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En su discurso de despedida como presidente del Principado, después de siete años en el cargo, Javier Fernández, hizo una especial reivindicación del papel de los políticos procedentes de la época de la Transición, «un tiempo político en el que la identidad española ... se reinventó a sí misma como cívica, democrática y constitucional». Tras citar a todos quienes le precedieron al frente del Gobierno regional, pidió «que se recuerde a esa generación como la que inició la andadura de un camino distinto» y no «repitió por enésima vez» los errores del pasado. «La transición fue un proceso real», señaló al tiempo que pedía no «procurar su voladura para hacer un vacío entre la generación que construyó este país» y la actual.
También se refirió al conflicto catalán, identificando a los partidos nacionalistas con el «inextinguible» dinosaurio del popular cuento de Augusto Monterroso y comparando esa situación con la que existe en Asturias. «La identidad asturiana no compite con la española, sino que convive con ella en una ciudadanía que trasciende los vínculos y remite a un nosotros más autentico, más fraterno y más profundo que todo aquello que nos hace distintos». Sobre la situación política general lamentó que «ahora vayan ganando quienes anteponen las emociones a todo, los que prefieren sentir a comprender». Y confió en que finalmente se acaben quienes sepan el problema que representa para la sociedad «la exaltación de la fragmentación y el canto a la diferencia».
En la parte final de su intervención en el acto de investidura de Adrián Barbón como nuevo presidente, Fernández dio las gracias a todos los que le acompañaron en las tareas de gobierno, tanto en el trabajo político como «en las tareas cotidianas, prosaicas y que no tienen nada de excepcional ni de heroico, aunque a veces escuchar a la calle es lo más heroico que puedes hacer». También manifestó su «más profundo agradecimiento a los hombres y mujeres de Asturias», al tiempo que pedía «disculpas a quienes se han sentido defraudados y olvidados».
Concluyó indicando que «nadie como un expolítico sabe que para esta labor se necesitan fuerza, energía, reflejos, interligencia, conocimiento y pasión, pero también suerte. Y yo se la deseo de todo corazón a mi sucesor».
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