Marta Manen, directora ejecutiva de Mary's Meal en España
«Da igual que haya ébola o una crisis. Si llegamos a un sitio, nunca nos vamos»Secciones
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Marta Manen, directora ejecutiva de Mary's Meal en España
«Da igual que haya ébola o una crisis. Si llegamos a un sitio, nunca nos vamos»Feliz, encantanda con la noticia, radiante y deseando ya que el altavoz que supone la concesión del Premio Princesa de Cooperación a Mary's Meal empiece a dar resultados «para poder alimentar a un niño más, y después a otro. Hasta que ninguno pase hambre», ... proponía Marta Manen, directora ejecutiva de Mary's Meals en España.
-¿Qué tiene diferente Mary's Meals para que esté con ellos?
-Las personas que trabajan en la organización, el fin que busca y el sistema de trabajo. Magnus MacFarlane-Barrow, el fundador, quedó marcado por una frase de un niño en Malawi, porque, cuando le preguntó cuál era su sueño, contestó: «Poder comer y algún día ir al colegio». Y, aunque él ya llevaba tiempo tratando de ayudar, esa respuesta hizo que Mary's Meal sea lo que es hoy en día, focalizando que la entrega de comida sea en el colegio, para darles a la vez el pez y la caña de pescar, como se dice, porque lo urgente es darles de comer, pero lo importante para los niños es que vayan a la escuela y puedan tener un futuro.
-¿Cómo llego la organización a España?
-Nuestra presidenta, Elisalex Lowënstein, conoció a Magnus MacFarlane-Barrow y su proyecto y no lo dudó. Se fue a Escocia y regresó dispuesta a ponerlo en marcha. Junto con un grupo de amigas -yo también estaba allí-, nació Mary's Meals Spain. Y, desde entonces, trabajamos sobre todo en comunicación, en darnos a conocer, en que cada voluntario que participa aporte lo que pueda, y no solo sus bienes materiales, sino sus capacidades.
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-¿Se nota mejoría en los lugares a los que llegan?
-Impresionante. Porque el plan está en involucrar a la comunidad. Nosotros les damos las herramientas y una formación, y les hacemos llegar el alimento. Pero después son los propios padres y madres de los niños los encargados de elaborar la comida, de repartirla, de cuidar que nadie negocie con ella o de que no se deteriore. Y claro, es la comida de sus hijos, así que la defienden hasta el infinito. Además, procuramos también utilizar productos de la propia comunidad, con lo que generamos riqueza y les damos esperanza. Como la comida se da en la escuela, también se incrementan las escolarizaciones. Son muchas las ventajas.
-Y todo con voluntarios...
-Sí. Procuramos gastar muy poco en estructura y en cosas innecesarias, para que todo el dinero posible vaya a la comida de los niños. En esta organización hay auténticos héroes, es nuestro gran activo. Porque da igual que haya ébola o una crisis. Si llegamos, nunca nos vamos.
-¿Cómo está la situación ahora, tras el covid?
-La respuesta fue muy positiva, tenemos más donaciones. Las comunidades reaccionaron muy bien. Cuando se cerraron las escuelas, se organizaron para repartir la comida a las familias.
-¿Qué necesitan?
-Se necesita más presupuesto de los gobiernos para que nosotros no tengamos que existir. Pero, mientras no puedan hacerlo, en nuestra página web es muy fácil colaborar. Con 22 euros se alimenta un niño durante todo un año. Toda ayuda es bienvenida.
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