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m. f. antuña
Viernes, 18 de octubre 2019, 01:30
Atenta, sonriente, curiosa, Leonor de Borbón afrontó su primer acto oficial en Oviedo en vísperas de su estreno en el Campoamor con ganas de saber, mirando, preguntando, interesándose por todo. La primogénita de los Reyes visitó la Catedral de Oviedo, vio muy de cerca ... los símbolos de Asturias, se fotografió junto a la Cruz de la Victoria y quiso saber más. Una de sus preguntas fue por las letras alfa y omega, principio y fin, que adornan la bandera de su Principado.
A las cinco de la tarde, la familia real al completo llegaba a la plaza de la Catedral. La Reina y Leonor tomaron rumbo hacia la derecha y comenzaron saludar a quienes esperaban para verlos, entre ellos, doscientos escolares de cinco colegios de Oviedo; el Rey y Sofía, al lado opuesto, hicieron lo propio.Sin prisa, escuchando vivas y piropos. Reunidos ya en el centro, tocaba tomar rumbo a la plaza del Rey Casto. El presidente del Principado, Adrián Barbón; el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli; el presidente de la Junta General del Principado, Marcelino Marcos; la delegada del Gobierno, Delia Losa, junto al presidente de la Fundación Princesa de Asturias, Luis Fernández-Vega; su directora, Teresa Sanjurjo, y el director emérito, Graciano García, les esperaban allí para darles la bienvenida antes de que la familia accediera desde los jardines al interior de la Catedral.
La visita al templo, de carácter privado, estuvo guiada por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes; el deán, Benito Gallego, y el vicario general de la diócesis, Jorge Juan Rodríguez Sangrador. Les recibieron en la capilla del Rey Casto, y el primer paso en su camino fue para observar la placa que recuerda la visita de don Felipe en el año 1988 cuando era Príncipe de Asturias ubicada junto al panteón real, que se visitó igualmente. El Sagrario fue el siguiente destino, antes de que se les revelaran los misterios del retablo de Antonio de Borja de la capilla del rey Casto y observar después el retablo mayor. «El Rey nos ha dicho que se lo explicáramos a las niñas, han estado encantadas», relató Benito Gallego una vez finalizada la visita, que tuvo uno de sus momentos más emotivos cuando se visitó la Cámara Santa. «Se han hecho una foto con la Cruz de la Victoria los cuatro, después ya hemos entrado en la Cámara Santa, donde teníamos descubierto el Santo Sudario», explica el deán, que destaca la cercanía de toda la familia. De hecho, él mismo le recordó al Rey una fotografía que tienen juntos en la sala capitular cuando el monarca tenía 12 años. «Ha estado muy sencillo».
Finalizada la visita a los tesoros de la Catedral de Oviedo, los Reyes y sus hijas visitaron a los dos trabajadores de Vesuvius encerrados. «Les he dicho: 'Sois unos enchufados, a los únicos que ha besado la Reina es a vosotros', y también la infanta y la Princesa, se han llevado los besos de las tres mujeres», bromeaba el deán, quien subrayó que don Felipe y doña Letizia estaban perfectamente enterados de la situación de la empresa y de los motivos de su protesta. «Les han dado ánimos», afirmó Gallego, quien detalló que los trabajadores entregaron una camiseta al jefe del servicio de protocolo para que la reciban los Reyes. Por cierto que el hecho de que la infanta Sofía fuera vestida de naranja no pasó inadvertido para los trabajadores, felices con esa coincidencia cromática con su causa y con poder haber charlado con don Felipe y doña Letizia, pero especialmente con ella, la más habladora.
La familia saludó al Cabildo y también firmó en el libro de honor. Lo hicieron los cuatro. Se da la circunstancia de que el volumen lo estrenó Juan Pablo II el 20 de agosto de 1989; la segunda firma fue la de don Felipe en 1991. Y el Rey «se acordaba pero no se acordaba». Ya habían recibido el obsequio del Arzobispado y el Cabildo que, de milagro, no repitió el que fuera regalo de bodas de la pareja. «Pensamos en obsequiarles con una reproducción facsímil del Libro de los Testamentos, el códice más importante que tenemos en el archivo, pero el secretario se dio cuenta que se lo habíamos regalado para su boda y sobre la marcha decidimos entregarles un facsímil del testamento de Alfonso II».
Fue aproximadamente una media hora el tiempo que estuvieron en la Catedral. «A mí me ha llamado la atención el interés que ponían a todo», concluye el deán, que explicó que a Leonor y Sofía les atrajo especialmente la pantalla táctil de la Cámara Santa.
Si entraron por una puerta lateral, la salida la hicieron por la principal y con los niños de los colegios ondeando las banderas de Asturias y España y dando voces felices y contentos. «Samuel, ¿para cuántas televisiones hablaste ya?», preguntaba asustada una profesora a uno de los niños, entretenidos en comentar a los periodistas sus cuatro palabras con Leonor y Sofía. «Yo le dije que estaba muy guapa y ella me dijo que gracias», contaba una niña, mientras otra anunciaba que no se iba a lavar las manos en una temporada tras el apretón principesco.
Los coros infantil y joven de la Fundación Princesa de Asturias ya habían tomado posiciones a las puertas de la Catedral para entonar el 'Asturias patria querida' cuando la familia salió. Tanto don Felipe como doña Letizia, que se fotografiaron con los chicos y sus maestros, lo tararearon. A ella se le oyó decir un sincero «fantástico».
Hubo cambio de tercio. La infanta y el Rey se fueron a saludar al lado contrario del de su llegada; la Princesa y la Reina, otro tanto de lo mismo. Más sonrisas, más gritos, más saludos... Hasta que llegó el momento de volver al coche. Hubo un instante en que la Princesa hizo amago de entrar al vehículo sin despedirse de la autoridades; el Rey, inmediatamente, le indicó con un gesto lo que debía hacer. Ella, atenta y dispuesta a aprender, así lo hizo.
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