Tres biólogos estadounidenses cuyas investigaciones buscan mejorar la vida de todos son los ganadores del Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica que acaba de fallarse en Oviedo. Sus estudios en torno a la microbiota y la comunicación de las bacterias y ... la forma en que se hacen resistentes a los antibióticos están en el origen del galardón que en octubre recogerán en Oviedo Jeffrey I. Gordon, Peter Green Bergberg y Bonnie L. Bassler.
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Jeffrey I. Gordon, licenciado en Medicina en Chicago en 1973, ejerce desde los ochenta en la Universidad de Washington en San Luis (Misuri) y allí ha desarrollado su tarea investigadora en biomedicina para entender el papel de los microbios en el funcionamiento normal del organismo. Entre sus descubrimientos: que los microorganismos presentes en el intestino influyen en la obesidad o que la malnutrición en niños o los fallos en el desarrollo neurológico o del sistema inmune dependen no solo de la dieta sino también de un microbioma sano. En sus posibles usos terapéuticos ya se trabaja, incluso en Asturias.
Sus colegas trabajan en líneas similares. Bonnie L Bassler, presidenta del Departamento de Biología Molecular de la Universidad de Princeton e investigadora del Instituto Médico Howard Hughes, y E. Peter Greenberg, profesor de Microbiología de la Universidad del estado de Washington, ya obtuvieron hace unos años un prestigioso premio de forma conjunta por dilucidar el mecanismo molecular de la detección de quórum, un proceso mediante el cual las bacterias se comunican entre sí y que ofrece formas innovadoras de interferir con los patógenos bacterianos o de modular el microbioma para aplicaciones de salud. En una charla TED que se puede ver en youtube, la científica de Princeton lo explicaba de una manera muy clara. Venía a decir algo así como que las bacterias hablan entre ellas empleando un lenguaje químico que les permite coordinar su defensa y provocar ataques. Saberlo es una manera de luchar contra ellas y abre vías nuevas para la medicina.
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M. F. Antuña
Greenberg, en la página web de la Universidad de Washington, en Seattle, en la que trabaja, explica de una manera clara de qué van sus investigaciones que todos nos tocan muy de cerca: «Nuestro laboratorio se centra en el campo emergente de la sociomicrobiología» anuncia, con una expresión clara de ese hablar entre las bacterías al que aludía su colega de Princeton, es decir, el quórum de comunicación intercelular. Sus estudios buscan también adentrarse en las formas en las que estas bacterias cambian, por decirlo de alguna manera, de forma de vida, y dejan de ser nómadas para crear en torno a ellas una película que las hace resistentes a los antibióticos. «Estamos interesados en los mecanismos genéticos y moleculares de los comportamientos sociales y la evolución de la sociabilidad, pero es un hecho que las actividades sociales que estudiamos son importantes en la patogénesis», ha dejado escrito.
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