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José Andrés descarga víveres de un helicóptero, en Bahamas, tras el huracán 'Dorian'. AFP
Premio Princesa de la Concordia

Algo que llevarse a la boca «y dignidad»

El jurado destaca la labor del asturiano y de la ONG con la que sirve comida en todo el mundo por su respuesta «rápida y eficaz» en las crisis

AIDA COLLADO

GIJÓN.

Jueves, 1 de julio 2021, 05:09

«La miseria, el terremoto, el cólera. ¿Qué más nos puede pasar, mamá?», pregunta un niño ante una casa sin paredes ni techo. «Que se olviden de nosotros», responde la madre, en una viñeta del genial Forges, que a partir de ese momento firmaría ... sus trabajos con coletilla: «No te olvides de Haití». Y no se ha olvidado José Andrés. De aquel terremoto de 2010 en el que perdieron la vida casi un millón de personas -más aún se quedaron sin casa-, de aquel viaje cargado de ayuda humanitaria para quienes se habían quedado sin nada, surgió World Central Kitchen (WCK), la organización que fundó hace una década para desarrollar varios proyectos de cooperación con la cocina como elemento central. La misma que le ha valido el Premio Princesa de Asturias de la Concordia este 2021 marcado aún por la pandemia. Y la misma que no se olvida de nadie. Ni de los afectados por un huracán -da igual, en Houston o en Bahamas-, ni de los hambrientos en Venezuela, ni de los funcionarios norteamericanos con salario bloqueado, ni -y esto afectó a todo el mundo- de los millones de personas a los que la covid ha dejado, como una secuela más, en una precariedad persistente.

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Para hacerse una idea y no aburrir con las apabullantes cifras de la ONG durante los últimos años: solo durante la pandemia, ha servido más de 36 millones de comidas en 400 ciudades estadounidenses y se ha extendido a una veintena de ciudades por todo el mundo (varias en España), donde bajo el lema ChefsforSpain se alió con restaurantes y otras organizaciones para repartir hasta 40.000 comidas diarias. Y todo, sin olvidarse, claro, de que el mundo no para y obligó también a asistir a las personas necesitadas en la frontera de México, a los damnificados por el terremoto de Majumu en Indonesia o por la erupción de un volcán en la isla caribeña de San Vicente.

Su candidatura, propuesta por Pascual Cabaño, presidente de Queso Rey Silo, pero según el mismo aclara «impulsada, desde hace tiempo, por el cocinero asturiano Pedro Morán» (Casa Gerardo), se impuso a otras 34 de 16 nacionalidades. El jurado, presidido por el presidente del Principado, Adrián Barbón, destaca en el acta que José Andrés, junto a la organización WCK fundada por él mismo, «ha volcado su exitosa experiencia en el ámbito gastronómico y empresarial para desarrollar, con visión universal, formas de ayuda humanitaria a los más desfavorecidos en las situaciones más extremas». Y pone en relieve «la capacidad del premiado para poner en pie una organización que viene ofreciendo una respuesta extraordinariamente rápida y eficaz sobre el terreno para atender situaciones de emergencia alimentaria y social, que ha servido para impulsar la colaboración de agentes de diferentes ámbitos en busca de una sociedad más justa, equitativa y sostenible.

World Central Kitchen no solo «brinda alimento a los necesitados, también humanidad y esperanza», resalta la organización

Desde la ONG, su director Nate Mook ha brindado el premio, como también hizo el chef, a todas las personas que «trabajan para asegurarse de que sus vecinos tengan qué comer en tiempos difíciles».

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Todo lo demás, la figura del mierense más internacional, el discípulo de Arzak, la personificación del sueño americano, el propietario de más de veinte restaurantes, el embajador de la gastronomía española, la portada del 'Time', las polémicas con Trump, el Estadounidense Excepcional que sonríe junto a Barack Obama, los mil galardones -también el de EL COMERCIO-, el puesto entre las cien personas más influyentes del mundo... Todo palidece ante las ganas de crear un mundo mejor, de ofrecer con cada plato «dignidad, humanidad y esperanza».

El galardón solo viene a aplaudir lo que el trabajo del mierense ha demostrado sobradamente. Que cuando no hay nada, un plato de comida lo es todo. Que esa comida alimenta el cuerpo y quien la sirve nutre a la vez la fe en la humanidad. Eso lo saben en Mieres y en la última playa de Indonesia. Y José Andrés, es lo más importante, no lo olvida.

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