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«No hay decadencia en Asturias» fue lo primero que se escuchó en el Congreso cuando Adriana Lastra subió a la tribuna de oradores. A pesar del rechazo en primera votación de la investidura de Pedro Sánchez, la socialista confía en que el ... martes saldrá adelante. Y para entonces, tocará hacer frente al listado de demandas territoriales. En tanto diputada electa por Asturias, la socialista verbalizó, finalizado el debate, cuáles de ellas serán prioritarias para la región. «Las políticas para hacer frente al reto demográfico, el respaldo a la industria para que desde un nuevo modelo más sostenible con el medio ambiente siga siendo una pieza decisiva en el PIB asturiano y la finalización de las infraestructuras pendientes, singularmente la variante de Pajares». Lastra, como ya hiciera tras la jornada del sábado, incidió en la necesidad de poner en marcha uno de los organismos recogidos en el pacto con Unidas Podemos: el Instituto de Transición Justa. «Tenemos que ofrecer nuevas oportunidades a esta región valiente e innovadora a través de nuevas alternativas de actividad económica y empleo».
La portavoz socialista aprovechó el último lugar de participación en la sesión plenaria de ayer -al representar al partido del candidato- para dotar de una impronta ideológica a su intervención. El ánimo de los asistentes siguió la tónica de la mañana, con constantes interrupciones y la necesidad de ser llamados al orden por la presidenta de la Congreso. «Si creen que me van a amedrentar con gritos están muy equivocados y me conocen muy poquito», les atajó la diputada. El tono bronco de la jornada de ayer fue el otro protagonista de la mañana, cada grupo reprochando al rival desde su propia perspectiva. En el caso de Adriana Lastra, según expresaba al término, se debe a «una derecha cada vez más radicalizada e instalada en la descalificación y el insulto, sin nada positivo que aportar». En contraposición, presumía del comportamiento de los suyos: «Frente a ella, el PSOE y el gobierno que liderará Pedro Sánchez impulsarán una legislatura marcada por el diálogo, la negociación y la búsqueda de soluciones a los retos que Asturias y España tienen por delante».
En una eficiente gestión del tiempo, la portavoz del PSOE aprovechó su turno de palabra para casi todo. Hubo hueco para los agradecimientos -a Pablo Iglesias y Gabriel Rufián, principalmente-, para los guiños a su propia bancada -citó expresamente a Rafael Simancas-, para defender el acuerdo de coalición con Unidas Podemos «como el mejor antídoto contra la ultraderecha», y para criticar a las formaciones que rechazaron y rechazarán la investidura, PP y Vox fundamentalmente. A estos les dedicó palabras juntos y por separado. «La derecha española sigue, 40 años después del fin de la dictadura, sin condenar el franquismo y casi comportándose como él», proclamó. No fue la única crítica dirigida de forma conjunta. De ellos también dijo que son «un peligro y una amenaza para la libertad y seguridad de las mujeres». Lastra, que lucía un broche feminista en la solapa, elevó más el tono para interpelar directamente a la formación de Santiago Abascal. «Los socialistas vamos a desmontar sus mentiras», y lo ejemplificó cifrando en 30.000 las mujeres que cuentan con protección policial gracias al funcionamiento de la ley de violencia de género. «Detrás de cada cifra, una mujer ha iniciado una nueva vida», prosiguió, tras recordar cómo un candidato de Vox al Congreso llamó «arpía» en Twitter a la víctima del caso de violación múltiple de 'La Arandina', menor de edad, tras conocer la sentencia.
La portavoz del PSOE, concluyó su retahíla de críticas hacia los diputados de Vox acusándoles de representar «la anti España». «No sigan buscando más, son ustedes, el partido del odio». Tirando de este mismo argumento, contrapuso lo que «ustedes detestan» a lo que «la izquierda ama». En sus palabras, dichos valores serían el feminismo, el ecologismo, la diversidad, la justicia social y la libertad. Pero si para con la formación de extrema derecha tiró de titulares sin circunloquios, con los populares acudió, por momentos, a la ironía. Así lo hizo para aventurar el futuro de la formación que lidera Pablo Casado: «Si dice lo mismo que Vox y si se comporta como Vox, sus votantes terminarán votando a la formación de Abascal». No fue la única conexión entre las dos formaciones que intentó dejar flotando en el imaginario colectivo. «Tanta vuelta, tanto ir y venir que si la derecha moderada, el centro, el centro reformista, tanto esfuerzo para convencer a los españoles de que son ustedes demócratas para acabar donde empezaron hace 40 años, de la mano de la extrema derecha», les dijo. Hacia Casado dirigió el resto de la munición. Lastra le acusó de «utilizar» a las víctimas del terrorismo con fines partidistas, de ser una «fábrica de independentistas» y de provocar una «oleada de trabajadores pobres» por su gestión de la crisis económica.
La socialista concluyó sumando a Ciudadanos a la ecuación. Con todos en el mismo saco dijo verles «radicalizados» porque solo reconocen los resultados electorales cuando les benefician a ellos.
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