por allí el asociacionismo está más que arraigado. Lo cuenta Ángel Valverde, el presidente de la Sociedad Popular de La Regalina. «Hay pocos pueblos con tantas asociaciones y que tengan tantos niños», presume. «Ahora que se habla de la España vaciada, Cadavedo es un ejemplo de lucha contra eso», se enorgullece, a la vez que reconoce que «esta candidatura no se hubiera hecho sin un pueblo detrás que nos estuviera apoyando». Por eso, para él este premio es como ganar «un Oscar».
Muy cerca de él, la presidenta de la Asociación de Vecinos, Aroa Avello, confiesa que «este era el momento ideal para hacer un reconocimiento a todas las personas que se vuelcan por el pueblo y por los vecinos».
Como ella piensa María Eugenia Rodríguez, la alcaldesa de barrio: «La gente trabajó mucho, es gente muy unida y eso es importante». Unos vecinos entregados a su tierra que mantienen «el pueblo vivo, con colegio, con trabajo y con ganadería», enumera Óscar Pérez, el alcalde de Valdés. Y va más allá: «Este es un pueblo fuerte y bien armado y estamos muy satisfechos con el premio. Mañana, en cuanto nos despertemos, tenemos que conseguir que este galardón no quede en cosa de un día».
Seguro que estos 435 vecinos logran aprovechar la oportunidad de demostrar los motivos por los que son ejemplares. La Fundación Princesa de Asturias destaca de ellos que son «un primitivo puerto ballenero», así como «lugar de paso del Camino de Santiago» y un rincón salpicado de «diversos emprendedores». Aunque tienen más -mucho más-, porque el acta del jurado también ensalza las «casonas y la arquitectura indiana». Como no podía ser de otra manera, también valora el campo de La Garita, donde se celebra la fiesta de La Regalina cada último domingo de agosto.
Muchas cosas tendrá que ver entonces la Familia Real. Lo tiene claro María Eugenia Rodríguez: «La casa del Padre Galo, la ermita y la playa de La Ribeirona». Aroa Avello la apoya, porque «tenemos que enseñar el paisaje que es lo más bonito, nuestras casas y a nuestra gente».
También habrá que mostrarles algunos negocios, como la ganadería de Félix Pascual Menéndez y su hijo, quienes luchan a diario por seguir adelante, pese a las dificultades que atraviesa ahora mismo el sector. «Si se acaba el campo, no sé qué va a ser de nosotros», se lamenta. «Es imprescindible. El hierro no da de comer».
Él tiene más que claro que su explotación estará abierta de par en par a los Reyes y sus hijas si quieren visitarla. Y no hará una excepción: «Está abierta a todo el mundo, siempre que alguien quiere verla, se la enseñamos».
Porque este pueblo está hecho de gente acogedora, que, en cada uno de sus caminos, esconde su historia: la de quienes cruzaron el charco y volvieron a su lugar de origen y quienes siempre vivieron por aquí e hicieron de este lugar un referente, a base de recordar que la unión hace la fuerza.
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