Ione Belarra e Irene Montero presiden el Consejo Ciudadano Estatal de Podemos- EFE

Podemos regresa a la barricada para tratar de sobrevivir a su expulsión del Gobierno

Los morados harán valer sus cinco votos en el Congreso para recuperar el «respeto» que ganaron tras su fundación hace casi una década

Domingo, 26 de noviembre 2023, 00:13

En los días previos a la formación de Gobierno, algunas voces en el PSOE ya alertaban sobre las consecuencias de dejar a Podemos fuera del Consejo de Ministros. Los cinco diputados morados en el Congreso tienen capacidad para tumbar cualquier ley de la coalición y ... pocos en Ferraz eran ajenos a que tensar la cuerda hasta ese límite podría conllevar consecuencias de un calibre desconocido. Para disipar la amenaza, la líder de Sumar, Yolanda Díaz, intentó contentar a los de Ione Belarra ofreciendo un ministerio a Nacho Álvarez, miembro de su Ejecutiva. Pero la jugada fue en vano y tuvo el efecto contrario, al economista madrileño ya no le consideraban uno de los suyos. «Los ministros de Podemos los elige Podemos», respondieron.

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Los temores de Ferraz se evidenciaron el pasado martes, durante el traspaso de carteras ministeriales, cuando Belarra e Irene Montero –que ese día decían adiós a su paso por el Ejecutivo– acusaron directamente a Pedro Sánchez de «echar a Podemos del Gobierno»y dejaron en el aire una advertencia:«El PSOEha cometido un error muy grave».

Podemos había completado con esa escenificación, y en solo 24 horas, su travesía desde el Gobierno a la barricada –en su sentido parlamentario–. Ya con el objetivo claro de «obligar» al PSOEa «sentarse» para negociar directamente con ellos, puenteando a la líder gallega, y así forzar a la nueva coalición a tener que aceptar parte de su programa político a cambio del respaldo a sus iniciativas. Todo ello con los Presupuestos Generales delEstado para 2024, necesarios para apuntalar una legislatura de cuatro años, como la primera de las partidas que Moncloa deberá jugar a la vez en varios tableros simultáneos con Junts, Esquerra, PNV, EHBildu y ahora, también, con su antiguo socio de Gobierno.

Con este giro de guion y cuando está a punto de cumplir diez años desde su nacimiento –lo hará el próximo 17 de enero–, Podemos completa su regreso a la trinchera política, un lugar en el que la formación fundada por Pablo Iglesias –hoy convertido en referente mediático del partido– se siente cómoda. El salto es tal que Pedro Sánchez, en un corrillo con periodistas durante su reciente viaje a Israel, Palestina y Egipto, se congratulaba al reconocer, aliviado, que el PSOE ha pasado «de pactar con Podemos a hacerlo con Sumar, y el PP de Ciudadanos a Vox».

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Pero esta realidad tiene solo validez para los asuntos tratados dentro del Consejo de Ministros, no para el Congreso. Con el golpe de mano dado por Díaz al configurar su bloque ministerial, en el que están representadas organizaciones leales a Sumar como Izquierda Unida, Más País o los comunes, Sánchez y Díaz se han asegurado «bajar los decibelios» en torno a las deliberaciones del Gobierno. Así, al menos, lo expresó el presidente en una carta personalizada que envió el martes a cada uno de sus ministros, ninguno ya de Podemos. En la misiva pedía, por encima de todo, dos compromisos:«Unidad y solvencia».

La partida en el Congreso

En Podemos, por su parte, reconocen que su fuerza actual «es más limitada que antes», pero no van a renunciar a dar la batalla por recuperar el «respeto» que creen que han perdido desde su adhesión a Sumar, espoleada por las prisas del adelanto electoral del 23-J. «La gente puede estar segura de que los votos de los diputados en el Congreso serán decisivos», apostilló Belarra en una misiva dirigida a su militancia el viernes.

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Los morados no tienen intención saltar al grupo mixto y, por ahora, permanecerán bajo la dirección de Díaz en el Congreso, tensando si hace falta la cuerda. «No descartamos que sea Sumar el que nos eche», dijo la líder de Podemos. La portavoz del grupo magenta, Marta Lois, respondió avanzando que elaborarán un reglamento para castigar la indisciplina en el voto de sus diputados. La partida está servida.

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