![Leonor abraza a Jana, que le entregó un dibujo de recuerdo para la Princesa y la Infanta Sofía, ante la mirada de los Reyes y el alcalde de Valdés.](https://s3.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/202210/30/media/pueblo.jpg)
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ANA RANERA / AZAHARA VILLACORTA
Domingo, 30 de octubre 2022, 01:19
No hay obstáculo que se le ponga a Cadavéu por delante. Lo ha demostrado, con tesón, unidad y esfuerzo, a lo largo de toda su historia. Y, ayer, la fecha marcada en rojo en el calendario para recibir el Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias, esa que sus vecinos llevaban meses preparando, fue otra prueba de fuego, porque ni siquiera una gastroenteritis que obligó a la infanta Sofía a ausentarse y a la princesa Leonor a abandonar antes de tiempo el recorrido previsto pusieron en jaque una celebración que, lejos de empañarse, resultó «un día inolvidable».
La jornada amaneció ilusionante y asturiana a más no poder, con orbayu intermitente para la fiesta mayor de la localidad valdesana, engalanada para la ocasión con banderas de España y Asturias y con praos y sebes en perfecto estado de revista. Pero, pasado el mediodía -la hora fijada para el arranque la visita real-, el retraso de la comitiva comenzó a desatar cierta incertidumbre entre los cientos de personas que los esperaban.
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Hasta que, poco minutos más tarde, un portavoz de la Casa Real anunció que la infanta Sofía, finalmente, no acudiría por encontrarse indispuesta por una afección leve, pero la alegría y el orgullo consiguieron mantenerse intactos. Y, finalmente, cuando, al filo de la una, los Reyes y la Princesa de Asturias -de sport y más pálida de lo habitual- hicieron su aparición para ser recibidos por las autoridades -del presidente del Principado, Adrián Barbón, al de la Junta, Marcelino Marcos Líndez, pasando por la delegada del Gobierno, Delia Losa, la consejera de Cultura, Berta Piñán, y el presidente y la directora de la Fundación Princesa, Luis Fernández-Vega y Teresa Sanjurjo- al son de las gaitas de La Reina del Truébano estallaron los «vivas», los «guapos», los aplausos y la 'Jota de Cadavéu' bailada por cinco parejas del grupo La Regalina.
Era el preludio musical a una visita en la que don Felipe recibió el bastón de mando del concejo de manos de su alcalde, Óscar Pérez, y que prosiguió con el saludo a los representantes del sector turístico y empresarial de la parroquia, para dirigirse luego a la quintana de casa Josefina, en la que María Teresa Pérez y María del Rosario Nieto les mostraron cómo cosen los trajes tradicionales que visten los integrantes de la Sociedad La Regalina. Un legado que -como bien anotó la Reina entre «preciosas hortensias» y promesas de calas- «se transmite de madres a hijas» desde hace generaciones.
En casa Inesita la Reina llevó de nuevo la iniciativa durante el encuentro con Alberto González, Almudena Fernández y sus hijas, ejemplo de relevo generacional y familia longeva a la que doña Letizia recordó que sus abuelos también «pasaron de los noventa». Y, de ahí, como muestra de la variada actividad cultural de la localidad, asistieron a una lectura de poemas a cargo del grupo de teatro El Óligo, a cuyo término María Regla Rico les hizo entrega un dossier sobre la historia del Camino de Santiago a su paso por Valdés.
El deporte también tuvo su sitio y, en la casa Lolo Alejos, los tres conocieron las actividades del grupo de cicloturismo La Fusión y el de montaña Pico Palancas, además de a los representantes de la escuela de surf. Un itinerario en el que ni la Princesa ni sus padres dejaron de recibir regalos, estrechar manos, hacerse fotos y coger en brazos a los más pequeños.
A ellos estuvo dedicada la siguiente parada, donde la protagonista indiscutible fue Leonor, que -haciendo gala de una profesionalidad y un sentido de la responsabilidad poco comunes teniendo en cuenta el malestar con el que se había despertado- fue la encargada de ayudar a plantar -pala en mano, sonrisa en ristre y notable remangu-, un texu con el alumnado del Colegio Rural Agrupado Pintor Álvaro Delgado, además de descubrir una placa conmemorativa y saludar a un grupo de mayores de la localidad que los encontraron -como todos ayer en Cadavedo- «muy agradables, muy normales, encantadores, como si fuesen de aquí de toda la vida». De un concejo que tiene a uno de sus mayores referentes en el Padre Galo, en cuya casa natal conocieron su legado -además de degustar dos delicias valdesanas, la rapa y la alfilada- y donde la Princesa comenzó a sentirse peor, por lo que decidió retirarse a descansar.
Así que, cuando llegó el turno de los discursos en el prao de la iglesia, tras la lectura del acta del galardón por el presidente del jurado, Francisco Rodríguez, Leonor ya no pudo estar presente en la entrega del premio a Ángel Luis Valverde (presidente de la Sociedad La Regalina) ni en la intervención en faliecha del pregonero Xosé Manuel Fernández, que presumió de «l'aldea más guapa» y honró a cuantos les precedieron, sin olvidarse de «lus males que lus pueblus nestus diyas tan pasandu»: «Fai falta más atención/ a nuesas zonas rurales». Y, ya «en confienza», se atrevió a recomendar, «pa cuandu l.legue'l mumentu/ que Leonor ou Sofía/ tengan que dar el 'sí, quieru',/ que secha na Regalina/ que ya l.lugar d'abulengu'». Un mensaje que, a buen seguro, los Reyes les transmitirán entre risas en cuanto se repongan, además de las felicitaciones trasladadas a Leonor por su décimo séptimo cumpleaños, que celebra mañana.
En su nombre, tomó la palabra doña Letizia para explicar -con las tablas que la Reina acredita ante el micrófono- que padecían «una de esas gastroenteritis que en 24 o 48 horas se pasan» y que «todos hemos tenido alguna gastroenteritis alguna vez, no pasa nada», además de prometer «volver con ellas dos». Una promesa que el Rey reiteró tras disculpar la ausencia de la heredera al trono: «Ha aguantado hasta donde ha podido. Ha hecho un gran esfuerzo, porque le hacía mucha ilusión estar aquí». Fue justo antes de que los dos se encaminasen, «felices pese al contratiempo», al campo de La Garita para disfrutar de sus espectaculares vistas, de su hórreo bien anclado a la tierra, de su ermita y de la danza prima. De disfrutar de un almuerzo con los vecinos y de poner rumbo al aeropuerto por carretera ya junto a sus hijas con parada en un local hostelero pasado Cudillero. «Volveremos».
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