«Parecía que los Reyes y Leonor eran tres vecinos más del pueblo»

Esa misma impresión se repetía por todas las casas y entre todos los vecinos. Lo decían, por ejemplo, María Teresa Pérez y María del Rosario Nieto, quienes les enseñaron los trajes tradicionales que utilizan los miembros de la Sociedad La Regalina. «Nos parecieron encantadores», apuntaban justo después de saludarlos. «Doña Letizia nos contó que, de niña, ella tenía un traje regional con bordados de azabache y nos preguntó si ya no se usaba», explicaban después de que les acariciase el mandil.

Además, durante la conversación, estas dos vecinas descubrieron que la Princesa de Asturias tiene mucho arte. «Tocó la pandereta y lo hacía muy bien. Sabe tocarla al estilo de la tuna», comentaban sorprendidas.

Mientras tanto, su vecina Isabel García vivía con total naturalidad esta visita real. Ella es una mujer con síndrome de Down que recibió hace años la Medalla de Oro de la Cruz Roja, precisamente, de manos de doña Letizia. «La conocí en Sevilla y hoy se lo recordé», presumía. Porque esta valdesana no conoce límites: es diseñadora de moda y hasta la Reina se interesó por su proyecto. «Quiso saber qué tal iba todo y yo le regalé unas alpargatas para ella y otras para Leonor y Sofía», contaba feliz, antes de anunciar que ya no hablaba más de su trabajo porque estaba «descansando» después de tanto trasiego.

De descansar no tenían ganas, sin embargo, Ziahn Que y su familia. Estos madrileños, de origen chino, vinieron ayer a Asturias únicamente por sentir, de cerca, el magnetismo de la Familia Real. «Nunca los habíamos visto y hoy nos saludaron. Nos hizo muchísima ilusión», confesaban mientras agitaban impresionados su bandera de España.

E igual de impactada que ellos estaba Kate Whaley, una americana de Carolina del Norte que ayer recibió a los Reyes y a la Princesa en Cadavéu vestida de asturiana. «Estoy viviendo este curso en Luarca porque doy clase de inglés allí y esto está siendo una experiencia increíble», contaba. Y es normal que esta estadounidense alucinase, porque, según desvelaba, «no sabía nada de la monarquía española», pero le estaba pareciendo «muy interesante» haber podido conocerla tan de cerca.

Sus palabras sonaban amortiguadas por los gritos de todos los niños del pueblo que jugaban junto a la iglesia después de haber hablado con la Familia Real. «Nos preguntaron que si nos portábamos bien en el cole», contaba Samanta, de ocho años. Y, muy cerca de ella, otros compañeros relataban que doña Letizia les preguntó por su asignatura favorita, a lo que algunos respondieron que la Educación Física, y la Reina les confesó que a ella también le gustaba mucho.

Pero estos niños no fueron los únicos protagonistas infantiles de la jornada, porque la pequeña Jana también se ganó el cariño de los Reyes y de la Princesa en cuanto pisaron Cadavéu. Ella les regaló un dibujo de Leonor y Sofía, inspirado en Halloween, que había hecho esa misma mañana, según contaba con timidez. Y, con ese mismo hilo de voz, aseguraba: «Me dijeron que se lo iban a dar a Sofía porque estaba malita».

Mucha vitalidad tenía, sin embargo, el Rey, quien charló con un grupo de cicloturistas, La Fusión, que le enseñaron las actividades deportivas que llevan a cabo en Cadavéu. «Don Felipe nos contó que él también hacía bici de montaña por El Pardo», apuntaban Jorge Alonso y Juan Antonio Rodríguez. «También nos dijo que había que andar con cuidado y que se notaba que estamos en buena forma», se reían.

Y el Rey también tuvo un rato para charlar con Teodoro González, un hombre que lo recuerda de hace ya unas cuantas décadas. «Yo era sargento en de la Guardia Civil y me tocó escoltarlo cuando iba de campamento a Zamora», explicaba. «Quise entregarle el carnet que tengo de aquello, pero me dijo que lo guardara de recuerdo».

Muchos recuerdos de los Reyes tienen también las gijonesas Pilar Fernández, Jovita Miguel, Brígida Tejero, Carmen Guas, Pilar María García Jove, Charo Rodríguez y Adela González, de la Asociación de Mujeres Eve Canel, quienes llevan muchos años visitando pueblos ejemplares. «Hará más de veinte años que venimos», calculaban. Y son casi medio centenar. «Quitando la pandemia, que no se pudo, siempre venimos y luego comemos todas juntas y aprovechamos para conocer cosas. Un poco de folixa».

La cosa es celebrar y así lo hicieron ayer todos los allí presentes. Especialmente, los doscientos vecinos que asistieron a la comida con la Familia Real después de que la visita oficial concluyese en el campo de La Garita. Fue, además, un almuerzo sumamente emotivo porque todos se arrancaron a cantar el 'Himno de Asturias' y pudieron sentir, aún más, la cercanía de los Reyes.

Lo hicieron entre quesos asturianos, cecina, bollos preñaos y, por supuesto, las tradicionales alfiladas que ofrecen durante las fiestas de La Regalina a la Virgen de Regla, patrona de Cadavéu. Inmejorable sabor de boca para terminar un día en el que don Felipe y doña Letizia fueron unos vecinos más de Cadavedo.