El Princesa de las Artes consagra el talento infinito, la ética y la coherencia de Meryl Streep

Decisión unánime, porque unánime es la manera en la que esta actriz de larga trayectoria es mirada y admirada en todo el planeta. Cinco décadas de carrera brillante, de personajes femeninos ricos y complejos, que, como también destacó el jurado, invitan a «la reflexión y a la formación del espíritu crítico del espectador». Más razones de peso. Como la honestidad y responsabilidad en la elección de sus trabajos, «al servicio de narrativas inspiradoras y ejemplarizantes», que «traspasan la pantalla y los escenarios con una impecable técnica interpretativa, armada únicamente con su gestualidad, voz y mirada». Ser además activista incansable a favor de la igualdad es otro motivo más darle un sí rotundo a la candidatura propuesta por Pedro Almodóvar, que recogió su Príncipe de las Artes en 2006.

Son tantas las razones que la han convertido en un icono universal que difícilmente pueden condensarse en el acta de ningún jurado. De hecho, muchas están grabadas a fuego en varias generaciones que la han visto sufrir dejando irse a Clint Eastwood en 'Los puentes de Madison', observando con la piel de gallina y la lágrima aflorando cómo Robert Redford lava su pelo en 'Memorias de África', sufriendo con Sophie cuando debía decidir lo que ningún ser humano puede decidir, convertirse en una malvada editora de moda impecable en 'El diablo viste de Prada, o transformándose en la mismísima Margaret Thatcher en 'La dama de hierro'.

Nacida en el estado norteamericano de New Jersey en 1949, Mary Louise Streep apuntaba maneras desde muy niña. Comenzó a recibir clases de canto con solo doce años y ya en el instituto se metió en el mundo de la interpretación. Graduada por el Vassar College en 1971 y en la Escuela de Arte Dramático de la Universidad de Yale en 1975, Streep comenzó su carrera en los teatros de Nueva York y actuó en varias producciones de Broadway. Las tablas fueron su primer hogar.

'The Deadliest Season' fue su debut en televisión, antes de dar el salto al cine con 'Julia'. Llegarían después 'Kramer contra Kramer' o 'La decisión de Sophie' hasta alcanzar setenta películas, solo en el cine. Y, en el camino, tres Premios Oscar -'Kramer contra Kramer' (1979), 'La decisión de Sophie' (1982) y 'La dama de hierro' (2011)- y veintiún nominaciones (récord absoluto), dos Bafta del cine británico, tres Emmy, ocho Globos de Oro y 32 nominaciones (que también es récord).

La suya es una carrera de éxitos y siempre elogiada y aplaudida. Tanto, que en Hollywood se dice que ninguna actriz nacida antes de 1960 puede conseguir un papel si antes no lo ha rechazado ella. Todos los directores la quieren, todos los admiran, todos saben de su saber.

La versatilidad es la gran virtud que acompaña su arte. Cuenta la actriz con una extraordinaria capacidad para interpretar una gran variedad de personajes y reproducir diferentes acentos (recuerden la dulzura nórdica de 'Memorias de África').

Sus primeros papeles como protagonista llegaron en los ochenta, con títulos como 'La mujer del teniente francés', (1981), por el que recibió un Bafta y un Globo de Oro, galardón que repitió con 'La decisión de Sophie' (1982), con la que, además, obtuvo su segundo Oscar. Películas como 'Memorias de África' (1985), 'Tallo de hierro' (1987) y 'Un grito en la oscuridad' (1988), por la que fue premiada en el Festival de Cannes, son algunas de sus mejores interpretaciones de ese periodo. Ya en los noventa, llega un título tan emblemático como 'Los puentes de Madison' (1995), junto a otros como 'La habitación de Marvin' (1996), y con el nuevo milenio aparecen en su nutrida filmografía títulos como 'Las horas' (2002), 'El diablo viste de Prada' (2006), 'La duda' (2008) o el musical 'Mamma mia!' (2008) -para demostrarnos que sabe reír, cantar y llorar- y 'La dama de hierro (2011). 'Florence Foster Jenkins' (2016), 'Los archivos del Pentágono', (2017), 'Mujercitas' (2019), 'Déjales hablar' (2020) y 'No mires arriba' (2021) se encuentran entre los últimos trabajos de la actriz, que también se ha dejado ver en series como 'Big Little Lies'.

Ella es también grande en lo personal, en lo íntimo, como ser humano. Filántropa y comprometida con la defensa de los derechos de la mujer y de la igualdad de género, ha sido miembro del consejo asesor de la organización Equality Now y en 2018 participó en el documental 'This changes everything', sobre la discriminación de las mujeres en Hollywood. Es también miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras y Comendadora de la Orden de las Artes y las Letras de Francia.

El listado de premios que atesora Streep es inmenso. Entre ellos, galardones honoríficos como el César (Francia, 2003), el Donostia del Festival de San Sebastián (España, 2008), el Oso de Oro del Festival de Berlín (Alemania, 2012), el Stanley Kubrick Britannia (Reino Unido, 2015) y el Cecil B. DeMille (Estados Unidos, 2017), entre otros, y fue galardonada con las medallas Nacional de las Artes (2010) y Presidencial de la Libertad (2014). Ahora se suma a ellos el Princesa de Asturias.