Irene Vallejo - Escritora

«Las humanidades están cada vez más arrinconadas en los programas educativos»

Esta licenciada en Filología Clásica por las Universidades de Zaragoza y Florencia ha protagonizado uno de los grandes fenómenos editoriales de los últimos años. 'El infinito en un junco', editado en 2019, acaparó premios y multiplicó lectores por todo el planeta. Irene Vallejo se estrenaba hoy como jurado del Premio Premio Princesa de las Letras que ha iniciado sus deliberaciones en el Hotel Barceló de Oviedo.

—Sentarse y elegir a un ganador, usted que ha sido elegida por los premios en múltiples ocasiones, ¿cómo lleva?

—Con un sentimiento de responsabilidad. Es muy difícil hacer justicia a tantos creadores de distintas procedencias, tradiciones, géneros. Incluso es muy difícil comparar obras tan dispares entre sí. ¿Cuál es el criterio para evaluar y comparar? Estoy sumida en las dudas y agradezco que seamos tantos los miembros del jurado porque se garantiza que colectivamente vamos a ser capaces de tomar una buena decisión.

—¿Los premios dan alas o dan más alas los lectores?

—Los premios son muy de agradecer y de alguna manera ayudan a disipar las dudas que siempre acompañan a esta actividad creadora. También tienen sus peligros, porque la vanidad es una fiera con las uñas muy afiladas que siempre está merodeando por ahí y hay que enjaularla. Pero para mí, la relación con los lectores es algo incomparable, nada me da tanta energía y tanta esperanza.

—¿Pesa la responsabilidad de sentarse a escribir después de sentirse un fenómeno literario?

-No me relaciono a mí misma con esas palabras y esos términos. Todavía estoy un poco perpleja pensando que, de alguna manera, he ocupado la vida de otras personas y que en algún momento las cosas volverán a los cauces anteriores. Yo venía de la trinchera literaria, durante más de una década estuve en pequeñas ferias del libro, visitando clubes de lectura, escuelas, institutos en el mundo rural, de modo que no me imaginaba ni remotamente que iba a emprender una gira mundial como la que estoy haciendo y lo vivo con asombro.

—¿Pero cambia el chip a la hora de escribir?

—Digamos que los retos son distintos. Antes tenía la presión de dudar constantemente de si realmente podría ganarme la vida con este trabajo y si estaba tomando las decisiones vitales adecuadas y ahora es el peso de la responsabilidad y las expectativas, pero creo que desgastaba más la duda.

—¿Si fuera ministra de Educación qué haría con la literatura y el humanismo?

—No valdría.

—Dejémoslo en asesora.

—Es muy difícil, yo creo que apostaría claramente por las humanidades, pero no desbancando a las ciencias. Esa disyuntiva y colocar a la gente en dos bandos antagónicos es equivocada. Yo fomentaría la mutua valoración entre ciencias y letras y la transversalidad de las humanidades en cualquier formación.

—¿Y de eso carecemos ahora?

-Sí, yo creo que las humanidades están arrinconadas, ausentes y cada vez tomando una posición más secundaria en los programas educativos.

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