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azahara villacorta
Domingo, 20 de octubre 2019, 02:03
Si el viernes doña Leonor de Borbón y Ortiz debutó en un Campoamor rendido a su primer discurso en los Premios Princesa de Asturias con toda la solemnidad que la ocasión merecía, ayer, en Asiegu, Pueblo Ejemplar de Asturias 2019 –setenta y seis ... vecinos, veintiún barrios, muchos apellidos repetidos, un bar y un balcón privilegiado al Uriellu– aparcó los nervios para disfrutar como una niña de la casa con corredor y el corri corri, los «vivas» y el ramu, los tapetes, los cestos, los 'selfis', los regalos de los guajes de su quinta y el paraguas que sujetaba por momentos sobre la altura de su padre, intentando que el monarca no se mojase bajo la lluvia, «tan asturiana», recordaban unos y otros como para quitarle gravedad.
Así que, cuando le llegó el turno de hablar ante las decenas de medios acreditados llegados incluso de París que se pasaron la mañana diciendo «gaiteiros» y «sidriñas» y soñando con cachopos, ya con la prueba de fuego de los galardones aprobada con nota y con la de 'caleyar' sobradamente superada, la Princesa de Asturias hasta se atrevió a improvisar en mitad de su segunda intervención en su Principado en menos de veinticuatro horas. Su segundo discuso oficial.
Fue en la parte nuclear de su discurso en la plaza. Cuando aseguró que «los pueblos como Asiegu son un tesoro de España que hay que querer, cuidar y proteger». Ytras hacer un resumen de lo vivido durante toda la mañana:«Acabáis de enseñarnos las queserías, el llagar, las cosas bonitas de este lugar que demuestran que en este pueblo hay vida, hay belleza y hay futuro».
Justo en ese punto, tocaba anunciar que la Familia Real visitaría acto seguido el mirador de Pedro Udaondo, donde hablarían con los pastores sobre «oveyes xaldes». Pero la meteorología no entiende de protocolos y, en ese momento, jarreaba.
Así que la Princesa de Asturias siguió con el guion establecido.«Estoy deseando ir al mirador a ver el Uriellu para disfrutar de la naturaleza privilegiada que os rodea», dijo, provocando las sonrisas de todos los que la escuchaban junto al escenario situado en el corazón del pueblo. Pero la heredera no se arredró y apostilló:«Aunque creo que tendríamos que volver, porque hoy la lluvia no nos deja».
Y, con esa promesa y esa mezcla de inocencia y seguridad, terminó por ganarse a los cabraliegos, a los que se presentó pasadas las dos de la tarde, después de un paseo que, a pesar del diluvio, se prolongó más de lo previsto: «Vengo a haceros entrega del Premio al Pueblo Ejemplar. Ylo hago con muchas ganas de aprender y de conocernos. Me hizo mucha ilusión que mi padre me dijera que podría hablar hoy aquí y que pasaríamos los cuatro unas horas con vosotros».
Era el culmen a su cita con la Historia, la despedida a tres días que seguramente nunca olvidará, que dio comienzo con una confesión familiar.«Nuestros padres nos han contado muchas veces lo especial que es este día, lo importante que es para ellos compartir estos momentos. A mi hermana Sofía y a mí nos encanta vivir hoy tantas emociones en esta tierra que desde siempre hemos aprendido a querer. Nos han traído desde muy pequeñas a varios lugares de Asturias:entre ellos a Covadonga y, ayer (por el viernes), a Oviedo para el acto de entrega de los Premios de la Fundación Princesa de Asturias, que es el título que llevo con tanto orgullo. Ytambién con alegría. Unos Premios con casi cuarenta años de historia que mis padres conocen bien, sobre todo mi padre, que la vivió en persona», leyó Leonor casi de corrido, mientras, a su lado, don Felipe asentía con orgullo de padre y seguro que también de Rey.
Y, al igual que el monarca haría poco más tarde, Leonor no quiso desaprovechar la oportunidad para defender el medio rural, eso que ahora llaman la España vacía. «El Premio que recibís hoy como Pueblo Ejemplar de Asturias nació hace casi treinta años para defender valores muy importantes: el respeto y el conocimiento de la naturaleza y el medioambiente; el valor de la vecindad, de trabajar unidos, de las tradiciones y también del progreso. Permitidme que os felicite por eso», sonó regia la primogénita.
Una alocución que concluyó con un agradecimiento sincero y una reivindicación de las raíces asturianas de las que ya presumió en el Campoamor:«Gracias a todos por preparar esta visita con tanto cariño y por hacernos sentir tan bien. Hoy no nos olvidamos de los que ya no están y que con su trabajo y esfuerzo hicieron posible que ahora estemos aquí. Asturias es mi casa y Asiegu trendrá siempre un lugar especial en mi corazón. Muchas gracias».
La ovación llegó hasta el Urriellu antes de que reclamase los besos de sus padres y el abrazo de su hermana y de volver a las responsabilidades escolares más Princesa de Asturias que nunca. Lo dijo el propio Rey en mitad de Asiegu con otra sonrisa:«Yo ya he pasado a segundo o a tercer plano».
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